Introducción al documento nº13.

Un elemento crucial para entender la evolución y el fortalecimiento del PCE a lo largo de los años treinta se encuentra en su política de alianzas. No obstante, este pilar de la táctica comunista no estuvo exento de complicaciones. En su imaginario colectivo el movimiento comunista nacía como una síntesis superadora de las viejas dinámicas del movimiento obrero y, por lo tanto, estaba imbuido de una autopercepción bastante prepotente y algo sectaria respecto a otras fuerzas políticas. Especialmente fuertes fueron las críticas y los conflictos entre socialistas y comunistas, una constante desde la irrupción del PCE en el panorama político español. Los orígenes de esas tensiones habría que buscarlas en ambas partes, pues el PSOE también se aseguró de reprobar y desprestigiar todo lo que proviniera de las filas comunistas en un intento de crear un cordón sanitario que garantizase el aislamiento del partido.

En esta intrincada coyuntura, el PCE trató de aumentar su capacidad de influencia al calor de las directrices de la Internacional Comunista. Una de estas propuestas fue la de promover la creación de diversos frentes a modo de plataformas unitarias donde el partido tuviera una mayor autoridad y capacidad de movilización sobre sectores de las clases populares a los que normalmente no llegaba. A finales de 1922 la dirección comunista lanzaba a las principales organizaciones obreras (PSOE, UGT y CNT) la propuesta de formación de un frente único donde se agrupara bajo un programa de mínimos al conjunto de los trabajadores (amnistía, subida de salarios, fin de la guerra de Marruecos, etc.), con independencia de su afiliación política o sindical. Esta propuesta fue tajantemente rechazada por la cúpula socialista. Desde entonces, el partido combinaría las más duras críticas a la dirección del PSOE con la apuesta por el frente único con el objetivo de atraer a los militantes de base socialistas. Sin embargo, este factor sufriría los vaivenes del cambio de ciclo vivido entre el VI Congreso (1928) y el VII Congreso de la Komintern (1935), cuando se produjo el tránsito de la táctica de clase contra clase a la de los Frentes Populares. El detonante para este importante cambio estuvo motivado por el preocupante avance del nazi-fascismo en Europa con la llegada al poder de Hitler en Alemania (1933) y la represión de las fuerzas antifascistas en Austria (1934). En el contexto español también se habían producido un aumento del poder de la ultraderecha que alarmaba a la organización comunista, aunque esta aún no pudiese vislumbrar toda la idiosincrasia del fascismo y fuera demasiado propensa a utilizarlo contra sus adversarios como un adjetivo muy generalizado. Tras el intento de Golpe de Estado conocido como la Sanjurjada (1932), al año siguiente las derechas más reaccionarias agrupadas en torno a la CEDA habían logrado entrar en el gobierno de la mano del Partido Radical de Lerroux. Además, la violencia política ejercida por los minoritarios grupos fascistas empezaba a dejar sus primeras víctimas entre las juventudes socialistas y comunistas. Fue en este contexto cuando el PCE comenzó a impulsar la constitución de un Frente Antifascista. En 1933 el partido afirmaba que el Frente contaba con cincuenta comités, la mayoría provinciales. En ellos se encontraban integrados no solo comunistas, sino también socialistas y republicanos de izquierda. No obstante, su alcance sería muy limitado, sobre todo si se tiene en cuenta la influencia que socialistas y anarquistas continuaban teniendo entre obreros y campesinos. Sin embargo, gracias a esta táctica el PCE lograría algunos éxitos relevantes. En las elecciones de dicho año el médico Cayetano Bolívar conseguiría ser el primer diputado comunista, precisamente, gracias a su participación en una lista del Frente Único Antifascista para la provincia de Málaga. Además, en 1933 también tuvo lugar la creación de la primera organización de mujeres impulsada por el PCE con carácter de masas. Se trataba de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, una organización amplia que se convertiría en la principal herramienta de las militantes comunistas para llevar a cabo su trabajo político entre las mujeres españolas y que tendría como leitmotiv la lucha contra el avance de la amenaza fascista.

El documento nº13 se encuentra situado ya en una fase avanzada del cambio de rumbo de la Internacional Comunista y del PCE, aunque esta no se hubiera consolidado aún. Por una parte, en su inicio se hace referencia a la necesidad de organizar la revolución como única alternativa para frenar al fascismo, una consiga típica del periodo de clase contra clase. Por otra, se plantean una tabla de 8 puntos mínimos para esta campaña conjunta que comienza con una reivindicación específica de las libertades generales y una serie de medidas concretas para tratar de contener el avance del fascismo. Por lo tanto, nos encontramos con un documento confuso en lo ideológico, fruto de haber sido elaborado en una etapa de transición táctica cuyo mayor ejemplo es el propio nombre escogido para la campaña: “contra el fascismo y por el triunfo de la revolución”. Aunque luego, la plasmación concreta de esa campaña sea la organización de mítines conjuntos, la convocatoria de manifestaciones y, como mucho, el inicio de movimientos huelguísticos. Por otra parte, la cuestión de las tensas relaciones entre comunistas y socialistas se deja entrever en varias partes del documento a modo de pequeños reproches y de alguna suspicaz precaución respecto al cumplimiento de la propuesta. Además, muchas de los puntos hacen referencia a elementos simbólicos de primer orden en el imaginario colectivo de los comunistas españoles. Tal es el caso de Ernest Thälmann, dirigente del Partido Comunista Alemán encarcelado por la dictadura nazi. Este cuadro del comunismo germano se convertirá en un verdadero icono de la cultura política comunista convertido en una figura heroizada representante de la resistencia antifascista durante décadas, al igual que Jorge Dimitrov. Más atemporal es la llamada a la defensa de la Unión Soviética, convertida en la cosmovisión comunista en una auténtica patria de la clase obrera mundial.

