INTRODUCCIÓN AL DOCUMENTO Nº 14.

Entre 1933 y 1935 se produjo un importante viraje táctico en la política de alianzas del PCE, un cambio de rumbo donde el antifascismo iría cogiendo cada vez más peso en su discurso y en su praxis diaria hasta convertirse en su táctica central y en un elemento distintivo del partido. Sin embargo, en este contexto de transición táctica estallaría un acontecimiento que vendría a sacudir la historia del PCE y que se convertiría hasta nuestros días en un potente lugar de memoria del comunismo español. El 5 de octubre de 1934 se produjo el anuncio de la incorporación de 3 ministros de la CEDA en el gobierno de la República en manos de los radicales de Lerroux. Este acontecimiento se convertiría en el desencadenante de un movimiento huelguístico de cariz revolucionario que sacudiría el panorama político español hasta sus cimientos, provocando el estallido de la insurrección armada en Asturias durante 15 días y la efímera proclamación del Estado Catalán en dicho territorio por parte de las fuerzas nacionalistas de la Generalitat.

Existe cierto consenso historiográfico como para asegurar que el estallido revolucionario fue comunicado al PCE poco antes de su inminente ejecución. El partido fue mantenido al margen y no participó en su preparación previa. La existencia en Asturias del proyecto de las alianzas obreras, formado por socialistas, anarquistas y comunistas de izquierda, chocaba de facto con la táctica del Frente único Antifascista que estaba impulsando el PCE durante esa época. Además, existen algunas claves para entender por qué en Asturias se produjo un estallido revolucionario mientras que en el resto no fue así, al menos no con tanta intensidad El origen de la insurrección asturiana debe buscarse en la radicalización de los socialistas tras su derrota electoral, las peculiaridades del anarcosindicalismo local y a una fuerte sindicalización del proletariado asturiano en su conjunto, donde la idealización de la revolución social constituía un elemento muy importante de su imaginario colectivo. La petición de ingreso en las alianzas obreras por parte del Comité Central del PCE fue realizada el 11 de septiembre de 1934, mientras que la organización asturiana retrasaba dicha petición hasta el 27 de dicho mes. Una cuestión que se dirimiría durante la propia revolución y que provocaría que el partido fuera informado el día 4 de los importantes acontecimientos que tendrían lugar al día siguiente.

Sin embargo, pese a que el estallido revolucionario había sido ocultado al partido y a que este iba en contra de su análisis de la realidad concreta, los comunistas se sumaron con entusiasmo y entrega al Octubre asturiano. Precisamente, gracias a su compromiso y su sacrificio militante durante los 15 días de revolución, acabarían teniendo una presencia mucho más importante de lo que sus limitadas fuerzas parecía poder ofrecer. Si por algo se caracterizaron los comunistas durante este proceso fue por su dinamismo, aunque también por su desorganización interna. Los órganos del PCE fueron incapaces de reunirse y consensuar una única línea política durante todo el estallido revolucionario. Estos elementos fueron motivo de crítica y autocrítica por parte de militantes y dirigentes durante los análisis realizados por el partido en los momentos posteriores a la revolución. No obstante, el trabajo del PCE durante esos días fue muy intenso en todos los ámbitos. Por ejemplo, el partido lograría representación en los diversos comités que coordinaron el rumbo de la revolución e incluso en los generados para la retirada cuando el combate ya estaba perdido. Además, los comunistas destacaron por su abnegado papel en los distintos episodios de lucha armada que tuvieron lugar en las Cuencas Mineras y la zona central de Asturias. Por si fuera poco, también fueron los comunistas los que aportaron la principal figura heroizada de la revolución, la de Aida de la Fuente. Esta joven comunista fue fusilada junto a otros militantes en Oviedo el día 13 de octubre, convirtiéndose desde entonces en un símbolo inseparable de la Revolución de Octubre de 1934. Con todo, destaca la interpretación que hizo la militancia comunista de esta revolución, plagada de un fuerte simbolismo soviético. Allí donde fue posible, como en el caso del barrio ovetense de La Argañosa, el PCE impulsaba la creación de soviets. O por ejemplo, también se llegaría a declarar la República de Obreros y Campesinos de Asturias, e incluso en algunos bandos emitidos por los comités se hablaba del ejercito rojo para referirse a las fuerzas revolucionarias. Toda una sería de elementos simbólicos que evocaban directamente al imaginario colectivo que aportó la experiencia soviética a la cultura política comunista.

