En Madrid escuché una noche por la radio la más conmovedora
arenga, un llamado de la Pasionaria dirigido a las milicias republicanas
para que respetaran la vida de los prisioneros y respondieran con calor
de humanidad a las atrocidades rebeldes. ¡Cómo contrasta eso con la
actitud de Queipo de Llano predicándole a sus moros y regulares del
Tercio la guerra sin cuartel contra los llamados ‘rojos’ y excitándolos
para no respetar ni a las mujeres ni a los niños.

Juan Ramón Jiménez

El escritor hispanocubano Carlos Espinosa Domínguez ha recuperado la entrevista de Eduardo Chibás a Juan Ramón Jiménez que publicó en 1937 la revista cubana Bohemia.

Decía entonces Juan Ramón que “la guerra de España ha dejado de ser una guerra civil para convertirse en una guerra de independencia”. Y explicaba que “los combatientes no deben ser clasificados, atendiendo a su ideología, como rojos o fascistas, sería más correcto clasificarlos, atendiendo a su patriotismo, a su reacción frente a la invasión extranjera, como leales o desleales a España”. “El clero y el ejército -añadía- ,columna vertebral de la insurrección, no tienen nada de espiritual, es en el pueblo donde reside la fuerza espiritual de España”.

En sus declaraciones, Juan Ramón Jiménez incluía la siguiente alabanza para Dolores Ibárruri: “Siempre estaré con los demócratas dignos y con el pueblo español. Lamento profundamente muchas cosas que han ocurrido en la España republicana, cosas que en ninguna catástrofe natural o social es posible evitar, pero porque hayan ocurrido tales cosas de una parte no voy a pasarme a la otra, donde han ocurrido las mismas o peores cosas. Los dos bandos han cometido atrocidades, es cierto, pero mientras de un lado las autoridades republicanas han tratado de impedirlas por todos los medios, del otro lado las autoridades rebeldes las han alentado y hasta ordenado. Esa es la diferencia. Estando en Madrid escuché una noche por la radio la más conmovedora arenga, un llamado de la Pasionaria dirigido a las milicias republicanas para que respetaran la vida de los prisioneros y respondieran con calor de humanidad a las atrocidades rebeldes. ¡Cómo contrasta eso con la actitud de Queipo de Llano predicándole a sus moros y regulares del Tercio la guerra sin cuartel contra los llamados ‘rojos’ y excitándolos para no respetar ni a las mujeres ni a los niños”.