Ha tardado, sí, pero está aquí. El músico californiano Tom Waits publicó en el último tercio del pasado año su primer disco con canciones nuevas en siete años. En ese lapso también se editó una recopilación de rarezas (caras B, demos, descartes) titulada ‘Orphans (Brawlers, Bawlers & Bastards)’. Esta nueva obra es ‘Bad as me’, que me ha tenido enganchado en las últimas semanas y aún me atrapa por la gran capacidad de seducción que destilan los distintos cortes. El estilo de Tom Waits radica en la versatilidad de su voz y en la manera de orquestar las melodías, guardar los patrones rítmicos y destrozarlos a continuación, ser fiel a la estética compositiva para retorcerla cuando le apetece.
Suena a negro de voz áspera, rota, cascada por el alcohol y el tabaco. Es así intencionadamente para los pasajes más rugosos. Pareciera que las cuerdas vocales van a quebrar en esas canciones de fuerzas desatadas. Ese lado salvaje, bruto, desaforado es con el que arranca el disco, ‘Chicago’. Y no es la única así; otros momentos son ‘Get lost’, ‘Bad as me’ o ‘Hell broke luce’. Sin embargo, este disco ofrece la vertiente más dulce adoptando una tesitura vocal soul en ‘Talking at the same time’ o ‘Kiss me’. Ente ambos extremos, la voz más sorprendente del rock deambula por los sonidos blues, jazz, los ritmos tribales, la tendencia afrancesada de Nueva Orleans, el magnético aire de México. Todo cabe en él, todo cobra sentido en su estilo ecléctico.
Los textos, al igual que la música, construyen historias oscuras aquí, claras y directas allá, esquivas y metafóricas luego. En ‘Talking at the same time’ canta: «Bien, son tiempos duros para algunos / para otros son dulces / alguien hace dinero cuando hay sangre en la calle». Más que un guiño a The Rolling Stones en ‘Satisfied’: «Antes de que me vaya / tendré satisfacción / estaré satisfecho / eh, Mr. Jagger y Mr. Richards». Éste último, Keith Richards pone su guitarra en un puñado de temas del disco. El sentido poético aflora en ‘Last leaf’: «Soy la última hoja en el árbol / el otoño se llevó las demás / pero ellos no me llevarán a mí».
En los instrumentos le acompaña su habitual guitarrista, Marc Ribot, uno de esos músicos con una personalidad aparte, que lo mismo toca con un grupo alemán de connotaciones zíngaras como 17 Hippies, que está con uno de los músicos más enigmáticos del rock como David Sylvian. Al ya citado guitarrista de The Rolling Stones, Keith Richards, se suman David Hidalgo, de Los Lobos (en guitarra y acordeón), su hijo Casey Waits a la batería y Charlie Musselwhite en las intervenciones de armónica.
La discografía de Tom Waits arranca en 1973, ‘Closing Time’, con lo que el mercado tiene ya un buen número de títulos hasta éste último, ‘Bad as me’ (2011). Varios recopilatorios , entre ellos uno magnífico, ‘Asylum Years’. Este pianista y compositor puede que asuste en una primera escucha por su voz aguardentosa, de resaca tras una buena dosis de whisky, innumerables cigarrillos y el frío de la noche castigando el cuerpo. Pero sus seguidores son multitud, anhelan los exabruptos que arañan, los desgarros emocionales, las historias ahítas de pasión. Este disco tiene todo lo que es Tom Waits. Y hombres así hay pocos. El mes pasado trajimos a esta sección a otro único, Leonard Cohen. Ojalá pronto pueda hablarles de Van Morrison porque haya lanzado un nuevo trabajo.