El texto número 14 ofrece las principales claves del análisis que hizo el partido sobre los motivos que hicieron fracasar el estallido revolucionario. Es necesario destacar que es un documento que guarda cierta inmediatez con los hechos que analiza, pues el comunicado está redactado pocas semanas después del fin de la revolución. El propio encabezamiento da muestra de la preocupación que suscitaba en esta época la cuestión nacional de los pueblos de España para el partido, así como su insistencia en conectar con obreros y campesinos imitando el modelo soviético. Precisamente, la ausencia de campesinos en la revolución es uno de los argumentos que ofreció el partido para entender las claves de su fracaso. En opinión del PCE, el campesinado era fundamental para el triunfo de la revolución socialista, ya que facilitaría la incorporación a la misma de sectores del ejercito que provienen de esta clase social. En este sentido, destaca la crítica al modelo de las alianzas obreras, a lo que habría que añadir la falta de unidad y disciplina. Otro elemento importante era la cuestión de la toma del poder y de la organización revolucionaria. Para los comunistas, la improvisación y la falta de un programa revolucionario fueron dos de los principales errores cometidos. En primer lugar, se reprobaba la falta de una convocatoria de huelga general antes de la constitución del nuevo gobierno. Además, no se habría preparado adecuadamente a los trabajadores, ni en el plano político ni en el organizativo, ni se planificó lo suficiente el rumbo que debía tomar la revolución. A esto habría que sumar la falta de creación de órganos revolucionarios con implantación directamente en los centros de trabajo, similares a los soviets, condición indispensable para asegurarse de la existencia de una herramienta que permitiera a los trabajadores del campo y la ciudad tomar directamente las riendas del nuevo poder revolucionario. Por supuesto, la inexistencia de una vanguardia organizada que liderase la revolución, como habría sido el partido bolchevique para el caso ruso, también es un elemento que se deja entrever en el texto, aunque no de forma tan flagrante como los otros elementos.

A todas estas causas internas del fracaso insurreccional también habría que sumar la responsabilidad de diversos agentes externos que habrían traicionado al movimiento revolucionario. En primer lugar se encontraba Companys, a quien se considera un elemento vacilante que habría claudicado por miedo a que el movimiento se encauzara hacía una línea revolucionaria que pusiera fin al régimen de explotación capitalista en Cataluña. En segundo lugar, se señalaban a los jefes anarquistas de la FAI, especialmente en Zaragoza y Barcelona, a quienes se consideraba los principales responsables de que la insurrección no se hubiera extendido a otros territorios. Es importante señalar que el PCE insistía en señalar a la dirección anarquista, mientras que se dirige directamente a sus militantes pidiéndoles que recapacitaran sobre todos estos hechos. Sin embargo, pese al reciente fracaso, el texto está plagado de reflexiones esperanzadoras respecto a lo exitosos de ciertas luchas y a lo inevitable del triunfo de la causa del socialismo en España gracias a la formación de un Bloque Antifascista que uniría a militantes comunistas, socialistas y anarcosindicalistas. Para el PCE los hechos, por trágicos que hubieran sido, confirmaban los análisis del partido y corroboraban que la única alternativa verdaderamente exitosa era la de la bandera de los soviets que había triunfado victoriosamente tanto en China como en Rusia y que había estado presente en toda la gloriosa epopeya de Asturias la roja.

