Título: Sicario
Dirección: Denis Villeneuve
País: USA, 2015
Género: Thriller
Intérpretes: Josh Brolin, Emily Blunt, Benicio Del Toro, Jon Bernthal, Jeffrey Donovan, Raoul Trujillo
Guión: Taylor Sheridan
Música: Jóhann Jóhannsson
Estreno en España: 13 noviembre 2015
Mientras esperamos con impaciencia la secuela de Blade Runner, que según parece está a su cargo (con producción y supervisión de Ridley Scott) nos dejamos atrapar por el excelente saber hacer del canadiense Denis Villeneuve, un director interesado en un tipo de cine que atiende tanto a las formas como al fondo, es decir alguien que cautiva no sólo por su estilo narrativo, conciso y eficaz pero espectacular si es necesario, como por las reflexiones morales o políticas que implican sus historias.
Una de las materias de meditación sobre las que versan tres de sus cuatro últimas películas (Incendies, 2010; Prisoners, 2013 y Sicario, 2015) es la del individuo enfrentado a la barbarie y a la duda moral de si para combatirla cualquier medio es legítimo. En medio queda un relato oscuro y de tintes surreales, una fascinante variación sobre el mito del doble (doppelgänger) Enemy (2013), adaptación de la novela de José Saramago El hombre duplicado. En las citadas más arriba la tortura y el deseo insaciable de venganza aparecen en escenarios muy distintos, en condiciones ciertamente muy diversas, pero en los tres casos el poso que dejan en el espectador es el desgarrador dilema que se produce cuando uno comprende las motivaciones de los personajes y a la vez se horroriza ante las atroces consecuencias a las que les conducen.
En Sicario Villeneuve no se limita a describir con descarnado y apabullante realismo la dinámica infernal del ojo por ojo que se enseñorea en el escenario de la lucha contra el narcotráfico en la frontera norteamericana con Méjico, concretamente en Ciudad Juárez, convertida en una especie de espacio mítico infernal, sino que adopta una decisión narrativa plenamente coherente con el punto de vista moral que hemos señalado: deja fuera de campo (aunque no por ello resultan menos impactante) las expresiones más crudas de violencia. Hacerlo así, teniendo en cuenta que quienes la ejecutan son representantes del “orden”, especialmente el personaje interpretado por Benicio del Toro, pudiera interpretarse como una forma velada de aminorar el rechazo que provocan sus acciones, pero no se trata en absoluto de eso, sino del modo en que el cineasta renuncia a convertir en espectáculo la obscenidad de la muerte.
Llama la atención la semejanza estructural entre este filme y La noche más oscura, dirigida por Katrhyn Bigelow en 2012 que obtuvo todos los parabienes de la Administración norteamericana hasta el punto de que se tomó como la crónica no oficial del asesinato y desaparición del cadáver de Osama Bin Laden (hace unos meses el ganador del Premio Pulitzer, Seymour Hersh, veterano periodista estadounidense, afirmaba en un artículo, publicado en la London Review of Books que lo que se relataba en la película era una sarta de mentiras inventada por la CIA y la Casa Blanca). Además de otras coincidencias argumentales que no entraré a detallar (la mujer rodeada de hombres como punto de referencia moral para el espectador, la búsqueda y destrucción del líder enemigo para evitar más muertes, incluso el uso de la misma tecnología de combate) lo más relevante es que ambos filmes muestran que la guerra sin cuartel contra los carteles de la droga, al igual que contra los terroristas islamistas, se lleva a cabo utilizando idénticos métodos que sus adversarios, sin escatimar extorsiones, torturas y asesinatos. Pero donde el filme que describe la supuesta operación de los Navy Seals intentaba justificar la utilidad de los métodos sucios e ilegales, la venganza personal del mercenario encarnado por Del Toro (por cierto, impresionante en su despliegue de recursos actorales: atención a los Oscar) no se propone conseguir el mismo efecto. Sin esquivar los aspectos más delicados de la polémica el filme concede argumentos a quienes sostienen que el fin justifica los medios pero deja claro en su brillante y terrorífico final el abismo al que nos encamina asumir tales principios. Y ésta es una reflexión que cuando se entrega este artículo, aún bajo la conmoción de la masacre parisina, se torna tan imprescindible como evidente resulta que los dirigentes políticos occidentales continúan ignorando. Lecciones de la Historia olvidadas una y otra vez. [Reportaje en Días de cine]: http://cort.as/ZAUj
RECOMENDACIONES
45 AÑOS. Andrew Haigh, 2015. Charlotte Rampling y Tom Courtenay, dos actorazos que ya justifican por sí solos la película, en una historia de amor longevo con una sorprendente vuelta de tuerca.
UN OTOÑO SIN BERLIN. Lara Izagirre, 2015. Debut esperanzador de la cineasta y exhibición de Irene Escolar; un filme oscuro que ella ilumina. Reportaje en Días de cine: http://cort.as/ZAUP
ISLA BONITA. Fernando Colomo, 2015. El humor como antídoto contra las desventuras amorosas. Un Colomo fresco y coleando como un atún en las redes de la almadraba. Reportaje en Días de cine: http://cort.as/ZAVR
DEUDA DE HONOR (THE HOMESMAN). Tommy Lee Jones, 2015. Segundo western dirigido e interpretado con mano maestra por Tommy Lee Jones, segunda pieza exquisita. El salvaje oeste contado desde una inusual perspectiva. Con Hilary Swank, dos grandes personajes con alma y honor.