Es frecuente oír hablar de la burbuja inmobiliaria, pero se conoce menos de otra enorme burbuja, la de las infraestructuras de transporte, que, sin embargo, ha alcanzado unas dimensiones descomunales en el Estado español. Pero existe una importante diferencia entre ambas: mientras que la mayor parte de las inversiones en “ladrillo” eran privadas –aunque luego el conjunto de la sociedad hayamos asumido una buena cantidad a través de las ayudas a la banca o a las inmobiliarias– han sido las diferentes administraciones las que han aportado los fondos que han provocado el “boom” de las infraestructuras.
Durante varias décadas en nuestra sociedad las infraestructuras de transporte han sido objeto de veneración y deseo, tanto más cuanto mayores eran sus dimensiones y su precio. Nadando a contracorriente, Ecologistas en Acción siempre ha denunciado la irracionalidad de esta política[2]. En pocas palabras, lo que señalábamos es que no se han llevado a la práctica verdaderas políticas de transporte, sino catálogos de infraestructuras en las que se invertían una cantidad creciente de fondos. Y esto ha sido así hasta que la crisis ha empezado a quebrar esta dinámica, si bien con mucho retraso con respecto a otras partidas que han sido sometidas mucho antes a fuertes recortes.
Sobredotación abrumadora
A causa de estos planes de obras públicas sin medida hemos alcanzado los 3.100 km de líneas de alta velocidad ferroviaria (junio 2013), lo que nos convierte en el segundo país del mundo con más kilómetros tras China. Sin embargo, somos récord de kilómetros, pero ni mucho menos de pasajeros: solo tenemos la quinta parte de viajeros por kilómetro de línea de alta velocidad que Francia, o un 7% de los que tienen en Japón.
Similar es la situación en cuanto al viario de alta capacidad. Con 15.975 km a finales de 2012 somos el primer país europeo en kilómetros de autovías y autopistas, a más de 3.000 km de ventaja del siguiente. Uno de cada cinco kilómetros de autovías de la UE-27 está en el Estado español. Y, para ello, se han desdoblado vías con densidades de tráfico ínfimas, que ni por asomo justificaban la inversión.
NOTAS
1. Este artículo es una versión ampliada y actualizada del publicado en Ecologista 77 (verano 2013) por el mismo autor.
2. Paco Segura (2012) Infraestructuras de transporte y crisis. Grandes obras en tiempos de recortes sociales. Libros en Acción.
– (2008): “¡Más autovías, es la guerra!”, Ecologista 57, http://www.ecologistasenaccion.org/article11413.html
– (2005) “El PEIT: echando gasolina al fuego”, Ecologista 43
Ecologistas en Acción [1]