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A TODOS LOS OBREROS Y CAMPESINOS DE ESPAÑA, CATALUÑA, VASCONIA Y GALICIA

CAMARADAS: A la provocación de las clases explotadoras de España al implantar un gobierno vaticano-fascista ha respondido el estallido de indignación popular que ha sacudido con violencia al régimen burgués terrateniente hasta en sus cimientos.

Hartos de hambre, de explotación y de terror los obreros se han lanzado a la batalla buscando por la lucha el pan, la tierra y la libertad. En muchísimos lugares, especialmente en Asturias y Vizcaya, la roja bandera de la revolución y del poder soviético ha flameado al viento como símbolo de una España nueva y libre de miserias. El heroísmo de los trabajadores de lucha (sic) ha culminado en la gloriosa epopeya de Asturias la roja donde ha sido proclamada la República socialista de los obreros y campesinos y que en medio de un infierno de sangre y de metralla desencadenado por el gobierno dictatorial fascista de Lerroux – Gil Robles, que ha lanzado a sus bestias de la Legión y tropas coloniales a que pasen a cuchillo a los bravos mineros, a que masacren a cañonazos a sus mujeres y niños, a que incendien y a que violen a las proletarias este poder, se ha sostenido poderoso, defendido con los pechos y las armas de los esclavos del subsuelo. ¡Viva el heroico proletariado asturiano! ¡Vivan los heroicos luchadores de toda España!

¡TRABAJADORES, EN PIE!

¡La batalla librada no es la decisiva! ¡Que no se apresuren a cantar victoria los verdugos del pueblo trabajador! Hemos vuelto al trabajo pero dispuestos a reagrupar nuestras fuerzas y a recomenzar a lucha en el momento más propicio con más fe en el triunfo que nunca. Aprendemos en los hechos y sacamos experiencias, ello nos fortalece en el camino seguro para la victoria.

A este fin el P. C. que se ha entregado de lleno a la lucha no obstante sus públicas discrepancias con la táctica y método de organización de la misma, que no ha regateado ni esfuerzo ni sacrificio para ponerse al frente de las masas en lucha, invita a todos los trabajadores a extraer enseñanzas de estas batallas, no sólo para resolver la dudas e interrogantes que hoy se hacen millares y millares de proletarios, sino para armarlos de la teoría y de la táctica justa, que los lleve al triunfo en los próximos combates.

¿POR QUÉ NO HEMOS TRIUNFADO?

Voluntad y coraje, decisión y firmeza, abnegación y sacrificio sobraban en todos los explotados. ¿Por qué entonces no hemos triunfado? Porque como ha declarado incansablemente nuestro Partido, no se ha hecho una preparación política y orgánica suficiente de la revolución, no se ha hecho conocer su programa ante todas las masas trabajadoras, no se ha popularizado lo que dará la revolución a los obreros, a los campesinos, a los soldados, a todos los explotados. Se ha querido ignorar en todo momento que la revolución no se hace, sino que se organiza, y que la organización de la revolución no se limita solamente a unos grupos de hombres voluntariosos “dispuestos a todo”, sino en (sic) poner en orden de batalla a todas las fuerzas de clase y a los aliados inmediatos de la revolución, los campesinos fundamentalmente.

EN LA RESOLUCIÓN DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA, publicada en “Mundo Obrero el 17 de Septiembre se decía: “Las Alianzas Obreras -y su nombre lo dice- surgen ya como órgano de una de las solas fuerzas motrices fundamentales de la revolución; la del proletariado -que es una fuerza dirigente- pero ignora la segunda fuerza motriz fundamental que es el campesinado SIN CUYA ALIANZA NO SE PUEDE ASEGURAR EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN”. He aquí también porque (sic) el ejército -salvo casos aislados- no se ha incorporado a la lucha. Los soldados son en su mayoría campesinos y solamente pasan al lado de la revolución cuando esta dé solución a sus necesidades. Al ignorar lo que les iba a dar al negarles una personalidad propia las inmensas fuerzas del campo en su gran mayoría no se han sumado a la lucha.

