Cuaderno de bitácora /
Desde que trabajo en el hospital bajo la amenaza del Covid-19, no han sido pocas las veces las que he verbalizado a diestro y siniestro que esta situación desde todos los ángulos se ha convertido en una gran prisión.

Una cárcel para las personas confinadas, hay gente como niñ@s o mayores que no han vuelto a salir de casa en ningún momento. Una cárcel para quienes estamos trabajando, desde que comenzara el Estado de Alarma, exhaustos y sin descanso en sectores indispensables arriesgando la propia salud, sin escapatoria. Una cárcel es la vida de los pacientes de Covid-19, muy enfermos, sin poder recibir visitas de familiares y sin posibilidad alguna de salir si quiera al pasillo a andar, debiendo permanecer en las habitaciones día y noche a puerta cerrada.?En estos días también me acuerdo de la situación que estarán pasando los auténticos presos desde sus celdas. O peor aún, las personas condenadas a vivir en un CIE. De por sí ese mundo penitenciario es totalmente opaco y no solemos tener noticias de lo que ocurre con esas personas tras las rejas. Las prisiones son un fracaso social, es donde hacen aguas las sociedades menos desarrolladas en valores democráticos, feministas y humanos.?Si las Residencias de mayores no han tenido medios para combatir la propagación del virus, qué no estará pasando en las prisiones no solo de España, sino del mundo. Y no me estoy acordando y refiriendo al estado de salud y bienestar de presos como Díaz Ferrán o Urdangarín, los cuales ni siquiera estoy segura de que sigan en prisión, sino a gente como l@s chic@s de Altsasu o a Alfon o a los presos comunes. Sí, también los reclusos tienen derecho a invocar al artículo 43 de la Constitución. ?El sufrimiento humano no me es ajeno en ninguna circunstancia ni lugar, y es obvio que el Covid-19 no se va a detener tampoco ante los muros de una prisión. Para elevar a Derechos Humanos y Universales nuestra condición de Sociedad moderna y democrática, hemos de avanzar en materias de educación, integración, dignidad, justicia y libertad.
Para las madres de l@s Chic@s de Altsasu.
¡Venceremos!
#MasSanidad
#MenosCorona
/ Ilustración Juan Kalvellido
Cuaderno de bitácora /
Puede decirse que la situación hospitalaria va a mejor, aunque hoy me tocó despedir a Juana, cerrarle los ojos para siempre a quien apenas he conocido: “Lo siento Juana, siento mucho ser yo quien esté a aquí contigo y no un ser querido tuyo”, le digo de corazón en voz alta, junto a una compañera auxiliar venida de Orihuela que era el primer día que trabajaba, y me ha mirado con extrañeza, pero a ver, es la enésima vez que me toca vivir semejante situación, le explico con la mirada. He guardado las dos alianzas de Juana en una bolsita para entregarle a la familia, supongo que una de los dos que portaba en el anular era la de su marido. Y a reglón seguido me he preguntado si Juana habría sido feliz en su vida, quiero pensar que sí.

Tengo compañeras que desde el Estado de alarma cuando libran, están deseando volver a trabajar porque no aguantan la tensión que viven en casa con su pareja, han comprobado que ellos no soportan a l@s niñ@s, y los gritos que se diluían con el discurrir de la cotidianidad, ahora se han acentuado, y creen que de este encierro saldrá un divorcio. Sí es así, igual el balance es positivo y el confinamiento no ha hecho más que acelerar el desenlace matrimonial de su muerte anunciada.
Hace poco más de un mes estábamos celebrando el reivindicativo 8 de Marzo (ese mismo Día de la Mujer trabajadora “causante por supuesto, de la pandemia mundial y de la catástrofe económica que se nos avecina”). La lucha feminista había hecho que avanzáramos algo, habíamos conseguido alzar la voz, poner encima de la mesa que el machismo, las violaciones y los asesinatos fueran tema de debate y de agenda política. Pero ahora, dada la emergencia sanitaria en la que se halla sumido el país, las mujeres maltratadas han retrocedido a pasos agigantados, pensemos que ellas sufren el confinamiento bajo el mismo techo que el maltratador día y noche y por orden del Gobierno. Si era difícil salir airosa de un proceso de violencia machista, ahora debe ser como vivir en la mismísima antesala del infierno. Ahogando sus gritos de auxilio, ahogando su miedo, ahogando el dolor. Tras el fin del Estado de alarma, aflorarán cientos de casos, eso, si sobreviven al virus, y al machismo, que para mí es lo mismo, de hecho, al coronavirus lo venceremos, pero a la violencia machista lo dudo mucho más.
Por las silenciadas, las maltratadas y las asesinadas.
Hermanas: ¡Venceremos!
#MasSanidad
#MenosCorona