Cuando esta pasada primavera el canal internacional RT le preguntaba a Marcos Ana por todos los años que pasó encarcelado resumió diciendo que “el odio y la venganza no servían para nada”. Aquel viejo comunista, combatiente republicano, represaliado, sentenciado dos veces a muerte, privado 23 años de su libertad, arrancada su juventud y parte de su vida por el fascismo que asoló España y asesinó a miles de sus compañeros, no sentía el menor atisbo de venganza. Se ha ido como se van los comunistas hormonales, con el mismo traje de miliciano que lucieron en defensa de la República siempre adherido a su alma de guerrillero.

Marcos Ana es todo un emblema de resistencia, de impermeabilidad ante la lluvia ácida del capitalismo, de símbolo/alegoría de todo lo que somos los comunistas de hoy. Hacía gala de esa actitud sosegada a la que apelaba el camarada portugués José Saramago y que nosotros no sabemos si se hereda con los años o es un cuestión de madurez intelectual, y con esa serenidad afrontó todos los chaparrones y falacias que las oligarquías post(y pro)franquistas bufaban a través de los medios de comunicación masivos que controlan, y con esa misma entereza lo veíamos en todos los actos del partido, siempre leal, siempre atento, siempre dispuesto.

Conoció a Picasso, Alberti, Neruda, Buero Vallejo, Blas de Otero, Juan Antonio Bardem y gran parte de la orbe intelectual antifranquista y antifascista, pero sobre todo conoció a los camaradas más sencillos de su PCE, al que consideraba su casa, ese partido al que ha permanecido leal hasta el final del sus días. Miraba con dulzura y cercanía a todos los compañeros que se acercaban a saludarlo y permanecía siempre alejado de las sublimaciones, con ese tinte austero, humilde, que lo caracterizaba.

El PCE ha perdido en los últimos años a compañeros históricos como Marcelino Camacho, Armando López Salinas, Concha Carretero, Vicenta Camacho y hoy, Marcos Ana, glorias de un partido que ellos mismos construyeron, con el que todos y todas hicieron historia y que fue la herramienta que emplearon para luchar contra la injusticia social y siempre por unos principios a los que fueron fieles. Es sorprendente, en el caso de Marcos Ana, como después de 23 años de presidio y torturas, sale de la cárcel y se enrola en cuanto consigue salir de España, ya en París, de nuevo al partido en el exilia para luchar contra el fascismo español.

Impagable la deuda que tod@s los comunistas tenemos con una persona tan íntegra, humana y coherente como ha sido nuestro camarada poeta. La desaparecida actriz Emma Cohen recitó en mi disco “Las voces que no callaron”(Atrapasueños 2012), su poema ‘Mi corazón es patio’, versos desgarradores de su eterna estancia en prisión que sonaban vibrantes en la voz de Emma:

La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.

Hasta siempre compañero, que la tierra te sea leve.