El modelo productivo español, basado en desregulación, los bajos salarios, la apuesta por el turismo y la construcción, ha abocado a la juventud trabajadora a una permanente situación de precariedad. Pero lo que es más peligroso es que después de las últimas reformas laborales y los recortes en derechos que se han llevado a cabo a lo largo de estos diez años de crisis se ha producido una normalización de esta situación que en definitiva supone negarnos un proyecto vital a los y las jóvenes.
Es bajo este marco donde se asienta la mal llamada economía colaborativa. Detrás de este término se encuentran unas nuevas relaciones laborales que rechazan y fulminan los derechos conquistados por generaciones anteriores con formas de explotación que hubieran sido inasumibles hasta hace poco. Se integran modelos basados en el desarrollo de plataformas tecnológicas que generan una interacción entre usuarios y trabajadoras para compartir, alquilar o comprar un bien o un servicio. De esta forma se intenta negar la relación laboral existente entre empresa y trabajador, principalmente a través de externalizaciones. Surge por lo tanto la figura del falso autónomo donde la negociación colectiva o la legislación laboral pertinente brillan por su ausencia.
Ante esta situación la juventud obrera nos encontramos ante una realidad en la que coexisten diferentes contextos laborales: sectores “tradicionales”, donde el sindicalismo de clase está asentado y otros escenarios en los que las relaciones laborales son completamente nuevas y por tanto deberemos de buscar una nueva forma de intervención sindical. Ejemplo de esto último ha sido la lucha de los repartidores de Deliveroo. Sin un centro de trabajo común (pues este abarca toda la ciudad) han conseguido unirse, organizarse y convocar una huelga en el sector además de denunciar su situación como falsos autónomos. Otro ejemplo es la reciente huelga llevada a cabo en el centro de San Fernando de Henares de Amazon. Una empresa con beneficios millonarios que cuando ha querido empeorar las condiciones laborales se ha encontrado enfrente a una plantilla unida con el apoyo social materializado en un boicot a la empresa. Y no podemos olvidarnos de que la precariedad, además de afectar especialmente a la juventud, también tiene rostro de mujer. Los trabajos ocupados mayoritariamente por mujeres además de tener un menor reconocimiento social se caracterizan por los bajos salarios, las jornadas a tiempo parcial y la temporalidad. Pero pese a todas las dificultades es posible plantear batalla y ganar. Así nos lo han hecho ver las trabajadoras de Bershka de la provincia de Pontevedra que tras nueve días de huelga han conseguido vencer a un gigante como Inditex.
Reivindicaciones y recuperación de derechos
El papel de la innovación tecnológica, con la robotización de los procesos productivos, no debería suponer una amenaza a los puestos de trabajo sino todo lo contrario: la creación de las condiciones materiales para que el trabajo necesario sea cada vez menor y por lo tanto se produzca una disminución de la jornada laboral. Cien años después de que los obreros de la Canadiense consiguieran (a base de intensas huelgas) la jornada de 8 horas, el movimiento obrero debe volver a retomar la apuesta por la disminución de la jornada laboral sin reducción salarial: trabajar menos para trabajar todas. Porque si queremos asegurar una vida y desarrollo personal dignos debe reconocerse el derecho a unas condiciones laborales adecuadas, extendiéndose estas al salario, la jornada, los derechos democrático-laborales, los servicios públicos y las percepciones de ingresos durante momentos de paro, incapacidad laboral o jubilación. Urge también acabar con las ETT’s y con todos los contratos fraudulentos que afectan especialmente a la juventud y que bajo el paraguas de los contratos en formación, prácticas o becarios, enmascaran lo que realmente es una relación laboral. Necesitamos derogar las reformas laborales que han abaratado el despido, fortalecer la negociación colectiva y apostar por un nuevo modelo productivo en el que se lleve a cabo una reindustrialización del país. Todo esto en el marco de la superación del actual Régimen del 78 y del abandono de las ataduras de la Unión Europea y el euro que imposibilitan cualquier alternativa en pos de la soberanía y los derechos de los y las trabajadoras.
Este 1º de mayo tenemos una gran oportunidad para continuar la lucha que han retomado recientemente el movimiento feminista y los y las pensionistas. Porque para hacer frente a la precariedad y al Régimen que la sustenta necesitamos una lucha continuada, que aglutine al mayor número de trabajadores y trabajadoras, al que se sume la juventud y que se encamine hacia un incremento de las luchas hasta desplegar la mayor herramienta que tiene nuestra clase en la defensa de sus derechos: la Huelga General.
Responsable del Área Sectorial de Obreros de la UJCE