Talento y exilio: la diáspora del conocimiento
Pedro López López, Pilar Nova Melle, Juan Miguel Sánchez VigilPunto Rojo

El programa Informe Semanal del pasado 26 de octubre de 2019 incluía el reportaje Asignatura Pendiente, en el que se entrevistaba a dos profesores universitarios que han investigado cómo se imparte el período franquista en enseñanza secundaria, Enrique J. Díez Gutiérrez (Universidad de León) y Fernando Hernández Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid). El profesor Hernández informaba de que desde el año 2000 han pasado por las aulas de educación secundaria entre 9 y 10 millones de alumnos que han salido de ella sin conocer prácticamente nada de este período. No han oído hablar de “topos”, de “maquis”, de exiliados ni de fosas comunes en cunetas. Hace cinco años trascendió a los medios que un libro de la secundaria de la editorial Anaya hablaba de García Lorca como un hombre que “murió en la guerra de España”, sin que puedan adivinar los escolares que fue asesinado, o de Antonio Machado como un poeta sevillano que “se fue a vivir a Francia”, blanqueando así con la mayor grosería un trágico episodio de la historia de nuestro país.

La ignorancia buscada por un sector de la clase política quedaba gráficamente representada por Carlos Espinosa de los Monteros, responsable de la Marca España durante el gobierno de Rajoy, cuando en 2014 un periodista alemán le recordó que el comportamiento de España ante las víctimas del franquismo y la justicia universal también forman parte de la marca España; ante esta evidencia, Espinosa de los Monteros declaraba que es bueno que los niños españoles no sepan quién es Franco. Lamentablemente, otro sector político que se presenta como “de izquierdas”, “republicano”, “laico” e incluso “socialista”, ha colaborado notablemente en esta operación.

En una entrevista reciente, el editor y escritor Gonzalo Pontón, decía: «Creo que los libros hacen una labor en España que la universidad, ni la franquista ni la democrática, ha realizado: que el conocimiento traspase sus paredes y la cultura llegue a la gente”. Es cierto que en las últimas décadas se han publicado muchísimos trabajos de gran calidad sobre la guerra civil y el genocidio franquista, pero la mayor parte de ellos son leídos por un círculo de especialistas y de interesados por estos temas. Sin embargo, falta una labor más divulgadora como la que con este libro nos hemos propuesto, desde la convicción de que no se puede robar por más tiempo el derecho que tienen los niños, los jóvenes y todos los ciudadanos a conocer la historia del siglo XX en este país y los centenares de personas de un relieve intelectual reconocido internacionalmente que tuvieron que exiliarse ante la feroz represión puesta en marcha por los rebeldes a la Segunda República. Ello significó lo que Laín Entralgo denominó el atroz desmoche, un lamentable episodio de destrucción de la ciencia y la cultura en España mediante la eliminación física o la depuración de miles de científicos, escritores, maestros o artistas.

El libro está coordinado por tres profesores universitarios, sin embargo no se trata de un libro cargado de erudición, sino de un libro militante que reivindica la memoria democrática que ha sido tan mal tratada en nuestro país. Son 40 semblanzas de unas cuatro páginas cada una, en el que han colaborado un total de 25 autores. Por sus páginas pasan médicos, escritores, militares leales a la República, científicos reconocidos mundialmente, profesores, pintores, etc; todos ellos con unos méritos más que sobresalientes. Aparecen incluso personajes de una derecha civilizada leal a la república, que no la traicionó y que mantuvo una dignidad merecedora del mayor encomio. Se han escogido personajes menos conocidos por el gran público, ya que se trata de ir rescatando del vergonzoso silencio urdido por el franquismo de la dictadura y el posterior, con la ominosa colaboración de parte de la sedicente izquierda que ha gobernado más de la mitad de eta imperfecta democracia. Artistas e intelectuales como Picasso, Machado, Alberti, etc. son suficientemente conocidos a estas alturas, pero quedan cientos por rescatar, en muchos casos con méritos tan destacados como los de aquellos de sobra conocidos. Un inmenso talento perdido por la brutalidad represora de la patulea franquista, que, como se sabe, odiaba visceralmente a la intelectualidad.

Mientras se redactaban estas semblanzas, en los últimos meses hemos encontrado en la prensa el rescate de algunos de los personajes biografiados, sobre todo mujeres, como Ana María Martínez Sagi, Concepción Méndez o Luisa Carnés. En el libro aparece un amplio abanico de profesiones (médicos, arquitectos, militares, escritores, juristas, científicos, pedagogos, etc.), con personalidades como el ingeniero militar Emilio Herrera, el científico Arturo Duperier, el pedagogo Lorenzo Luzuriaga, los arquitectos Luis Lacasa y Josep Lluís Sert, las pedagogas y hermanas Josefa y Elisa Úriz Pi, el médico Juan Planelles, el jurista Jiménez de Asúa, Jaime Menéndez “El Chato”, primer periodista español que escribió en el Nuew York Times, y un largo etcétera.

Frente a la gran operación de olvido perpetrada por la derecha en cuanto a los logros de la República y los grandes hombres y mujeres que participaron en ellos, así como frente al blanqueamiento que el sistema educativo y mediático ha permitido del genocidio franquista, tenemos la obligación intelectual y militante de detener y revertir el relato distorsionado que quiere presentar a la dictadura franquista, una de las más genocidas de Europa, como un régimen que “tuvo sus cosas buenas”, como oímos decir de vez en cuando.

Profesor en la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense de Madrid.