Cuando escuchamos frases como “La derogación de todas las leyes que atenten contra la libertad y contra la igualdad de los españoles son una premisa para nosotros” podemos estar de acuerdo. ¿Pero qué pasa si quien las dice es Ortega Smith?, ¿Cómo hemos llegado a esto?

En multitud de artículos, tertulias y conversaciones de bar se dictamina que con la llegada de Vox ha llegado la extrema derecha. Que estamos ante un escenario nuevo y que las mujeres, migrantes y colectivo LGTBI estamos en el centro de la diana. Es tal la centrifugación de noticias y declaraciones escandalosas que muchas y muchos estamos entrando en el marco de su debate y hemos visto cómo, por defender lo obvio y lo real, se termina defendiendo una Ley de Violencia de Género que no cumple con los mínimos Europeos, que ni nos protege ni está realmente implantada, no reconoce todos los tipos de violencia, ni la violencia fuera de la pareja o expareja. Creemos que es el momento de entender de dónde han salido estos discursos incendiarios que hablan de “ideología de género” o de “violencia intrafamiliar” y cuál ha sido su recorrido. Para poder avanzar en la construcción de una alternativa de futuro y luchar contra el retroceso, debemos entender cómo, quiénes y por qué quieren que las mujeres volvamos a los tiempos de Ana Orantes.

El paraguas conceptual de la familia y el origen de las nuevas estrategias: De Beijing a la Junta de Andalucía

La estrategia por instaurar el “pánico moral” (como lo llama Gilbert Herdt en Moral Panics, Sex Panics: Fear and the Fight over sexual rights) frente al reconocimiento de los derechos sexuales y contra el feminismo y el movimiento LGTBI, tiene su punto de inflexión en los años 1994 y 1995, con las conferencias internacionales de Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo y sobre La Mujer, respectivamente. La Santa Sede se negó a aceptar conceptos como género o “familias” en plural. Juan Pablo II publicó su “Carta a las mujeres” donde atacaba la igualdad de derechos como una radicalización que no representaba los intereses de todas las mujeres. Sin embargo, el Vaticano -un estado gobernado solo por hombres- se presenta a sí mismo como el defensor de la mujer. Las posiciones católicas no tuvieron mucho éxito y empezaron a destinar grandes esfuerzos para difundir sus posiciones sobre el feminismo, esa ideología de género con la que las mujeres vamos a acabar con la vida humana, además de formar parte de la amenaza apocalíptica junto con demógrafas, ecologistas y el movimiento LGTBI. Parece la sinopsis de un telefilm, pero ya en 2003 la Conferencia Episcopal Peruana publica el primer texto en español “La Ideología de género. Sus Peligros y Alcances” donde encontramos todos estos ingredientes explosivos, o si alguien quiere leer el guion completo de esta película, puede entretenerse con el documento de la Conferencia Episcopal Española de 2012 que publicaron coincidiendo con el orgullo LGTBI en Madrid en el que se expone que el concepto de género representa una “cultura de la muerte”. Y actualmente, con mucha frecuencia, vemos en el telediario como la negación de la desigualdad entre hombres y mujeres se combina con las noticias sobre violaciones múltiples y feminicidios. Este es un gran ejemplo de cómo declaraciones que hoy nos provocan risa, mañana nos provocarán pánico.

La Ideología de género como discurso, estrategia y fenómeno social en nuestro Estado

Aunque el ataque contra los avances del feminismo es un fenómeno internacional, el caso español fue el primer ejemplo de movilización en las calles organizada por la Iglesia Católica de todo el escenario europeo. Con la Ley de Violencia de Género (2004) y la del matrimonio entre personas del mismo sexo (2005) la Iglesia se empezó a poner nerviosa y comenzó una estrategia de acoso y derribo contra los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad y las libertades LGTBI. Ahora están recogiendo sus frutos -detrás de la cortina- con las declaraciones populistas y falsas de políticos como Javier Maroto o Rocío Monasterio. En el tiempo de las fake news todo vale, hablar de miles de denuncias falsas por violencia de género o de las millonarias ayudas sociales a las migrantes, construyen una realidad de lo políticamente incorrecto que legitima ser racista y machista en una sociedad totalitaria que les impide ser libres para contaminar las ciudades.