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A la Comisión Ejecutiva del partido Socialista. A todas las organizaciones y obreros socialistas.

Madrid, 12 de julio de 1934.

Estimados camaradas:

El Partido Comunista, que tan intensa y tenazmente ha venido luchando por llegar a la unidad de acción de todos los trabajadores, y que tan repetidas muestras ha dado de su decisión profunda y sincera de llegar a plasmar en realidad este anhelo de las masas y esta necesidad imperiosa de la revolución para poder luchar con éxito contra el fascismo, la guerra y la represión; por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y por la libertad de las nacionalidades oprimidas, Cataluña, Euskadi, Galicia, declara hoy, una vez más, su decisión inquebrantable de llegar a la realización de esta consigna fundamental de su programa de Partido y de su táctica de lucha. (Evidencia este deseo de oponer un frente único poderoso al fascismo y a la reacción la proposición de frente único, que el pleno de nuestro C. C ha dirigido a esa Ejecutiva, proposición que desgraciadamente, como muchas otras, no ha merecido la mas mínima respuesta). Hoy leemos en vuestro órgano central, El Socialista, un artículo del que sólo hemos de recoger las alusiones referentes a la unidad de acción del proletariado, puesto que no hay en él ninguna proporción concreta para llegar a la unidad de acción entre socialistas y comunistas.

Decís en vuestro artículo: “Lo que pedimos con urgencia es que cesen las hostilidades”. Pues bien, es tal nuestro deseo de llegar a la unidad de acción con los obreros socialistas y con todos los trabajadores (ponemos tan por encima los intereses de la revolución, que frente al amenazante peligro fascista en nuestro país, y frente a la gravísima situación y peligro de muerte que se cierne sobre nuestro camarada Thäelman, y estimando tan urgente la necesidad de unir las fuerzas del proletariado para acciones concretas, una vez más repetimos), que no obstante reconocer la justeza de nuestra critica a la política seguida por el Partido Socialista, si esa critica se considera obstáculo para llegar a la unidad de acción, declaramos ESTAR DISPUESTOS A LLEGAR A UN ACUERDO QUE PONGA FIN POR AMBAS PARTES A LOS ATAQUES Y CRÍTICAS, MIENTRAS DURA LA ACCIÓN, ENTRE LAS ORGANIZACIONES Y MILITANTES SOCIALISTAS Y COMUNISTAS, bien entendido que cada partido conservará su entra independencia para desarrollar su propaganda y asegurar su labor de proselitismo.

Igualmente declaramos que cada partido se reserva el derecho, en interés de la acción común, de denunciar a los que, habiéndose comprometido a la acción, traten de dificultar su aplicación o que en la realización de la misma adopten actitudes que comprometan el éxito de la lucha.

Reconocemos igualmente el derecho a las controversias doctrinales y a la confrontación de métodos y tácticas, que lejos de dificultar la unidad de acción, se hacen necesarias para elevar el nivel político e ideológico de las masas y el desarrollo de la consciencia de clase del proletariado.

Nuestras proposiciones, susceptibles de ser ampliadas por otras que vosotros podáis proponer, para llegar a la realización de esta acción común entre los trabajadores socialistas y comunistas, son las siguientes:

Primera. El Partido Comunista y el Partido Socialista se comprometen a organizar en común y a participar con todos sus medios (organización prensa, militantes, diputados, etc.) en una campaña en todo el país, teniendo como objetivos:

a) Movilizar todas las masas laboriosas del país contra las organizaciones fascistas por su desarme y disolución, contra la política fascistizante del gobierno Samper – Gil Robles y contra la represión; por la liberación de los millares de obreros, campesinos y soldados presos en nuestro país; por la reapertura de los centros y locales obreros clausurados; por la libertad y defensa de prensa obrera, reunión, manifestación y de huelga; contra el estado de prevención.

b) Contra el terror hitleriano y por la libertad de Thäelman y de todos los antifascistas presos.
c) Por un 1º de agosto de lucha contra la guerra y el fascismo y en defensa de la Unión Soviética.

d) Por la semana de cuarenta y cuatro horas, pagadas como de cuarenta y ocho.

e) Por las reivindicaciones inmediatas de los obreros y campesinos.

f) Por la liberación nacional y social de los pueblos oprimidos de Cataluña, Euskadi y Galicia, y por la evacuación de las tropas de ocupación de Marruecos.

g) Por el subsidio a los parados, no menor de tres pesetas diarias, pagadas por el Estado y los patronos.

h) Por la tierra para el que la trabaja y por el no pago de los impuestos, “foros”, “rabassa morta”, etc.

Segunda. Esta campaña contra el fascismo y por el triunfo de la revolución habrá de llevarse por medio de mítines, en que participen oradores del Partido Socialista y Comunista; por medio de manifestaciones en las calles, oponiendo una resistencia organizada y de masas, llegando incluso a la lucha huelguística contra los intentos de avance o de ataque del fascismo y del gobierno fascistizante de Samper – Gil Robles.

Estimando que la situación no admite demora, os rogamos una contestación inmediata a nuestra proposición. Por nuestra parte, declaramos que estamos dispuestos a designar una representación para ponerse en contacto con vuestros representantes. La contestación debéis darla a Galileo, 14, Redacción de MUNDO OBRERO.

POR EL C. C. DEL P. C. DE ESPAÑA

EL SECRETARIADO

(En Mundo Obrero, 23 de julio de 1934)

Sección de Historia de la FIM