Las elecciones europeas están marcadas por las dinámicas nacionales, más que por movimientos políticos europeos. Sin embargo, sí podemos extraer algunas tendencias generales, aunque estas deben ser afirmadas con cautela. Entre estas tendencias podemos observar el ascenso de la extrema-derecha, también de liberales y verdes, y el descenso del centro-derecho y la socialdemocracia. Las formaciones de izquierda también han registrado un ligero descenso, concentrado en España e Italia.
El hecho más destacado de las elecciones europeas de este año ha sido el ascenso de la extrema derecha. Posiblemente, la imagen de este ascenso es la formación de un polo de extrema-derecha liderado por Matteo Salvini, de la Liga. Este polo está formado, principalmente, por la Liga de Italia y el RN francés, antiguo Frente Nacional. Por primera vez, estas fuerzas de extrema-derecha podrán constituir, junto a eurodiputados/as austriacos, belgas y checos, un grupo propio en el Parlamento Europeo, algo que habían estado ya a punto de conseguir la pasada legislatura. Este grupo estará formado por 58 eurodiputados, el 7,7% del parlamento europeo.
Sin embargo, en este grupo solo se integrarán una parte de la extrema-derecha europea. Como hemos analizado en estas páginas con anterioridad, la extrema-derecha en Europa desarrolla discursos y estrategias variadas, aunque coincidan en un discurso de odio y miedo a la izquierda, la inmigración y el feminismo. De esta manera, el UKIP, que con una nueva plataforma pro-Brexit ha vuelto a ganar en el Reino Unido, y el AfD alemán volverán a formar el grupo EFDD, junto al Movimiento 5 Estrellas, en una extraña alianza. La gran mayoría de las fuerzas de derecha radical, especialmente los ultras religiosos, se integrarán en el grupo conservador, donde posiblemente acabe Vox. En este grupo, tradicionalmente ligado a los conservadores británicos, han ido ganado las fuerzas más radicalizadas de la derecha. En esta legislatura, los ultras polacos (PiS), los herederos del fascismo italiano (FdI) y los evangelistas holandeses tendrán más diputados que el PC del Reino Unido, que será la cuarta delegación en el grupo que fundó. El Fidesz húngaro, que desarrolla una política radical anti-social y racista, se integrará, con sus 13 eurodiputados/as, en el grupo del Partido Popular Europeo. Otras fuerzas, como Amanecer Dorado (Grecia) y Jobbik (Hungría), tienen un discurso y estética tan radical que, incluso, no son aceptados por sus correligionarios de la extrema-derecha. En total, desde neofascistas a ultras religiosos, pasando por radicales nacionalistas, la extrema-derecha supera los 160 eurodiputados/as, el 22% del Parlamento Europeo.
La extrema-derecha, como hemos dicho, no es un grupo homogéneo, de ahí la relevancia del polo creado por Salvini y Le Pen. Su apoyo tampoco es homogéneo, aunque está extendiendo su presencia a cada vez más países. Su peso, medido por número de europarlamentarios/as, es más fuerte en los países del centro y del este, y menos en los países escandinavos y en el sur, salvo en Italia.
Otros grupos que han visto aumentada su relevancia son los liberales (ALDE&R) y los verdes (Greens), que comparten grupo con las formaciones nacionalistas de la Alianza Libre Europea (EFA). El grupo de liberales y radicales, con 106 eurodiputados/as, se acerca a los dos grupos tradicionalmente dominantes del Parlamento Europeo: populares y socialdemócratas. El aumento de los liberales ha sido especialmente fuerte en Francia y el Reino Unido. Por regiones, su peso es mayor en los países escandinavos, centro y Reino Unido, y menor en el sur. Su evolución ha sido similar a la del grupo Verde, que también ha crecido fuertemente en el Reino Unido. De la misma manera, las formaciones ecologistas tiene un mayor peso en el centro y norte, con una presencia pequeña en el Este y en el Sur, donde solo obtiene el 3% y el 2,2% de los/as eurodiputados/as en disputa.
Por el contrario, los grupos políticos que más han retrocedidos han sido el popular y el socialdemócrata. De nuevo, hay que subrayar que esta evolución no es homogénea pues pesan más las dinámicas locales. Además, tenemos que tener en cuenta que las elecciones europeas pueden usarse para expresar el voto de protesta y que los resultados no son proyectables a elecciones locales. Pero es destacable la tendencia sostenida de debilitamiento de estos dos polos ideológicos, que han sostenido el modelo bipartidista mayoritario en Europa. Por primera vez, los dos grupos no suman mayoría en el Parlamento Europeo. No obstante, populares y socialdemócratas continúan siendo los dos grupos más fuertes y, además, cuentan con una representación más homogénea territorialmente, con presencia en la gran mayoría de los países. Es destacable que ambos grupos pierden representación especialmente en los países centrales, que constituyen el núcleo de la Unión Europea, mientras lo mantiene en la periferia, especialmente en el sur (la socialdemocracia) y en el este (los populares).