Se trata de un recital burlesco-poético-musical que ofrecen “a pachas” Javier Martín Gaitero y José María Alfaya bajo el título de “El Siglo del Tesorero”, con muy buen acompañamiento de Kiko Aladro, manejando rítmicamente una tabla de lavar y otras percusiones e instrumentos de fortuna y de Jesús Marco a la guitarra. Si las agendas lo permiten, pueden aparecer cómplices puntuales como Pepe Tarduchi en el papel de emprendedor fracasado y reconvertido en rapero y Mónica Yebra en el papel de frescachona mesonera que le ofrece amores a un D. Martín recortado en su estrés post crisis.

Un personaje éste, Don Martín de la Gaita, que llega desde los tiempos de Flandes con la curiosidad de conocer a los malandrines de hogaño y coincide, en el espacio-tiempo de la España en retroceso de Rajoy, zona de descanso y recorte de este túnel del tiempo que nos devuelve a la Edad Media, con tres antiguos componentes del Taller de Reinsertables dispuestos a “opinar cantando” sobre “lo que acontece en la rúa”, hechos reales y plebeyos que la sabiduría popular ya ha juzgado aunque todavía no se haya producido ni sentencia ni castigo.

Para tal fin, mientras Don Martín de la Gaita solicita y obtiene la complicidad del público en la ardua tarea de identificar a los pillos de hoy a base de proponer rimas y alusiones evidentes, Alfaya y el resto de los músicos interpretan canciones alusivas o explicativas sobre  poemas de Carilda Oliver, Mario Benedetti, José Miguel Junco y letras impagables de Guillermo Alonso del Real, José Ramón Catalán, Moncho Alpuente y del propio Javier Martín Gaitero que cuentan,  con música para que la letra entre mejor, historias reflexivas o ilustrativas de esta España instalada en el Siglo no ya del Oro sino del Tesoro en Paraísos Fiscales, en Montañas Nevadas Suizas y en el viejo axioma que propone “mejor sobre a que falte”: la España y el Siglo del Tesorero.

Un recital totalmente encuadrado en la estética de la cultura popular y dirigido contra la política del Partido Popular, contra el bipartidismo y contra la corrupción de valores y bolsillos. Unos versos rimados con habilidad e intención, guiños constantes al público y narración fluida. Unos temas de referencia actual: Sanidad, Comunicación, Tramas Corruptas, políticos expuestos con la etiqueta del precio, regalos que no se recuerdan, actividades cinegéticas reales, incluyendo la que le costó la vida a Favila. Pero también, viejas aspiraciones liberadoras a practicar la irreverencia, a tener opinión propia y a reírse de quienes, siendo dramáticamente los que se mantienen contra viento y marea con la voluntad de vencer, han perdido la posibilidad de convencer, siempre que mantengamos entre ellos y nosotros el distanciamiento necesario de una mirada crítica que este espectáculo propone desde el sarcasmo.

Un recital como de andar por casa. El público suele soltar la risa donde el guión lo exige y aplaude en las canciones  más allá de la afortunada interpretación musical de cada caso. Un recital a nivel de calle donde no hace  falta el ciego con su cantar y su cartel para entender de qué parte eterna del país se está hablando.