El problema del poder -esta cuestión fundamental de cada revolución- no ha sido planteado con toda claridad ante el proletariado y las masas campesinas. Estas en su mayoría ignoraban a qué mano y a qué órganos iban a pasar el poder y qué es lo que este poder significaba para ellos. Faltaba el programa, esa fuerza que al hacerse carne en las masas las lleva a despreciar la muerte por darle vida. En la Resolución citada del C.C. del P.C. se dice: “La lucha por el derrocamiento del régimen burgués-terrateniente y por el poder de los obreros y campesinos presupone la preparación política y orgánica de las masas para el alcance de ese objetivo. Por eso es preciso intensificar la propaganda entre las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, del programa del gobierno obrero y campesino, de lo que dará la revolución triunfante al pueblo trabajador”. La justeza de esta apreciación la han confirmado los hechos. Para lanzar a toda la masa a la lucha hace falta previamente que esta se haya compenetrado con el programa que sirve de bandera a la vanguardia que las (sic) llama a pelear. Esta incomprensión ha llevado a ignorar la fuerza gigantesca del proletariado unido en cada fábrica, mina y campo. Por eso no se han creado los comités de fábrica, ni de campesinos, las Alianzas en cada lugar de explotación [en] las cuales estuviesen directa y democráticamente representados los obreros, los campesinos y soldados, es decir, los órganos de la preparación de la insurrección, y embrionarios del poder de la revolución triunfante /Soviets/. Todo esto ha faltado y faltado no por casualidad. Ello responde a una concepción y táctica equivocada. Faltaba la teoría y la practica revolucionaria. Faltaba la unidad y la disciplina de hierro que tiene que caracterizar al partido de la revolución. En el seno del partido Socialista junto con los abnegados revolucionarios conviven elementos que no ocultan su enemiga a toda acción revolucionaria. Esto tenía que reflejarse en una serie de vacilaciones en las consignas y en algunas instrucciones confusas y contradictorias. Por eso se pudo dar la tremenda equivocación de no haber desencadenado la huelga general antes de la formación del gobierno. Eso fue dejar la iniciativa en manos del enemigo.

Otro error grave fue confiar el éxito de la lucha en hombres vacilantes como Companys que, ante el temor del desarrollo de la revolución popular, capitularon ante las fuerzas enemigas. Hacerlo descansar en manos de los mandos republicanos del Ejército, y no en la masa de los trabajadores uniformados. Para que triunfe la insurrección es preciso que la dirección en todas sus formas esté en manos de los explotados. Esa es la única garantía del triunfo. Así nos lo demuestran nuestros heroicos camaradas de Asturias y de Vizcaya. “La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos” (Marx). He ahí lo que no se ha sabido apreciar en toda su importancia.

¡ALERTA, CAMARADAS ANARQUISTAS!

Con la antelación debida el Partido Comunista ha procurado corregir estos errores y con más empeño que nunca en el curso de las mismas luchas como lo demuestra su actividad al frente del combate, sus proclamas y manifiestos. Pero no obstante la gravedad de los errores la situación no se hubiese inclinado a favor de la canalla clerical-monárquico-fascista si los jefes anarquistas de Barcelona y Zaragoza principalmente no hubieran consumado la más negra traición a la revolución en los momentos en que con las armas en la mano se batían como leones todos los explotados de España.

No ha sido sólo los guardias civiles y de asalto, no sólo los oficiales monárquicos y fascistas, no sólo la metralla y el asesinato gubernamental lo que ha decidido momentáneamente la batalla en favor de la más negra reacción. Ha sido para vergüenza eterna de los jefes anarquistas sus proclamas radiadas desde el cuartel general del fascista Batet en Barcelona. Los jefes de la F.A.I. han degollado el triunfo de la revolución. Han vendido a sus propios camaradas anarquistas que en Asturias, Madrid y otros lugares han sentido su dignidad revolucionaria, su deber de clase y luchando valientemente unidos a sus hermanos comunistas y socialistas.

