El 6 de diciembre el PCE volvió a reafirmar su compromiso de ruptura con el régimen del 78 y una Constitución cuyos contenidos sociales no se cumplen y que no sirve para resolver las problemáticas a las que nos enfrentamos. Si el 6 de diciembre supone la negación a un régimen, el 14 de abril se expresa nuestra alternativa: la construcción de la Tercera República al servicio de los trabajadores y las trabajadoras de este país.

Se cumplen 88 años desde la proclamación de la Segunda República. Una época de avances para la clase trabajadora, para las mujeres y para los pueblos que se vio truncado por el fascismo, el último recurso al que han recurrido los capitalistas de forma recurrente cuando han visto que sus privilegios corrían peligro. Cuando celebramos el 14 de abril no miramos al pasado de forma nostálgica lamentando lo que no pudo ser, pero no por ello olvidamos que fueron los grandes empresarios y banqueros, con el apoyo del ejército y la jerarquía eclesiástica, quienes tumbaron a sangre y fuego la esperanza de todo un pueblo. Conviene no olvidar nuestra historia por el resurgir, aunque sea bajo otras formas, de las formas más autoritarias de dominación del capital y por quienes pudieran pensar que una transformación fácil y sin resistencia de las clases poseedoras es posible.

El futuro no está escrito, pero parece claro que una institución tan caduca y opaca como es la monarquía está abocada a desaparecer más tarde o temprano. La cuestión entonces es cuanto tardamos en hacerla caer y si la ruptura se da en clave popular o como revolución pasiva por parte de la clase dominante.

Apelamos por lo tanto a esa juventud que se reclama de forma mayoritaria republicana, al estudiantado que ha participado de forma masiva en los referéndums de las universidades, a la juventud trabajadora que no quiere tener un rey que nadie eligió como jefe de Estado, para que salga a la calle este 14 de abril a exigir república. Es necesario que el aumento del sentimiento republicano entre el conjunto de la población, pero especialmente entre la juventud, tenga su correlato en grandes movilizaciones el día de la república.

En los países de nuestro entorno no hay ninguna diferencia sustancial entre quienes viven bajo la forma de monarquía o de república: la clase trabajadora se enfrenta en definitiva a los mismos problemas independientemente de si elige al presidente en las urnas o persiste la forma medieval de la sucesión por vía familiar. Si luchamos por la república no es por lo tanto únicamente por el obvio avance en materia democrática que esto supondría sino principalmente porque es la alternativa al régimen del 78. Porque bajo esta etiqueta se engloba la forma de dominación capitalista que se ha dado en nuestro país finalizada la dictadura franquista. Un régimen que se basa en la defensa de la economía de mercado, en la pertenencia a las estructuras de la OTAN y la Unión Europa y que tiene como uno de sus principales pilares a la monarquía.

Si por algo se tiene que caracterizar la juventud es por el espíritu de rebeldía y el inconformismo. Por eso pese a que vivamos un presente de inseguridad, precariedad e incertidumbre hacia nuestro futuro está en nuestras manos que el resto de nuestras vidas no continúe por el mismo camino. Nuestra generación apuesta claramente por un país donde hombres y mujeres vivamos en plena igualdad. También hemos salido a las calles para decir basta ante la degradación del planeta que provoca este sistema irracional. Estamos hartos de tener que encadenar trabajos basura y no podemos soportar que los altos alquileres nos impidan emanciparnos. Frente a esa realidad la esperanza tiene forma de república. El primer paso: salir este 14 abril a llenar las calles.

Secretario General UJCE