«El Acuerdo Vivaldi tiene un poco de todo: eso significa que hay margen para conseguir victorias». Con esta idea sintetizaba Loïc Fraiture, secretario político del Partido del Trabajo (PTB) en el Parlamento de Bruselas, la oportunidad que se abre ahora para la izquierda marxista con la formación en octubre del nuevo gobierno belga. El nombre del conocido como Gobierno Vivaldi, después de diez intentos y 16 meses de negociaciones, responde a su composición, análoga con las famosas cuatro estaciones del compositor barroco: roja como el verano (socialdemócratas), naranja como el otoño (liberales), azul como el invierno (democristianos) y verde como la primavera (ecologistas). En realidad, son ocho los partidos que lo forman y el PTB no es uno de ellos. ¿Cuáles fueron sus motivos y cuál es el papel de la izquierda marxista en una oposición compartida con la extrema derecha de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) y Vlaams Belang (Interés Flamenco)? De todo ello habló Fraiture en una charla organizada el 5 de octubre por la Asamblea de la Federación de Izquierda Unida Exterior en Bruselas.

Para comprender la inestabilidad política vivida en Bélgica es necesario remontarse a la formación del gobierno anterior en 2014. Se trataba, en palabras de Fraiture, del gobierno «más de derechas que nunca tuvimos en Bélgica», una coalición liderada por el actual presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y formada por los liberales del Movimiento Reformador junto a los nacionalistas del N-VA, los democristianos del CD&V y los liberales flamencos Open VLD. Esta división característica de Bélgica se corresponde con la propia distribución geográfica del país, donde los partidos flamencos y los francófonos mantienen una división muy clara desde los años 80. «El PTB es el único partido unitario de Bélgica», aclaró el también concejal en la comuna de Saint-Gilles, en Bruselas. «Las costumbres políticas y la cultura de voto son diferentes pero las demandas son idénticas en el norte y en el sur».

Movilización social frente al neoliberalismo depredador

El gobierno de 2014 supuso un cambio de estilo con mandatos previos: ruptura de todo diálogo social, flexibilización del despido y adopción de un discurso abiertamente neoliberal contra las personas desempleadas, refugiadas o migrantes. Fue precisamente esta última cuestión la que llevó a su propia disolución ante la inminente ratificación del Pacto de Migraciones de la ONU en 2018, de la cual los nacionalistas de N-VA se desligaron. Durante esta legislatura, en la cual se decretaron aumentos del IVA y reducción de cotizaciones a las empresas, se subió la edad de jubilación de 65 a 67 años y se hizo «un agujero enorme a la Seguridad Social que vamos a pagar durante los próximos años» que, en palabras de Fraiture, supuso también el caldo de cultivo para que se desatara «el movimiento social más grande desde los años 90». Este movimiento puso la defensa de las pensiones como el eje central de la lucha en una reivindicación similar a la surgida en España con la Marea Pensionista. Y se sustentó en cuatro elementos: la unidad en todo el país, un plan de acción detallado, comunión firme con la sociedad civil y unas demandas muy claras. La estrategia cosechó dos pequeñas victorias. Por un lado, se logró frenar el llamado ‘sistema de puntos` para las pensiones, una «pensión tómbola» que pretendía que las jubilaciones dependieran de las ganancias de las empresas para determinar sus cuantías. Y por otro, se logró aumentar la conciencia de clase en la sociedad y su organización colectiva. Todo ese esfuerzo militante tuvo su recompensa a nivel institucional: el PTB logró un resultado histórico en las elecciones federales de 2019, en las que pasó 8 a 43 diputados en total en todos los parlamentos regionales y el nacional. En el Parlamento nacional obtuvieron 12 diputados, cuatro de ellos por primera vez en Flandes. De hecho, esta última victoria tiene que ver con la propia estrategia del PTB: «Nuestra primera responsabilidad es trabajar como partido en la zona flamenca. Todas nuestras fuerzas las invertimos allí».

La izquierda debe abanderar las política sociales frente a la extrema derecha

«En la parte flamenca hay una cultura política mucho más de derechas, en general, que en la parte francófona», explicó Fraiture. Pero, a pesar de la victoria de los nacionalistas de N-VA, perdieron escaños en las últimas elecciones. «El mayor riesgo para los derechos democráticos y sociales del pueblo es que la extrema derecha de Vlaams Belang es ahora muy fuerte, en los sondeos es el primer partido». Formada por la extrema derecha internacional encabezada por Steve Banon en Estados Unidos, la adopción de un discurso social ha provocado las simpatías de ciertos sectores. Ahora, lo importante para la izquierda marxista es darle voz a los problemas reales de la gente, alejados de la división social que pretenden estos partidos de ultraderecha. Y, para ello, «el instrumento del Parlamento permite ser portavoces más eficaces, con mayor presencia en los medios y el debate público». Desde la oposición compartida con estas fuerzas, la postura del PTB es clara: concienciar a la población de la existencia de tres bloques bien definidos; el del gobierno, el de la extrema derecha y el de la oposición de izquierdas del PTB. Para ello, a pesar de que el Gobierno Vivaldi no es su gobierno, ese margen para conseguir pequeñas victorias ha llevado al PTB, por ejemplo, a lograr recoger 200.000 firmas para introducir un proyecto de ley que ha permitido garantizar las pensiones en 1.500 euros mínimos, o la introducción de la aplicación del impuesto del 1% sobre las grandes fortunas, aunque es insuficiente: «No es una medida revolucionaria pero con ella se superó un tabú». La llamada Corona Tax, aclaró Fraiture, prevé recaudar unos 400 millones de euros. Solo para la inversión en sanidad pública se necesitan 1.000 millones.

Ante la formación de un gobierno que se prevé estable, Fraiture señaló la posibilidad de que para las elecciones de 2024 se dé un problema mayor: «Sus medidas liberales van a cabrear a la gente y la extrema derecha va a salir reforzada». La estrategia del PTB para convencer de que, pese a compartir oposición con la ultraderecha, no son iguales, es a través de las medidas sociales y de la unidad de clase contra el racismo: «Si somos lo suficientemente avanzados con los temas sociales y demostramos a la gente que vamos a defender sus intereses, sí que podremos permitirnos adoptar un discurso muy abierto con el tema de los refugiados, los inmigrantes y la diversidad en el país, que debería ser una riqueza pero bajo el capitalismo es solo otra forma de explotación».

Corresponsables de Comunicación de IU Exterior y militantes de IU Bruselas