Las elecciones generales del 7 de junio constituyeron un importante acontecimiento en la reciente historia de Turquía ya que llegó a su fin el gobierno monocolor del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo). Éste obtuvo 258 escaños sobre 550, con el 41% de los votos. El Partido islamista neoliberal, que ha estado gobernando el país durante los últimos 13 años, había dejado de ser un partido hermano del Partido Popular y se había convertido en miembro de la Alianza de los Conservadores y Reformistas Europeos justo después del levantamiento de Gezi, en otoño de 2013.

El período más duro del AKP comenzó después del año 2010, cuando fueron aceptadas mediante un referéndum las enmiendas a la Constitución que le permitieron al gobierno tener más control sobre el poder judicial. A partir de ahí Turquía cayó inexorablemente en un deterioro de democracia y derechos humanos, y se convirtió en una cárcel de primera para los periodistas, junto con una mayor represión policial en las calles y el bloqueo de decenas de miles de sitios web (incluyendo algunas páginas de Wikipedia).

Si se pregunta cómo un partido así logró gobernar el país durante tanto tiempo, le diré que «la respuesta, mi amigo, está soplando en el viento». El umbral de acceso al Parlamento está en el 10% para las elecciones generales. Es el más alto del mundo y está así para mantener fuera del Parlamento a los partidos kurdos o a los partidos disidentes, como el partido hermano de Izquierda Unida (que es el Partido de la Libertad y la Solidaridad, ÖDP).

Así es como el AKP llegó al poder: En 2001 Turquía tenía una enorme crisis bancaria que hizo que todos los partidos representados en el Parlamento desaparecieran en las elecciones del siguiente año. El AKP y el CHP (Partido Republicano del Pueblo, partido hermano del PSOE), que no estaban en el Parlamento durante la anterior legislatura, consiguieron sólo la mitad, mientras que la otra mitad de los votos los recibieron partidos que quedaron por debajo del umbral del 10%. Es así como el AKP logró el 66%de los escaños con sólo el 34% de los votos. Desde esas elecciones todos los electores tienden a votar a estos dos partidos, de forma que los votos destinados a los partidos que se quedaron fuera del Parlamento se redujeron del 46% en 2002 al 3% en el año 2015.

Es muy difícil para un partido superar el 10% de todos los votos y conseguir representación en el Parlamento. Las únicas dos excepciones fueron el Partido de Acción Nacionalista (MHP, un partido fascista similar a Amanecer Dorado en Grecia), que entró en el Parlamento en las elecciones de 2007 y el Partido Democrático Popular (HDP) que había estado representado por parlamentarios electos como independientes (con el fin de sortear el umbral del 10% de los votos) hasta 2015, cuando se las ingeniaron para conseguir el 13% de los votos.

Si el HDP se hubiese situado por debajo del 10%, los escaños del AKP hubiesen sido más que suficientes para un gobierno monocolor e incluso suficientes para cambiar la Constitución. Es por ello que merece la pena mencionar con más detalle lo conseguido por el HDP. El partido se compone de una coalición del sector legal del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) llamado BDP y de partidos radicales de izquierda que son principalmente los grupos que dejaron el ÖDP. Aunque viene de un origen marxista-leninista, el BDP y sus predecesores se tornaron socialdemócratas y se convirtieron en partidos hermanos del PSOE. Tenían un sólido voto kurdo del 6-7% y con su nueva coalición lograron pasar del 10%.

Al mismo tiempo, el ÖDP formó otra coalición con muchos otros partidos de izquierda, denominada Movimiento Unido de Junio (JUNIO), después del levantamiento de Gezi. JUNIO decidió en sus asambleas locales no presentarse a las elecciones para favorecer a otros partidos progresistas, principalmente el HDP, debido a que muchas encuestas mostraban que el HDP estaba cerca de conseguir un 10% de votos y que se necesitaban todos los votos. Aunque el HDP hizo un llamamiento a los representantes de JUNIO para que apoyaran oficialmente al HDP y a que obtuvieran escaños en el Parlamento (escaños que se dividen mitad por mitad entre el movimiento kurdo y el resto de la izquierda en el HDP), las asambleas locales de JUNIO, que consta de cientos de asambleas en todos el país, decidieron lo contrario, debido a las diferencias entre los programas de ambas coaliciones, así el HDP tiene una visión democrática radical, mientras que JUNIO tiene un programa socialista libertario.

Hoy tenemos cuatro partidos en el Parlamento y el 4 de julio no se alcanzó ninguna coalición. Todos los partidos declararon que están en contra de ser parte de una coalición donde esté el AKP, mientras que la declaración del MHP sobre que nunca irán junto al HDP (cada partido tiene 80 parlamentarios) hace que una alternativa sin el AKP sea imposible. Por otro lado, el presidente Erdogan está presionando para conseguir la celebración de elecciones anticipadas.

En Turquía, el papel del presidente es simbólico. Sin embargo, durante todo el periodo electoral el AKP y el mismo Erdogan hicieron campaña para transformar el régimen parlamentario en un régimen presidencialista sin ningún sistema de pesos y contrapesos. Para lograr este objetivo, Erdogan estuvo haciendo campaña de propaganda electoral para el AKP dos veces diarias (lo que está en contra de la Constitución que otorga al presidente un papel objetivo). Basta con imaginar al rey de España haciendo discursos de propaganda para el PP dos veces diarias.

Pero la pérdida de la mayoría en el Parlamento por parte del AKP también significó el final de las fantasías presidencialistas de Erdogan… por ahora. Si el AKP pudiese incrementar sus votos en unas elecciones anticipadas y el HDP se situase debajo del umbral del 10%, en ese caso, el AKP tendría la oportunidad de ir de nuevo a por el régimen presidencialista. Si no lo consiguen, muy probablemente veamos a Erdogan tras las rejas cuando termine su mandato en 2019, debido a los crímenes, a las masacres que ha cometido y a la corrupción (¡su hijo posee una flota de barcos valorada en millones de dólares!).

Estamos muy lejos del punto que nos gustaría alcanzar. Pero al menos tenemos dos partidos progresistas en el Parlamento, el AKP ha perdido la mayoría, el porcentaje total de votos de izquierdas es el segundo más alto de la historia (39%) y el dictador está preso del miedo dentro del palacio que se construyó para sí mismo el año pasado con un coste de miles de millones de euros (el Primer Ministro llegó incluso a afirmar que «Declarar el coste exacto del palacio perjudicaría la economía turca y causaría daño a la opinión pública»). Como coreamos durante el levantamiento de Gezi, «Esto es sólo el comienzo».