Un año de lucha y de dirección de Izquierda Unida. El 5 de junio de 2017, la actual dirección de Izquierda Unida cumplió un año. Sin duda el trabajo realizado merece dedicarle estas líneas y una reflexión pausada.
La XI Asamblea de Izquierda Unida fue el primer espacio donde las afiliadas eligieron directamente a su dirección y pudieron votar los documentos políticos. Este hito ha marcado una apuesta clara por la transformación de IU en una organización más transparente, democrática, participativa e incluso me atrevería a decir revolucionaria; o al menos coherente y consecuente con sus principios.
Nada más empezar el mandato tuvimos que afrontar las elecciones generales del 26 de junio, un reto para todos los actores que conformábamos la coalición Unidos Podemos. En esas elecciones los resultados no fueron los que hubiésemos deseado, sobre todo porque no sirvieron para acabar con el sufrimiento del pueblo sometido a recortes y pérdidas de derechos. De esas elecciones recuerdo perfectamente el importante trabajo de coordinación con los compañeros de otras organizaciones, las plazas de los pueblos abarrotadas de ilusión y de esperanza y la posibilidad de trasladar la unidad que habíamos conocido en las movilizaciones, en los desahucios y en los barrios, al ámbito institucional.
Sin embargo, creo que lo más destacable no es lo institucional, lo más destacable es el enorme trabajo desarrollado por la base y por el equipo de dirección, para llevar a cabo los objetivos que nos marcamos entre todas en la Asamblea Federal. Para ello pusimos en marcha un cambio de modelo organizativo que debe conseguir que cualquier persona afiliada pueda, año a año y al final de nuestro mandato, saber si se han cumplido los objetivos y las propuestas que figuran en el documento de la Asamblea Federal. Para ello pusimos en marcha el plan de acción de Izquierda Unida, una planificación del trabajo a desarrollar por la dirección durante el año siguiente.
Este año hemos avanzado en la reducción de órganos a todos los niveles, la mayoría de las direcciones autonómicas o nacionales se han elegido mediante el voto directo de la militancia (a excepción de Valencia y Asturias). Cuando decimos dirección no hablamos del coordinador solamente sino de toda la dirección completa y los documentos políticos con los que se presentan.
Se ha fijado el salario máximo de los dirigentes políticos y de los cargos públicos para no pudiesen superar nunca 3 veces el SMI, siendo coherentes y cumpliendo por primera vez lo que decían nuestros estatutos, y aquí hemos de ser sinceros y reconocer que hasta ahora no se había cumplido (a excepción de los cargos públicos que lo hicieron por coherencia).
Hemos mejorado en elementos como la transparencia, hoy en día cualquier afiliado puede consultar las actas de los órganos en la web, se retransmite parte de las reuniones de los órganos de dirección por streaming, se aprobaron todas las contrataciones en la Coordinadora Federal y el plan de viabilidad con los presupuestos, una organización con las ventanas abiertas para permitir un control permanente por parte de la afiliación y de la ciudadanía.
La aprobación de los referéndums revocatorios ha marcado otro hito en la puesta en marcha de mecanismos de democracia participativa y de control. Con esta medida la militancia de IU puede solicitar la revocación de un cargo público y también de un miembro de la dirección (sea local, autonómica o federal) si ha incumplido con su compromiso con la organización o el programa con el que se presentó. Esta medida no existe en ningún partido, es un elemento que, añadido a la elección de las direcciones por sufragio directo de la militancia, hace de Izquierda Unida una de las organizaciones más democráticas y participativas de todos los partidos de la historia del estado español.
No puedo dejar pasar la oportunidad para destacar las medidas puestas en marcha para luchar contra la situación que vivimos de robo permanente, de explotación, de corrupción y de impunidad. Se ha puesto en marcha la campaña de precariedad “Qué no nos jodan la Vida” para no solo denunciar la precariedad sino también apoyar los conflictos y reforzar la movilización pueblo a pueblo, barrio a barrio. El apoyo a los conflictos de “las kellys”, de Coca Cola, de Movistar, de Indra, la plantilla de Nissan en Ávila, de las y los estibadores, las marchas por la ciencia, la lucha por la defensa de Doñana, la lucha contra las nucleares, la lucha contra el olvido y la impunidad, la lucha contra el techo de gasto, la denuncia de los horrores de la guerra y la participación en todas las movilizaciones de este año (Marea blanca andaluza, Marchas de la dignidad, Marea verde contra la LOMCE, 8 de Marzo, TTIP y CETA…).
Pero no solo hemos apoyado los conflictos, nos hemos personado como acusación en el Caso Lezo contra el PP (junto con otros movimientos sociales), seguimos adelante con la querella Bárcenas y conseguimos la puesta en marcha de la comisión de investigación contra la estafa financiera de nuestro país. En ese sentido el apoyo a la moción de censura como una cuestión ética y de honestidad frente a la impunidad de los chorizos.
Todo este trabajo lo hacemos con un objetivo estratégico, construir y afianzar la unidad popular para alcanzar una sociedad más justa, que acabe con este régimen de miseria e injusticia. No queremos ser como el resto de partidos, queremos construir una organización que sea digna de representar y organizar a las personas que sufrimos las consecuencias de la crisis, que sea coherente con sus principios, donde no quepan ni tarjetas black ni personas que vengan a forrarse con la política.
Queda mucho trabajo por hacer, para ser un movimiento popular y no un partido al uso, dejar de representar a nuestra clase para ser parte de la lucha diaria de nuestra clase, construir espacios de socialismo en el día a día, cambiar las relaciones de poder y generar espacios igualitarios y feministas. Estos retos y muchos más son los que nos hacen pensar que este año solo es el principio de un futuro de lucha y de dignidad.
Responsable de Organización y Finanzas de Izquierda Unida