El pasado 8 de Agosto de 2004 falleció la persona que durante décadas con el nombre de Juan Gómez había dirigido la Comisión Económica del Partido Comunista de España.

Que el PCE fuera hegemónico durante el franquismo y la transición democrática no es casualidad; detrás de las organizaciones hay personas, y en su conjunto crean un estilo y una cultura. La larga noche franquista hubiera sido más oscura sin la grandeza, generosidad, amplitud de miras, pasión y reflexión, compromiso y confianza, de mucha gente En Tomás García podemos rastrear parte de lo mejor de esa cultura.

La relectura emocionada de la obra de Tomás García nos depara una grata sorpresa: una nueva confirmación de que el gran pensamiento no pasa jamás, pues sus autores se convierten en clásicos. Asistimos a una nueva negación de que el compromiso y la militancia empobrecen el pensamiento: todo lo contrario, si el revolucionario verdaderamente lo es, será capaz de someter a critica las propias convicciones y generar con la reflexión colectiva un nuevo cuerpo de ideas al servicio de la gente, de los desfavorecidos.

Lamentablemente el carácter metódico, riguroso y preciso de Tomás no nos ha permitido disponer de su autobiografía. Pinceladas obtenidas en entrevistas y conversaciones nos revelan que hemos perdido irreparablemente una memoria de enorme valor.

Durante décadas Tomás García fue miembro del Comité Central y del Ejecutivo, diputado por Málaga en 1977 y 1979, y consejero de Industria de la Junta de Andalucía siempre por el PCE. Voluntariamente retirado tras 1983, mantuvo su inmensa curiosidad sobre todo lo que ocurría y su mirada abierta de persona cabal seguía trabajando en la comprensión de un mundo que no se detiene. Fiel a sus ideas destina su herencia familiar a la fundación para el progreso de su ciudad natal, la malagueña Álora.

Tomás ha recibió medallas y reconocimientos numerosos, pero quizá el que más hondo lleve sea el agradecimiento de los trabajadores de Intelhorce por sus gestiones de Consejero, pues como dice Gracián, si en política no se está para hacer el bien, ¿para qué se está?

Es menester subrayar la extrema importancia de Tomás García para la política española. Lamentablemente no ha hecho escuela. La presencia del dirigente que se ciña al estudio de la realidad con veracidad para extraer de ella todo lo que permita avanzar en la construcción de un mundo mas justo. Analizar para transformar es una formula fácil para recitarla pero muy difícil de acometer, Tomás García lo logró.

En dos de sus escritos, separados una década, encontramos la máxima que le define. Esta podría resumirse en estas palabras:

«El más elemental deber de seriedad, de probidad intelectual y política, exige analizar esos cambios; examinar concienzudamente sus causas, su profundidad, su alcance, su dinámica interna y sus perspectivas… »

Serán treinta años de poner en marcha estos principios. El rigor y la pasión, el análisis y la lucha, la apertura y la tenacidad, serán patrimonio del Partido Comunista de España y le harán hegemónico.