La calle de Marcelino Camacho –una promesa incumplida hasta ahora desde hace al menos diez años– ya es una realidad. No ha sido suficiente lograr acuerdo mayoritario del Ayuntamiento de Madrid, sino que ha habido que superar el recurso interpuesto por una fundación franquista contra los cambios en el callejero que había decidido democráticamente el consistorio, pero Marcelino Camacho lleva el nombre de un paseo en Carabanchel, que sustituye al del general franquista Muñoz Grandes, el que fuera responsable de la División Azul. Las comparaciones son odiosas, y ésta lo es especialmente.
Cientos de personas se dieron cita en un emotivo acto de inauguración, en el que además de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, también intervinieron el tercer teniente de alcalde, Mauricio Valiente; la concejala de Carabanchel, Esther Gómez; los hijos de Marcelino y Josefina, Yenia y Marcel; Unai Sordo y Jaime Cedrún, dirigentes de Comisiones Obreras; Álvaro Aguilera, secretario general del Partido Comunista de Madrid, Esther Lopez Barceló, responsable de Memoria Histórica de IU, junto a representantes vecinales de Carabanchel. También lo hicieron una representante vecinal de C’s y un concejal del PP que, tras ser sonoramente abucheado por los cientos de vecinos asistentes a causa de la actitud mantenida por dicho partido en relación con este caso y en general, con la Memoria Histórica, sólo pudo hacer audible su intervención tras la petición de Marcel, hijo de Marcelino, que el auditorio atendió inmediatamente.
Como señalaron unas y otros intervinientes, ni la lucha por la democracia y por los derechos de los trabajadores se puede entender en nuestro país sin Marcelino Camacho y lo que representa, del mismo modo que no se entiende la figura de Marcelino sin las Comisiones Obreras y sin el trabajo de miles de militantes como él del Partido Comunista, tejiendo el hilo rojo de la historia de nuestra clase.
Álvaro Aguilera, secretario general del PCM, iniciaba su intervención aplaudiendo la desaparición del callejero de un «asesino fascista”, entre aplausos de los asistentes, para señalar que la instalación de una placa con el nombre del Marcelino Camacho es «un ejercicio de decencia democrática y de insurrección civil» y que el mejor homenaje a Marcelino Camacho está en mantener su lucha, como lo hacen hoy los colectivos en lucha contra las condiciones de trabajo brutales que padecemos de modo creciente los trabajadores en este país.
Mauricio Valiente, tercer teniente de alcalde de Madrid, y también militante del PCE, señaló la importancia simbólica de este cambio de nombres en el callejero madrileño y puso énfasis en que si esto se había logrado es porque había existido movilización. “Nadie nunca nos regaló nada”, citó, y dijo que ese es el ejemplo de Marcelino y de tantos y tantas que se comprometieron y se comprometen para cambiar las cosas.
Por su parte Esther López, responsable federal de Memoria de Izquierda Unida, dijo que el nombre de Marcelino Camacho en una de sus calles «convierte a Madrid en una ciudad más bella» y que hoy es un día importante para la historia porque “es revolucionario que en tiempos oscuros se realicen actos por la memoria como este). “Decía Marcelino que el derecho de huelga se defiende ejerciéndolo, y hoy –señaló – estamos ejerciendo nuestro derecho a hacer memoria para construir una ciudad democrática para un país nuevo”.
Durante todo el acto, los asistentes no dejaron de corear «¡Viva la lucha de la clase obrera!» o “CC OO, sindicato trabajador” y cantaron La Internacional cuando Marcel y Yenia, los hijos de Marcelino y Josefina, descubrieron la placa con el nombre de “Paseo de Marcelino Camacho”.