Pero ese ha sido un camino largo, 16 años han pasado ya de la insólita foto de obispos españoles con pancartas en las calles contra las “bodas gays”. Últimamente nos asombran con iniciativas ciudadanas como la de los autobuses de la asociación Hazte Oír. Durante todo este tiempo, no han conseguido cambiar la ley del aborto (recordemos la dimisión de Gallardón en 2014) o derogar la ley del matrimonio igualitario, pero las presiones no han cesado. También durante el gobierno de Zapatero se hicieron concesiones a la Iglesia, como cuando en 2006 firman un acuerdo para asegurarles unos ingresos anuales de unos 11.000 millones de euros anuales por parte del Estado (1% del PIB Español).

En 2011 (el mismo año que el PP llega al gobierno) se celebra el I Congreso Internacional de Ideología de Género en la Universidad de Navarra, dirigida por el Opus Dei bajo el tema “La Familia siempre: desafíos y esperanzas”. Ya estamos de lleno en la pelea por los significados, y el gobierno de Mariano Rajoy -el mismo que se puso el lazo morado el primer año de la Huelga feminista- fue eliminando la palabra “género” de documentos oficiales, textos legales, convocatorias de proyectos, políticas públicas, etc. sustituyéndola por palabras como mujeres o igualdad. Wert, eliminó las referencias al género y la diversidad sexual en la escuela, dando a la asignatura de religión el mismo valor académico que lengua o matemáticas y permitió la financiación pública de escuelas con segregación por sexo. El dimitido Gallardón, presentó el anteproyecto de ley para la reforma de la ley del aborto en el que eliminaba la malformación fetal como motivo de aborto legal y sometía la decisión sobre la interrupción del embarazo al informe de dos doctores externos a la clínica donde la mujer era tratada, anulando completamente la voluntad de la mujer.

Todo esto contrasta con nuestra realidad social. ¿Por qué en un país con un 73% de población que se autodefine como católica, sólo el 3% de la ciudadanía considera la religión como uno de los principales valores en su vida? Porque existe un divorcio de la sociedad católica española con la jerarquía de su iglesia. En España se sigue identificando a la Iglesia con el fascismo y la represión. Aquí también tenemos que hacer memoria histórica y entender el legado franquista, la influencia y los privilegios de la Iglesia en un país que se llama democrático y europeo. Si hubo una ideología de género en nuestro país fue la de casi 40 años de nacionalcatolicismo, que ejerció el control sobre las mujeres y la sexualidad en España. En otros países europeos, la Iglesia ha conseguido paralizar leyes, como en Francia, o forzar referendos como en Eslovaquia. Pero ahora tenemos en nuestras instituciones un nuevo brazo político que lleva sin miramientos a los micrófonos las tesis de la Conferencia Episcopal Española, fuerza el brazo a la derecha en una carrera hacia los extremismos y exige suprimir la “ideología” en las leyes o la educación.

El zig zag de la historia nos quiere llevar de nuevo a las mujeres, migrantes, personas racializadas y LGBTI a la casilla de salida. Por ello, nuestras luchas no se deben inundar de miedo, sino de valentía y solidaridad siempre sabiendo quiénes son nuestros enemigos y cómo operan. Por tanto, también nuestras luchas son todas ellas y todas ideológicas. Por lo que debemos incorporar en esos frentes la lucha por un Estado laico y republicano, por redistribuir la riqueza, por defender lo público, por una Europa de los pueblos y por otra política internacional. Ante el “nosotros primero”, nosotras juntas.

Área de la Mujer de IU Madrid