“Todo derecho, todo código, es construcción social, relación social de fuerzas” Joaquín Miras

Decíamos, al publicar la primera parte de estas reflexiones sobre el tema de Cataluña y su derecho a decidir su permanencia o salida del Estado español, que si como comunistas debemos reconocer el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, también como comunistas y en defensa de los derechos de los trabajadores si el referéndum tuviera lugar deberíamos defender el voto negativo a la propuesta por cuanto la independencia de Cataluña del resto del Estado español perjudicaría notablemente los intereses del conjunto de esa clase trabajadora por cuya emancipación lucha nuestro partido. Desde entonces la cuestión ha tomado cuerpo y alarma social, se hizo pública una versión de la llamada ley de transitoriedad para hacer efectiva la secesión en caso de ser aprobada por mayoría simple y el Govern ya ha fijado oficialmente la fecha del 1 de octubre para la celebración del referéndum. Así pues, lo que la prensa sensacionalista (¿hay otra?) ha venido titulando como “el choque de trenes” ya tiene fecha y calendario. Vendrá el verano, llegará la celebración del 11 de setiembre y los acontecimientos cobrarán un ritmo inusitado. Expectativas e inquietudes se han abierto y la necesidad de abordar unas y otras debe ser asumida por nuestro partido.

El sol ho encén tot, però no ho consum. Joan Salvat-Papasseit.

Para empezar quizás sería bueno antes de nada desmontar esa metáfora ferrocarrilera con que se ha venido expresando y malinterpretando el problema pues representar con esta imagen de “choque de trenes” el conflicto supone aceptar una mecánica inevitable que incluye una visión catastrofista de una realidad que estaría sometida a las rígidas circunstancias de unas vías férreas e inflexibles. De buscar comparaciones, mejor hubiera sido hablar del encuentro (desencuentro, más exactamente) entre una tuneladora, made in Catalonia is not spain y una muralla con geometrías y cimientos de la Constitución de 1978. Y hablando de los cimientos y muros de esa Constitución parece oportuno recordar que esa Constitución emergió de los acuerdos que las fuerzas de la oposición antifranquistas, agrupadas en la llamada Platajunta antifranquista, consensuaron con las fuerzas reformistas del gobierno de Adolfo Suarez. Una oposición que acabaría postergando dos de los puntos que hasta el momento se habían venido reivindicando: el derecho de autodeterminación de los pueblos de España y la necesidad de un referéndum para decidir la forma de Estado. Dos puntos fundamentales que, digamos, la correlación de fuerzas en aquellos momentos se llevó por delante pero que siempre han estado presentes, con mayor o menor intensidad, en la realidad política española y que, ahora, el conflicto con Cataluña ha vuelto a poner sobre el tapete. Dos zonas débiles de esa muralla constitucional que la excavadora soberanista trata de perforar. Dos agujeros negros por los que se viene desangrando el llamado régimen del 78.

els altres qui l’avencen, tots d’adreça al mercat. J. S-P.

Al referéndum convocado por las fuerzas soberanistas presentes, con mayoría simple, en el Parlament catalán, se le ha venido calificando de referéndum inconstitucional, unilateral, ilegítimo, ilegal y vinculante, y entre fuerzas políticas que vienen defendiendo la unidad de la nación España hay quienes hablan de golpe de Estado en marcha. Evidentemente inconstitucional lo es de manera clara: desde el momento en que la Constitución del 78 no recogió el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, que, entre otras fuerzas, venían defendiendo tanto el PSOE como PCE, ese derecho quedaba fuera del marco constituyente. Por las misma razones no puede dejar de ser unilateral en cuanto que las fuerzas constitucionalistas se niegan a la posibilidad de crear, vía reforma, las condiciones para su constitucionalidad. Sobre la legitimidad las argumentaciones abandonan el espacio jurídico para centrarse, entre otras razones y argumentos, en cuestiones de orden histórico y económico. Por un lado la historiografía pertinente, dividida al respeto, recuerda que Catalunya nunca tuvo existencia como nación independiente mientras que, por otro, no deja de señalarse la continuidad de un conflicto ya presente durante el dominio de los Austrias, acentuado después de que la nueva monarquía de los Borbones impusiese bajo el Decreto de Nueva Planta una configuración territorial centralizada. Un enfrentamiento histórico que rebrotará en 1873 durante la I República para hacerse claramente visible con ocasión de la proclamación, unilateral, de la República catalana por parte de Francesc Macià en el año 31 y del Estado Catalán por Companys en el 34. Por otro lado y dejando, hasta donde es posible hacerlo, la historia al margen, las argumentaciones de raíz económica han venido ocupando un buen espacio en la polémica: que si el déficit, que si España nos roba. En este aspecto considero la necesidad de recordar que la riqueza diferencial de Catalunya respecto al resto de la población del Estado, ya en PIB ya en renta per cápita, no deja de ser el resultado de la extracción de plusvalías que la clase capitalista y empresarial afincada en Cataluña ha venido ejecutando sobre todo el conjunto de una clase trabajadora obligada a vender su fuerza de trabajo. Desde esa realidad los comunistas defendemos y defenderemos el trasvase de recursos económicos entre los territorios con mayor producción de plusvalías a los de menor riqueza y rechazamos y rechazaremos cualquier reclamación que pudiera consolidar identidades construidas sobre desigualdades económicas de privilegio. De ahí también nuestro rechazo a los conciertos económicos actuales existentes respecto al País Vasco y Navarra.

