Son ya cerca de las doce del mediodía, sábado 16 de mayo. En la radio dan la noticia, “ha fallecido Julio Anguita, dirigente histórico de izquierda Unida”. Por un momento todo en blanco, shock, incredulidad, lágrimas y dolor, mucho dolor. El mismo que cuando se fueron mi padre y mi madre, y es que Julio era para mí, y para muchas y muchos de nosotros, nuestro padre político.
Dolor, mucho dolor. Me escribe Manolo Monereo, se va el amigo al que acompañamos en muchas batallas. Días atrás le informé de la muerte de nuestra amiga común Susana López y de la de Albert Escofet antes. “Se nos van los mejores”, me dijo. Pues sí, Julio, se nos van. Os vais los mejores, aquellos con los que aprendimos a ser hombres y mujeres de bien, maldito 2020.
Recuerdo que en una cena en su casa, con Agustina, su compañera, tras una larga jornada de reuniones del Frente Cívico Somos Mayoría, él ya pedía el relevo en la organización y decía que le gustaría que no todo pivotara en torno a él. Que mejor ser el referente con sus escritos y sus reflexiones, allí acuñamos el apelativo de “camarada referente”.
Referente político, social y humano. Corrían los últimos años de los ochenta cuando conocí a Julio Anguita. Fue en un acto de campaña electoral. Con su discurso preparado y estructurado nos enseñaba, porque Julio enseñaba, por qué había que votar a IU y desgranaba las propuestas del programa, algunos decían que parecía que nos regañaba, pero las verdades caían como piedras y el auditorio aplaudía a rabiar.
Después vinieron muchas batallas, la reconstrucción del PCE, IU y el debate con los llamados renovadores, la batalla de Maastricht, el fortalecimiento del proyecto de IU, la Unidad Cívica por la República, el manifiesto-programa del PCE, el Frente Cívico. En todas ellas había una constante: la construcción de un proyecto político para la mayoría social de este país, como a él le gustaba recordar, desde el sentido gramsciano de la construcción del sujeto histórico para la emancipación del ser humano. Estudio, sin estudio no hay nada, esa enseñanza nos la recordaba en todo momento y para ello fundó el Colectivo Prometeo.
El actor Antonio Gamero, en una entrevista en un diario de tirada nacional, decía “el partido me hizo hombre” (en el sentido de madurar), Julio nos hizo hombres y mujeres a varias generaciones. Con él maduramos como políticos y como personas, su honestidad, humildad, coherencia, valentía y timidez (no le gustaban las fotos y las alabanzas) son inspiraciones con las que nos quedamos. Los que tuvimos el honor de conocerle, tratarle y trabajar con él vimos a una persona corriente alejada de la imagen de muchos políticos al uso. Predicaba con el ejemplo y no pedía nada que no hiciera él.
Un referente político que rompía moldes, adelantado a su tiempo. En política se pueden cometer dos errores: actuar antes o después -me dijo una vez-, pero Julio siem-pre se adelantó, entendió el 15M y, tras ello, vio sus deficiencias. Una noche de las que se acercaba a Madrid a alguna reunión o acto, nos llamó a unos cuantos amigos -Monereo, Pedro Montes, Susana López y Araceli Ortiz- para cenar juntos y analizar la situación. Hay que hacer algo, nos dijo, tras un debate, quedamos en que él elaboraba un borrador de manifiesto y nos lo pasaba. Eran los prolegómenos del Frente Cívico, pero aún no lo sabíamos. Eran los primeros días del mes de septiembre de 2012. Julio nos llama y nos cuenta que ha visto en Barcelona a Paco Fernández Buey y que en el acto que va a realizar esa noche lanzará la propuesta. Y así fue, nace el Frente Cívico de for-ma espontánea. Cientos de páginas de una red social confirman que esa mayoría social se hizo eco del llamamiento del maestro y se pone en marcha el proyecto que tiene como instrumentos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de la Tierra y los aspectos sociales de la Constitución Española, “porque mientras no se cambie hay que hacerlos cumplir”.
Julio nos deja textos inigualables, reflexiones, libros, artículos, manifiestos -el último El hoy y el mañana: razones para nuestro compromiso-, todos forman ya un compendio de textos que conforman un ideario humano, político y social que debemos recopilar y en su día publicar porque la lucha sigue. Él querría que fuera así, para que no se nos olviden sus enseñanzas y que las generaciones que vienen puedan estudiar su obra y al hombre.
Entre nuestras conversaciones habituales telefónicas, nos quedó pendiente una entrevista para Mundo Obrero Radio, “llama cuando quieras que con esto del coronavirus siempre estoy en casa”. Para no agobiarlo lo fui dejando. Como muchos, pensamos que Julio era eterno, es eterno, siempre estará presente entre nosotros y nosotras. Y nosotros, preparados para la lucha, cogemos tu testigo.
Hasta siempre maestro.
Director de Mundo Obrero Radio