El FSE tiene lugar cuando crece la contestación a las políticas neoliberales, a la militarización, al imperialismo y a la hegemonía americana, en vísperas del año 2004, crucial para el futuro de Europa por la ampliación a 10 nuevos países, el debate sobre la «Constitución europea» y las conclusiones de la Conferencia intergubernamental y las elecciones europeas. De aquí la importancia de los debates del Foro Social Europeo y su capacidad para influir en las futuras batallas.

Todos y todas, en nuestros respectivos países, soportamos las políticas del capitalismo mundializado que pone en tela de juicio las solidaridades y de las conquistas sociales ganadas tras una dura lucha. Asistimos a una ofensiva generalizada contra los sistemas de jubilación, el desmantelamiento y privatización de la protección social, el sometimiento de los servicios públicos y de sectores tan esenciales como la salud, la educación, la agricultura, y la cultura a las reglas del mercado, la precariedad y la desreglamentación del mercado de trabajo. Por otra parte aumenta cada vez más la represión anti-sindical y las políticas de criminalización de la inmigración.

Europa debería ser un factor de progreso y de promoción de los derechos humanos. Por el contrario, cuando hay acumulación de riquezas y de conocimientos que permitirían nuevos progresos de la civilización, las políticas neoliberales, aceleradas por la puesta en marcha del Tratado de Maastricht, agravan las desigualdades, el paro, la precariedad, la explotación. Alimentan también el sentimiento de impotencia y como consecuencia la desafección hacia esta Unión Europea, el crecimiento de la abstención, de la derecha y de la extrema derecha, de todos los populismos.

Es un gran desafío para todos los ciudadanos, para los movimientos sociales, para las fuerzas políticas que como nosotros formamos parte de este movimiento que se opone a estas políticas y se reclama partidario de la transformación social, trabajando por una alternativa al capitalismo.

La hora de la transformación

Ha llegado la hora de una transformación en profundidad, social y democrática, de Europa. Sí, ha llegado la hora de intensificar las luchas que ponen en tela de juicio los dogmas de la sacrosanta «economía de mercado donde la competencia es libre», los poderes de los mercados y de las multinacionales y que conviertan a los ciudadanos en los actores de políticas llevadas a cabo en su nombre.

Frente a la recesión y a la subida del paro, hay que poner en tela de juicio el Pacto de estabilidad, los poderes y las orientaciones del Banco Central Europeo para poner en marcha otra política económica y social, con otras prioridades, en beneficio del empleo y de la formación, de los servicios públicos, por una política de audacia en las inversiones y en defensa del medioambiente. Hay que imponer una tasa a los movimientos de capitales. Hay que cambiar las prioridades: el ser humano y no el dinero.

Tales prioridades pueden contribuir a cambiar las reglas de juego en el mundo. La Unión Europea debe servir para esto y no para acelerar la desreglamentación puesta en marcha por la OMC o el FMI, o para lanzarse a una competición militar con los Estados Unidos, bien sea dentro o fuera del marco de la OTAN ampliada. Nos negamos a toda militarización de Europa.

Queremos una Europa independiente de los Estados Unidos, respetuosa de sus soberanías, activa en el mundo para la paz, el desarme, la solución política de los conflictos, la promoción de la ONU y del derecho internacional. Una Europa realmente comprometida para el desarrollo, en particular en el Mediterráneo y en África. Una Europa que contribuya a sacar al Medio-Oriente del ciclo sangriento emprendido desde hace tantos años, con el apoyo a las iniciativas de paz, con la creación de un Estado palestino viable dentro de las fronteras de 1967 y dentro de una seguridad compartida con Israel. Apoyamos las iniciativas tomadas por personalidades israelitas y palestinas para una solución política, como las del Plan de Ginebra.

Esto es lo que se expresó con una fuerza sin igual en todos nuestros países, contra la guerra en Iraq y la política imperial de Bush, el 15 de febrero de 2003, y que sigue expresándose con la exigencia del fin de la ocupación.

Para finalizar, lo que está en el centro de la crisis de la Unión Europea, es la democracia. Durante decenios, Europa se ha construido por arriba, con desprecio de la gran diversidad de sus culturas y de sus idiomas, sin los pueblos, y a menudo en contra de ellos.

Hoy, cualquiera que sea nuestra opinión global sobre el proyecto de «Tratado constitucional» en discusión, nos oponemos a un directorio de grandes potencias. No aceptamos que se nos quiera imponer criterios económicos ultra-liberales que llevan a importantes retrocesos en el plano social. Nos pronunciamos por la consulta a las poblaciones, en cada país, por referéndum.

Algo está cambiando ya

Las grandes luchas sociales, sindicales, ciudadanas y contra la guerra han empezado a cambiar las tornas. El FSE de Florencia ha marcado una etapa entre Porto Alegre, la derrota de la OMC en Cancún, y mañana el Foro Social Mundial de Bombay. Hoy, el FSE de Saint-Denis/París/Bobigny/Ivry-sur-Seine es un acontecimiento muy importante para el debate, la confrontación, y la construcción de alternativas populares y ciudadanas a la Europa neoliberal actual. Los movimientos sociales, las luchas sociales y ciudadanas tienen su propia dinámica, su independencia de análisis, de propuesta y de iniciativa. En unos cuantos años, han contribuido a propiciar amplias movilizaciones por la paz, los derechos humanos y el respeto al planeta. Como fuerzas políticas de la transformación social, queremos contribuir a esta nueva dinámica que viene atacando resueltamente a las políticas neoliberales. Por ello deseamos instaurar diálogos necesarios y provechosos.