Los vinos tintos con solera es necesario decantarlos, es decir pasarlos de la botella a un decantador -recipiente con una base muy ancha y cuello más estrecho- para que los posos reposen y todo el aroma y sabor emanen en su contacto con el oxígeno. En un sentido idéntico debemos escuchar algunos discos. El procedimiento requiere mucha concentración, un habitáculo en absoluto silencio y buena acústica donde las melodías del reproductor fluyan y se expandan como pequeñas nubes de vapor musical. Sólo así podremos degustar en toda su intensidad la gran variedad de sugerencias que un trabajo como el de este mes es capaz de ofrecernos en múltiples capas entrelazadas en total armonía.

La extraordinaria obra de este mes está firmada por el violonchelista franco-estadounidense, aunque de ascendencia china, llamado Yo Yo Ma y la banda que lidera, The Silk Road Ensamble que despliega instrumentos de viento, percusión y cuerda cuya lista aunaría instrumentos característicos de medio mundo. Yo Yo Ma define a este multifacético y multicultural grupo como “una casa creativa, un lugar al que retornar para explotar nuevas formas de lenguaje artístico, encontrarse con amigos y extraños, así como hallar alegría en inesperadas conexiones”. De esta explicación proviene el título, ‘Sing me home’.

Morgan Neville, autor del maravilloso documental ’20 feet from stardom’ -que ya ocupó una columna-, lleva a imágenes las peculiaridades de este conjunto en “The Music of Strangers. Yo Yo Ma & The Silk Road Ensemble”. En el rodaje, Neville sigue a esta formación de instrumentistas, vocalistas, compositores, arreglistas, artistas visuales y contadores de historias. Una prueba más de la imparable pujanza del documental musical.

El repertorio es tanto tradicional como piezas cuya autoría corresponde a algunos de los miembros de la banda. Podemos iniciar recorrido en las tonadas irlandesas, en las sutilezas asiáticas, los encantos africanos o el cancionero tradicional europeo o norteamericano. Da igual el punto de arranque porque lo que sigue es una evolución hacia paisajes musicales con tímbricas inusuales de cualquier otra parte del mundo en donde cualquier integrante de la multibanda posa sus pies. Las voces de los temas cantados despliegan un manto sinuoso de dulces melodías fruto de la sabiduría macedonia, gallega, estadounidense, siria… Son voces que tejen telas de seda delicadas, floridas, brillantes.

Títulos como ‘Sadila Jana’, ‘Little Birdie’, ‘Ichichila’, ‘Wedding’, ‘Going home’ o ‘Cabaliño’ son pequeñas obras preciosas en sí mismas, si bien el culmen del placer está casi al final, en el corte undécimo, cuando Rhiannon Ciddens da vida a la historia de ‘St. James Infirmiry Blues’. Aquí todos los encantos de la banda arriban a su cumbre. Son algo más de siete minutos de seductores arreglos realizados por Michael Ward-Bergeman para un tema tradicional y sobre los que se eleva una voz arrebatadora para una historia cruda. La coda final en donde el blues se transforma en una exaltación deslumbrante de fanfarria balcánica acaba dando redondez a una pieza imprescindible.

Presentado el producto, tomen asiento en una sala sin ruidos molestos, cojan el CD y reprodúzcanlo en una aparto con buen sonido. Y a disfrutar, que la música es un deleite que nadie nos puede arrebatar en este mundo tan miserable y mezquino que nos toca vivir.