Lo primero que me gustaría aclarar es que la definición de Europa es desde el Atlántico hasta los Urales, la Unión Europea es otra cosa e intentaré no confundir en este texto un concepto con el otro.
La Unión Europea como sabemos, se encuentra sumida en una profunda crisis tanto económica, social como política. Los desequilibrios a todos los niveles se han incrementado durante los últimos años. Los elementos más relevantes son el ascenso de la extrema derecha y la profunda crisis de la socialdemocracia, pero debemos reconocer que el descontento y las protestas contra las políticas de austeridad no están siendo rentabilizados por la izquierda a pesar de que deberían ser oportunidades para crecer a través de las movilizaciones y el debate político.
No estamos siendo una alternativa política al nacionalismo trasnochado o al racismo, la xenofobia y el patriarcado de la derecha, extrema derecha y sus políticas capitalistas. Los derechos de las trabajadoras y los trabajadores, el estado de bienestar y la negociación colectiva son los principales objetivos de esas políticas que debemos rechazar junto a quien las provoca que son los tratados europeos, que se basan en los principios de competitividad, desregulación y liberalización. En resumen, el poder del gran capital domina Europa a través de sus instituciones y de los gobiernos nacionales.
En este periodo de lucha de clases exacerbada necesitamos un instrumento al servicio de los intereses de la gran mayoría de la sociedad europea, que defienda la perspectiva del socialismo democrático para los pueblos de Europa.
Cuando desde el PIE, y a propuesta del PCE, se planteó dirigirnos al conjunto de la izquierda política europea (como luego explicaré refiriéndome al Foro de fuerzas progresistas y de izquierdas), a las fuerzas políticas, sociales, sindicatos y a la ciudadanía, se pretendía abrir amplios espacios de debate y frentes de lucha para conseguir mayorías dispuestas a cambiar las relaciones de fuerza a favor de los pueblos.
El Foro de fuerzas políticas, que se reunió por primera vez en el año 2017 en Marsella y por segunda en noviembre de 2018 en Bilbao, trata de construir un espacio que busque puntos básicos de coincidencia entre fuerzas diversas de carácter ecologista, progresista y de izquierda europeas, en un proyecto de articulación de un espacio europeo que reúna a las fuerzas que no asumen el pensamiento neoliberal y que vaya más allá de las cuestiones electoralistas.
Se planteó esta iniciativa desde la necesidad de dar respuesta también al avance de las ideas reaccionarias, a las que antes aludía, xenófobas, homófobas y patriarcales en toda Europa, ya que es mucho lo que nos une desde la pluralidad y diversidad.
Este Foro no pretende ser un Foro Social que sustituya al Altersummit, espacio europeo conformado por movimientos sociales y sindicatos europeos y que está haciendo un buen trabajo a pesar de las dificultades. Es un Foro político que en un momento de avance del fascismo en Europa pueda recuperar políticas unitarias que nos permitan elaborar unos puntos mínimos sobre los que construir un Consenso Europeo basado en una nueva sociedad, con justicia y progreso social, desde un amplio consenso para construir colectivamente una alternativa real europea a las políticas neoliberales y militaristas de la Unión Europea.
No negamos que este proyecto tiene sus dificultades, pero somos conscientes de que si mantenemos la actual dispersión de las fuerzas progresistas, ecologistas y de la izquierda, está asegurado que la historia nuevamente nos desbordará.
En este segundo Foro fuimos más allá, y acudieron las Fundaciones del PIE, de los socialistas y de los verdes. Hubo también un encuentro de sindicalistas, de jóvenes y de mujeres, que han elaborado acciones para el 8 de Marzo y el 1 de Mayo de 2019 y se está preparando un acto europeo antifascista.
Es bueno también resaltar que al Foro han sido invitadas Fuerzas Políticas de otras regiones del Planeta, de forma especial una delegación de América Latina, a través del Foro de Sao Paulo, y diversas fuerzas políticas del norte de África y de Oriente Medio.
Por otra parte, y ya cara a las elecciones del Parlamento europeo, tanto la Plataforma programática que está preparando el PIE -y que se cerrará el día 26 de enero en Bruselas-, como la declaración de Ahora el pueblo o la declaración que se está preparando por partidos comunistas europeos u otras más que aparecerán por parte del DIEM 25, por ejemplo, son normales y lógicas en un marco electoral.
La izquierda europea ha estado y aún está muy dividida y además ha creado más espacios de confrontación que de unidad. Ahora es el momento -y es bastante tarde- de dejar de mirar lo que nos separa y crear marcos de debate y acuerdo, respetando las diferencias.
No se trata de perder las identidades, sino de construir frentes comunes intentando evitar el sectarismo y los personalismos, que aún prevalecen a veces, desgraciadamente.
Mi objetivo puede ser el comunismo, el de otros el socialismo o una Europa sostenible y en igualdad. Unidad no es uniformidad. Ese no es el problema. El verdadero problema es que tenemos una UE con políticas neoliberales y de tintes imperialistas, con millones de parados y paradas, pobres, sexismo, homofobia, racismo… y hay que dar soluciones a la inmigración, a la falta de alojamiento, acabar con la austeridad, con todas las desigualdades y luchar por la paz. Y estas luchas no pueden esperar a mañana.
El resultado de las elecciones europeas va a cambiar probablemente muchas cosas y tengo la esperanza de que el resultado no sea tan favorable como parece hacia la extrema derecha y que la izquierda y las fuerzas progresistas mantengan un buen resultado, aun sabiendo que el Parlamento europeo es un dinosaurio que sirve para poco y que es la Comisión formada por las fuerzas que conforman los gobiernos de los países de la UE la que finalmente decide y estos gobiernos son mayoritariamente neoliberales.
Sin embargo, el resultado será una prueba de fuego del estado de la ciudadanía de los países de la UE. Una fuerte abstención y/o una relación de fuerzas muy mayoritaria entre las diferentes fuerzas de derecha y extrema derecha sería un indicativo de la descomposición del modelo de UE y un motivo de reflexión para el PIE y para las fuerzas que están en desacuerdo con el modelo construido, así como para sindicatos y movimientos. Ya tenemos el ejemplo del Brexit.
En lo que se refiere al PIE es obvio que tendrá influencia en su Congreso, que tendrá lugar a finales de 2019. La evolución, no sólo de Europa sino del mundo, desde el año 2016 que tuvo lugar el anterior Congreso del PIE, obliga a plantearse su funcionamiento y las alternativas que tenemos que dar y, sobre todo, con quién y cómo construir éstas. Por eso, espacios como el Foro europeo son tan importantes.
Vicepresidenta del PIE