Retorno a Atenas. La democracia como principio antioligárquico
José Luis Moreno PestañaSiglo XXI

Desde la Crítica al Programa de Gotha de Marx o El Estado y la revolu-ción de Lenin, es patente la preocupación del movimiento comunista no solo por la supresión de la explotación y por ende de las clases sociales, sino también por el modo de organización la sociedad. Sin embargo, esta preocupación no fue resuelta en vida por el propio Marx, y ha supuesto una de los quebraderos de cabeza más importantes de los debates del marxismo a lo largo del siglo XX. Gramsci, Poulantzas, Miliband, Jessop… son algunos de los autores que han intentado aproximarse a la naturaleza del Estado desde posiciones marxistas.

Lo cierto es que una de las tareas urgentes de cualquier proceso transformador debe ser destruir la asimilación entre democracia y democracia liberal patente en la democracia liberal. Y una de las herramientas más eficaces para esta tarea puede hallarse en la denuncia de la perversión de los debates públicos por parte de las élites económicas de las sociedades. Ahora bien, una vez realizada tal denuncia, la siguiente tarea pasará a ser tratar de vislumbrar cómo es posible una democracia ajena a la manipulación de los poderes económicos. En este punto el capitalismo es capaz de poner en marcha su maquinaria de naturalización de lo social, argumentando que sencillamente es imposible construir efectivamente una democracia protagonizada por la mayoría social. Y es en este aspecto donde el último libro de José Luis Moreno Pestaña presenta algunas claves de tremendo interés.

En su último trabajo, el filósofo de Granada ha realizado una cuidadosa tarea de reconstruir cómo determinados pensadores franceses de las décadas de los 70 y 80 del siglo XX observaron la democracia ateniense. El hecho de que estos autores no pertenezcan a la tradición marxista poco debe importar al militante comunista: más bien, imitando al viejo Marx, la tarea será observar qué de cierto hay en sus posiciones, sin dejarse cegar por la ideología. Pues bien, la tarea de reconstrucción desempeñada este libro ayuda de manera importante.

En un país en el que hace ya ocho años un sector significativo de la juventud tomó las plazas al canto de “democracia real ya”, ¿qué puede decirnos la experiencia de la democracia ateniense?

Ciertamente, la democracia de la vieja Atenas se construyó al margen de la participación de esclavos, mujeres y extranjeros, aspecto nada desdeñable si bien explicable por el contexto histórico en el que emergió. Ahora bien, si nos centramos en cómo los ciudadanos (hombres libres) de diversas clases sociales configuraron su participación política, descubriremos que erigieron mecanismos dirigidos precisamente a evitar la perversión de los centros de decisión política por parte de la oligarquía económica y política.

En este sentido, la democracia ateniense vertebró procedimientos antioligárquicos, tales como la reforma de las tribus de Clístenes, el principio de rotación de cargos, el sorteo de las magistraturas, el salario de participación o el principio de rendición de cuentas. La ciudad-estado de Atenas fue viviendo reformas democratizantes, como el Consejo de los Quinientos, las normas de funciona-miento de la Asamblea o la reforma del areópago.

A lo largo de la evolución de la democracia ateniense, se fueron produciendo mecanismos de auto-control social. Por ejemplo, cualquier ciudadano podía acusar ante un tribunal popular a una persona que implementara una ley que contraria a otra norma, o que presentara argumentos falsos para conseguir que se aprobara una ley.

El areópago, un poder originariamente conservador y en manos de los arcontes, fue democratizándose poco a poco, comenzando a designarse por sorteo en el año 487 a.C., e introduciéndose cada vez a más clases sociales en el mismo hasta lograr la plena inclusión de los ciudadanos libres en dicho sorteo. Además, la presencia de los salarios por participación instaurados por Pericles y Clístenes y cuya cuantía fue aumentando con el tiempo, aseguraba que la ciudadanía más pobre pudiera participar en la deliberación democrática.

Así Atenas fue construyendo una normatividad para impedir el control demagógico de la asamblea por parte de las oligarquías, logrando una participación habitual en las Asambleas de un sexto de la población, sin contar momentos excepcionales donde la participación era masiva. La obligatoriedad de un cuórum mínimo obliga, por su parte, a las decisiones no se tomaran sin los sectores populares de Atenas.

Parece por tanto, que existieron unos mecanismos democráticos que permitían una democracia asamblearia que tuvo cierto éxito frente a las tentativas reaccionarias oligárquicas, las cuales llegaron a desempeñar acciones de violencia contra dicha democracia, como las matanzas del golpe de Estado de Los Cuatrocientos o el que se dio bajo el régimen de los Treinta Tiranos.

Y es que, tal y como expone Moreno Pestaña en este libro, el pensamiento conservador ha defendido la imposibilidad de una democracia sin dominación por unos pocos, algo atribuido especial-mente a la democracia de carácter asambleario. Responder a dicha acusación de imposibilidad nos compele a estudiar aquellos ejemplos históricos de democracia asamblearia más o menos exitosos.

Una de las claves de la falsa democracia bajo el capitalismo estriba en provocar desinterés por la participación política en la mayoría de la población. Parte de ese mecanismo de desincentivación pasa por la concentración de conocimientos políticos (epistemología política) en una minoría supercualificada de la que queda excluida la mayoría social trabajadora. Los mecanismos estudiados por Moreno Pestaña en su libro se dirigen precisamente a lo contrario: al reparto de conocimiento y experiencia política al común de la población como antivirus contra el principio oligárquico. En definitiva, este libro enfoca la democracia asamblearia ateniense como un intento de materializar la aspiración de Rancière de que “el poder debe ser para quien no lo quiere”.

profesor de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Salamanca.