El análisis de los resultados electorales es una extensión de la campaña electoral con otros medios. Los datos son utilizados, algunas veces tergiversados, para apoyar las posiciones políticas de las distintas formaciones e, incluso, para las disputas internas dentro de los partidos. Quizás también existe cierto fetichismo del porcentaje, y queramos encontrar en los datos demoscópicos la medida de lo acertado o no de una determinada estrategia.
Desde las elecciones del 26J el Equipo de Análisis Electoral (1) hemos desarrollado distintos análisis de los resultados que hemos puesto a disposición de los órganos de IU y ahora, una vez concluidas el ciclo de reuniones internas y celebrada la I Asamblea Político y Social de IU, compartimos estos resultados con el conjunto de la militancia y con los y las lectoras de Mundo Obrero. Han pasado tres semanas, pero el análisis y re-análisis de los resultados dista mucho de estar cerrado. Posiblemente, como decimos en el informe, las elecciones del 26J serán una de las más analizadas de nuestra historia.
El dato fundamental del 26J es el giro a la derecha que se ha producido en nuestro país, giro que ha sido aumentado por el efecto del sistema electoral. España no escapa de la dinámica que está ocurriendo en otros países de nuestro entorno: desde Francia y Reino Unido hasta Argentina y Venezuela. La larga crisis, que ha traído momentos de movilización brillantes, en último término ha sido un factor de disciplinación de la mayoría social. La táctica del miedo no es más que una de las herramientas de la estrategia del shock. La derecha neoliberal no se conforma con gestionar, sino que aspira a transformar política, económica y culturalmente, y ha aprovechado la crisis para ello.
En España hemos vivido un ciclo de movilización histórico. Histórico, sí. Aunque este término de tan utilizado quizás haya perdido su valor, conviene recordarlo: Tres huelgas generales, el hito fundamental del 15-M e importantes movilizaciones populares de todo tipo provocaron, sobre la base de la deslegitimación de las instituciones que la crisis estaba provocando, que se abriera una importante brecha en el régimen político y social. La consecuencia electoral ha quedado clara: el bipartidismo, aunque desde diciembre se recupera hasta el 55,7 %, queda muy lejos del 83,8 % de hace apenas ocho años. Como mostramos en el informe, movilización social y deterioro del bipartidismo están unidos. Pero concluida esta etapa de movilización, la valoración de las instituciones y la confianza en el futuro económico comenzaron a recuperarse.
Esta tendencia de fondo es la que posiblemente explique el giro a la derecha el 26J y el decepcionante resultado de Unidos Podemos. En este resultado ha pesado la tendencia a la baja que Podemos mantenía desde enero de este año y no ha ayudado una campaña electoral contradictoria y errática, como explicamos en el informe. Aunque la unidad supuso un pequeño revulsivo (como se observa en el ligero aumento registrado en el CIS de mayo), este se agotó según avanzaba la campaña.
Respecto al comportamiento del voto de IU, seguramente los datos que aparezcan en un futuro puedan ser contradictorios. La movilidad electoral también tiene efectos retroactivos y el recuerdo de voto en este contexto es una base poco firme para sacar conclusiones. Desde el CIS de mayo comprobamos que había una resistencia por parte de ex votantes de IU, entorno al 30%, principalmente aquellos ideológicamente más moderados. Pero la “fidelidad” del votante de IU parece que se ha movido en términos similares a los de otros comicios anteriores. Los datos por provincias nos muestran que la dinámica electoral de UP ha estado más influida por cuestiones territoriales que por otros elementos: la dinámica ha sido mejor en las nacionalidades históricas y en otras comunidades periféricas.
La derecha ha sabido jugar la baza del miedo y del conformismo; la izquierda ha vivido de las rentas del ciclo de movilización social. Las dinámicas electorales pueden ser engañosas, pero al final se ha impuesto la tendencia de fondo conservadora. Sin embargo, más allá de los fuegos de artificio de la recuperación económica, la realidad para la mayoría social trabajadora sigue siendo la incertidumbre; la crisis permanente a la que nos somete la precarización. Combatir la resignación, unir luchas y construir una amplia respuesta social es la clave. La izquierda sólo se hace más fuerte (también electoralmente) al calor de la movilización social amplia y sostenida, alimentada por la construcción de unidad popular.
NOTA
(1) En el Equipo de Análisis Electoral colaboran Luis Ramiro, Leire Olmeda, Juan Peña, Gonzalo Caro y otros investigadores que, por cuestiones profesionales, preferimos no proporcionar los nombres.
Responsable de Análisis Electoral de IU y secretario del Departamento Ideológico del PCA