Debaltsevo es un importante nudo de comunicaciones. Situado entre las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk, se ha convertido en el epicentro de los combates de febrero. Algunos de los 6.000 efectivos de Kiev allí cercados se han rendido, otros han conseguido eludir el cerco, han caído prisioneros, han muerto o siguen resistiendo en grupos inconexos.
La tregua entró en vigor el 15 de febrero, pero estaba claro que lo que había empezado en Debaltsevo no se iba a quedar a medias. La artillería ucraniana siguió castigando a las poblaciones cercanas hasta el minuto antes de la tregua e incluso después (hubo ocho civiles muertos tras la entrada en vigor de la tregua en diferentes localidades de la región de Donbass). A pesar de que se esperaba una resistencia importante, la bolsa de Debaltsevo se desinfló el día 17. Los prisioneros declararon que Kiev los había abandonado a su suerte sin suministro, y desde Kiev se negaba la realidad del cerco: el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, habla de una “retirada ordenada”, y los paramilitares, decepcionados, agitan el fantasma del golpe de Estado.
En Donbass, donde hay una alegría relativa, las pérdidas militares son importantes y se teme que la tregua sea falsa. Lo peor, como de costumbre, es el ensañamiento de la artillería ucraniana con la población civil e infraestructuras. Un ejemplo es el de la escuela y el hospital de Zorinsk, a 15 kilómetros de Debaltsevo, donde además murió un hombre el día de la tregua. De igual modo han sido castigadas urbes como Pervomaisk, que venía sufriendo bombardeos esporádicos desde otoño. En otros lugares, como Chernujino, muchos civiles quedaron atrapados en los sótanos durante casi tres semanas. La evacuación preliminar a la batalla, la organización del envío de ayuda y la reubicación de los que han perdido sus casas está poniendo a prueba la capacidad de la nuevas autoridades.
Cabe destacar en esta nueva fase de la guerra la utilización de sistemas de artillería más potentes por parte del Ejército de Kiev y el aumento de las bajas en ambos bandos. El deterioro de las infraestructuras de agua, gas y calefacción es general a lo largo de todo el frente y en el mismo Donetsk.
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DIFÍCIL SITUACIÓN HUMANITARIA EN LUGANSK
La central térmica de Schshastie recibe carbón de Lugansk, y Lugansk recibe electricidad de la central. Hasta la reanudación de los combates a mediados de enero, a los comercios de esta ciudad llegaban alimentos del otro lado del frente, y aunque eso daba cierta aparencia de normalidad, la situación humanitaria sigue siendo preocupante: faltan alimentos.
Emilie es la responsable de Médicos Sin Fronteras en Lugansk. Nos cuenta que están aquí desde el principio del conflicto y a ambos lados del frente, lo que les permite comprar medicamentos en el otro lado y traerlos aquí. En el otro lado trabajan con equipos de psicólogos para atender a los afectados por la guerra, y en otros lugares donde se encuentra la población más vulnerable, como orfanatos. Trabajan siempre dentro de las estructuras del Ministerio de Salud de Lugansk, e intentan llegar allá donde no llega el Estado, que es un espacio muy amplio. En Lugansk cuentan con tres médicos y cuatro psicólogos extranjeros, además de otros titulados locales y 22 personas que trabajan en la oficina de la organización.
Las necesidades inmediatas que hay que cubrir están relacionadas con los traumas físicos y psicológicos de la guerra y el déficit de infraestructuras y medicamentos, que afecta principalmente a los sectores más vulnerables: ancianos, niños y gente con enfermedades crónicas, cuyos tratamientos se han visto interrumpidos por el bloqueo. Dicen no haberse encontrado con casos de desnutrición, aunque no descartan que los haya. Los pensionistas no cobran desde mayo: Kiev no paga las pensiones, y la República independiente sólo lo hizo en diciembre. Una red de comedores sociales trata de aliviar a los más necesitados, pero la impresión es que la ayuda humanitaria que envía oficialmente Rusia no es suficiente. Corren rumores sobre su malversación. Por la ciudad circula el dinero libremente, nuevos comercios abren y se cambian divisas en muchos rincones. El Gobierno recoge impuestos, pero se critica su incapacidad para solucionar los problemas básicos. Muchos echan de menos un sistema de racionamiento, alejado del lucro.
La oficina de ayuda humanitaria del Gobierno de Lugansk trata de optimizar los recursos y se queja de la falta de voluntarios, achacable a la escasa popularidad de Igor Plotnitsky, presidente de la autoproclamada República Popular de Lugansk, incluso entre aquellas personas partidarias de una república popular. El asesinato del comandante de las milicias Batman y de algunos cosacos opositores mantienen el ambiente cargado en el Gobierno y fuera de él. Plotnitsky no goza de un discurso o una biografía populares, como la de su homólogo de Donetsk, Zajarchenko, recientemente herido en la bolsa de Debaltsevo. Conforme nos acercamos al frente encontramos comandantes populares que se distancian abiertamente de Plotnitsky, como Dremov y Mozgovoy, que mantienen el sistema de milicias, aunque peleen bajo el mando unificado del Ejército de la República. Se muestran más eficaces a la hora de restablecer las condiciones de vida y de movilizar voluntarios.
Una semana antes de la tregua, que entró en vigor el 15 de febrero, Lugansk comenzó a recibir fuego esporádico de la artillería ucraniana, que sigue conservando las posiciones de Scshastie y Stanitsa Luganskaya, a unos 15 km de la capital. Tres personas murieron, y aunque los destrozos no alcanzaron la intensidad de agosto, el pánico se adueñó de la ciudad. Todavía se oyen disparos de artillería en el frente, y las operaciones de limpieza continúan en Debaltsevo. No obstante, se ha comenzado a retirar la maquinaria pesada del frente. Mientras tanto, Médicos Sin Fronteras está ampliando su misión en Lugansk, reflejo de la situación que allí se vive. Nos reciben con un tríptico que reza: “No sé si la palabra puede salvar vidas, pero el silencio mata”.
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