Reconozco que este artículo adolece de una redacción esquemática y en consecuencia faltan matices, aclaraciones o comentarios adicionales que ayudarían a una mayor compresión de lo que quiero decir. Sin embargo, y aceptando de antemano la crítica, voy a mantener el texto en función de dos razones.

a) El límite del espacio al que los redactores debemos someternos.

b) La necesidad de concretar, siquiera de manera breve, el mensaje que quiero transmitir. Por ello voy a exponer mi criterio en una serie de puntos.

1. Considero inexcusable abordar con urgencia la alianza electoral con Podemos cara a las lecciones del próximo día 26 de junio. Por difícil que sea la negociación debemos ir con el convencimiento de que la opción en este caso es SÍ o SÍ. Tras los datos del referéndum celebrados por Podemos no cabe la menor duda de que sus bases están de manera entusiasta por la tarea.

2. Nuestra debilidad institucional no debe traducirse en ningún complejo de inferioridad o reticencia por temer una desaparición o inmersión en el otro. Nuestra Historia remota y reciente nos enseña que hemos superado, siempre y con éxito, la prueba. El riesgo no es tal cuando se tienen política, principios, experiencia en alianzas y conocimiento de quién es el enemigo común a batir.

3. El éxito de Podemos en las elecciones del pasado 20-D ha consistido en conquistar e instalarse en lo que la terminología militar denomina cabeza de playa en pleno territorio enemigo. Sin embargo si la cabeza de playa se empantana en el terreno y no sabe organizar la ofensiva, se transforma entonces en una fortaleza sitiada. Pero el avance no es posible sin alianzas, refuerzos y articulación de una estrategia que haga del ejército propio parte de una fuerza ofensiva plural cohesionada por el proyecto común. Sobre todo cuando la ofensiva pretende la victoria total y la consiguiente reestructuración, cambio y reorganización de lo que el enemigo ha construido y administrado.

4. Considero que el necesario acuerdo electoral que defiendo para las próximas elecciones, debe continuar más allá de la celebración de esos comicios. El mantenimiento del pacto institucional es solamente un componente de otra alianza de superior entidad: Se trata de ir construyendo un contrapoder ciudadano con valores, propuestas, métodos, lenguaje y formas de actuación que permitan ser la expresión de una mayoría social consciente de su fuerza y de la necesidad objetiva de su proyecto. Ello significa que, y en función de la urgencia del Cambio, el horizonte de instalarse en la Moncloa y de manera simultánea en el entramado social, debe concretarse en las elecciones de los próximos cuatro años, tras éstas del 26 de junio.

5. La razón última de la necesidad de abordar esta tarea estriba en la entidad del enemigo y su capacidad de asentar sus proyectos para unas décadas. ¿A quién llamo enemigo?

Creo que en la actual UE, con el euro, la deuda pública y privada, la sistemática violación de la legalidad de la ONU y los DDHH, la deportación en masa de refugiados y la involución democrática ha dejado de ser, si alguna vez lo fue, un proyecto capaz de servir a la concepción de que otro mundo alternativo es posible. Porque esta UE, en general, y este euro en particular, son las encarnaciones más inmediatas y cercanas a nosotros del capitalismo globalizado.

Y no se trata de acometer de manera inmediata o inminente la recuperación de la soberanía y la construcción de otro proyecto con el conjunto de fuerzas políticas, sociales y culturales europeas que ya se organizan para ello. Se trata de una puesta en marcha de decisiones que afecten a la instalación de un tejido productivo propio, una fiscalidad justa y progresiva, un uso de la Constitución actual en sus partes más utilizables (incluido el punto 4 del reformado artículo 135), una apuesta por el derecho a la salud y a la educación de calidad. Y junto a ello la atención a pensionistas, parados y dependientes. No olvidemos que sin ello, el llamado Proceso Constituyente se queda en salvas de artillería. Solamente así y con otros europeos, se podrá acometer la desvinculación con este proyecto de UE, antítesis de los DDHH, y la simultánea creación de un nuevo ámbito de Unión Europea.

6. A esa tarea deben supeditarse organizaciones políticas, sociales y culturales. Es más, quienes se impliquen en el proceso y sean más respetuosos con él, terminarán al fin y a la postre, consolidándose como organizaciones específicas y diferenciadas. La entrega al proyecto común es la seña de identidad más evidente. Recordemos nuestro pasado. El cartero vuelve a pasar por nuestra casa…