pren tot d’una / l’aire d’emprendre un nou destí. J. S-P.

Entendemos el referéndum como legítimo en cuanto que el derecho de autodeterminación es un derecho de Catalunya como nación histórica por más que las circunstancias sociales, económicas y políticas presentes reflejen el dominio y el interés de la clase burguesa catalana. Es sobre su condición de nación “oprimida histórica y políticamente” que se levanta la legitimidad del referéndum y no sobre una pretendida opresión económica. Derecho de autodeterminación como derecho de una nación oprimida a lo largo de una trayectoria histórica donde la correlación de fuerzas no le ha permitido cumplir con su voluntad de nación Estado sin que quepa hablar de una supuesta ciudadanía oprimida por el resto de los ciudadanos de España. Porque puestos a hablar de opresión económica del pueblo catalán entonces, los y las comunistas, sin negar ese derecho a decidir, habremos de manifestar que estamos precisamente en contra de la secesión en cuanto que ese hecho facilitaría e incrementaría la opresión económica que las burguesías, a uno y otro lado del Ebro, aplican a la clase trabajadora como conjunto. Una clase trabajadora con escaso peso en la correlación de fuerzas dentro de la realidad actual de Cataluña lo que no deja de ser una circunstancia que caracteriza al actual proceso político catalán.

Res no és mesquí/ ni cap hora és isarda. J. S-P

Obvio también que desde el momento en que la autodeterminación es anticonstitucional su ilegalidad viene dada. Pero incluso la teoría política más burguesa acepta que ilegalidad e ilegitimidad no son esferas coincidentes. Los comunistas entendemos el derecho de autodeterminación como una aspiración legítima y por tanto consideramos que es ilegítima la actuación de aquellas fuerzas políticas que se muestran incapaces de dar soporte legal a una reivindicación, el derecho a decidir, reclamada por una parte cuantitativa y cualitativamente relevante de la sociedad catalana. Defendemos que es la sociedad española en su conjunto la que debe de asumir políticamente la necesidad de articular las medidas políticas y jurídicas necesarias para que las distintas naciones presentes en nuestro estado expresen el tipo de relación que desean mantener entre sí en cada momento histórico, estableciendo los correspondientes mecanismos de desconexión en el caso de que tales procesos fueran necesarios. En ausencia de esto, la reclamación efectiva del derecho de autodeterminación nos resulta legítimo y las responsabilidades derivadas de su “ilegal” puesta en marcha serán responsabilidad de aquellas fuerzas que impiden convertir lo legítimo en legal.

Ara No Es Fa, Pro Jo Encara Ho Faria. J. S-P.

Nosotros, los comunistas y las comunistas, no debemos permanecer inactivos ante el conflicto que se nos viene encima. Y no deberíamos limitarnos a manifestar nuestro acuerdo sobre el derecho a decidir y nuestro desacuerdo con la propuesta de secesión que el referéndum contiene. Hubiera sido más transparente que la pregunta a plantear permitiese distinguir entre una y otra opción, entre el aceptar el derecho de autodeterminación y el defender la independencia. En todo caso nuestra obligación como comunistas es dar a conocer a los ciudadanos de toda España y muy especialmente de Cataluña tanto nuestro aceptación de que el referéndum tenga lugar como nuestro rechazo a la secesión que en él se planea. Es necesario actuar y acaso como primer paso nada sería mejor y más congruente que impulsar como partido comunista, a través de las organizaciones en las que estamos presentes, la convocatoria en todas las Comunidades Autónomas de manifestaciones y concentraciones reivindicando el derecho a la autodeterminación de los pueblos de España el próximo día 11 de setiembre, el mismo día en que el nacionalismo catalán celebra su fiesta nacional.