No conozco a Joan Tardá, un referente fuerte de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya). Hará un par de años, en medio de una manifestación pro inmigración en Barcelona, lo abordé, me identificó, le pareció bien poder conversar pero no era el momento de concertar nada, mucho menos de intercambiarnos los teléfonos, estando él rodeado de adeptos y periodistas.

No sólo no lo conozco personalmente, que sería lo de menos, no soy independentista ni es socialista. Con todos los respetos, nunca identifiqué a ERC con la izquierda, más bien con un partido pequeño burgués cuya radicalidad le viene por lo nacional y no por lo social.

Pese a ello, creo y lo he escrito en varias ocasiones que Tardá es un político de fondo en la escena catalana y española, convulsas ambas por la escalada secesionista.

Merece mi interés desde aquel día en que declaró -creo que en el Congreso de los Diputados, en los pasillos- que es de imbéciles insistir en la independencia de Catalunya cuando la mitad, por lo menos, añado yo, está en contra … Dicho por él era un auténtico meteorito en el planeta secesionista, incluyendo la parcela de su propio partido.

No me consta que aquella declaración fuera la causa de que Joan Tardá apenas comparezca en la escena pública ni en el trajinar interno de su partido. El caso es que está casi ausente y silente.

No obstante, de vez en cuando escribe y habla con esa libertad de quien ya no está sometido a disciplinas de imagen o coyunturas electorales. Y siempre lo hace con la misma convicción: servir a Catalunya y a su gente más necesitada de una acción política decente en gestionar y gobernar la realidad y asegurar el peso y protagonismo de ésta en el escenario español y europeo, en vez de dedicarse a dividir y destruir camino de una independencia basada en la nada.

Eso viene a decir en su reciente artículo publicado por El Periódico, ‘El diálogo y la dignidad’, que no suscribo en su integridad, ni mucho menos, pero que me reafirma en la idea de que Tardá es, con diferencia, el que tiene más dedos de frente y de corazón de todo el reparto independentista, Junqueras incluido, que comparte las ideas de Tardá pero no tiene ni de lejos el valor y el sentido del riesgo de manifestarlas públicamente y luchar por llevarlas a la práctica. Cualidades que distinguen a un líder político de un subsecretario apañado.

Ex Secretario General de la USO y afiliado al PSC