He ahí los principales responsables de la situación. No olvidarlo camaradas anarquistas.

Por todo lo expuesto se deduce por qué los campesinos no han ocupado y defendido la tierra, aliándose al proletariado en lucha, y los soldados en su gran mayoría no han fraternizado y pasado al campo de la revolución. Por eso la jauría de la contrarrevolución pudo arrancar la bandera roja de la revolución e izar la bandera negra de la pena de muerte, fusilar a obreros y campesinos, armar a los fascistas, suprimir todas las libertades democráticas del pueblo trabajador, lanzarse como chacales contra los pueblos oprimidos de Cataluña y Vasconia, enseñorearse los monárquicos fascistas y retornar al pasado monárquico-militar-jesuítico.

Todo lo que hay de más reaccionario, de más ancestral en la sociedad, la contrarrevolución coaligada se apresura a festejar su triunfo. Pero, se apresuran demasiado. Podrán fusilar, encarcelar, extender aún más la miseria y el hambre entre el pueblo trabajador; pero los hambrientos no podrán saciarse mediante el ayuno, el dolor y las lágrimas de las madres y las mujeres del pueblo, no podrán secarse con el látigo y las porras de los de “asalto” y de los “civiles” ni se apaciguará el pueblo a palos y bayonetazos, ni la voz de mando de los generales ensoberbecidos podrá detener la catástrofe de la industria y la agricultura a que nos ha llevado este régimen.

Los obreros quieren pan y trabajo, los campesinos quieren tierra, el pueblo entero quiere libertad. En el interior de cada obrero y cada campesino ruge la voluntad de luchar y de vencer, el odio de clase contra este régimen de hambre, de miseria y de terror va extendiéndose -subterráneamente y en lo mas recóndito de las masas trabajadoras va germinando un odio sordo que estallará y muy pronto- y que aleccionadas con los últimos acontecimientos avanzarán mas aguerridas y más organizadas bajo la dirección de la vanguardia de clase hasta conseguir el triunfo.

LA BATALLA NO ESTÁ TERMINADA

Esto demuestra que al equipo de verdugos vaticano-fascistas [les] falta mucho para dominar la situación.

En la zona minera de Vizcaya: Hoy las fuerzas proletarias se repliegan orientándose hacia nuevas tácticas de lucha y de organización. La gran batalla por el pan, la tierra y la libertad no se ha librado aún. Las Alianzas Obreras y Campesinas toman cuerpo en los lugares de trabajo. Cada fábrica la convertiremos en una fortaleza de la revolución. HEMOS PELEADO UNIDOS Y UNIDOS SEGUIREMOS MÁS FIRMES QUE NUNCA. Discutiremos cordialmente las experiencias; los aciertos y los errores de la pasada batalla, pero nada podrá romper la unidad de acción y de lucha de los obreros comunistas socialistas (sic) y seguiremos nuestra tarea para sumar a los trabajadores anarquistas que tan claro han visto en la infame posición adoptada por sus dirigentes en este ultimo movimiento. Seguiremos unidos para defender con las uñas y los dientes a los bravos leones de Asturias la Roja y de Vizcaya, para impedir las represalias de la patronal fascista. Seguiremos unidos en la lucha contra los equipos rompehuelgas de los sindicatos antimarxistas, para luchar contra el gobierno y las Cortes de la pena de muerte y contra la reacción monárquica clerical-fascista; unidos para ayudar a los presos, para luchar por la tierra para los campesinos, por el derecho de prensa, reunión y sindicación por la libertad del pueblo catalán y de todas las nacionalidades oprimidas, por el desarme de las hordas fascistas y por el armamento de los obreros y campesinos. Unidos para formar UN SOLO BLOQUE ANTIFASCISTA y por el poder de los obreros, campesinos y soldados.

TRABAJADORES SOCIALISTAS Y ANARQUISTAS

Los hechos han confirmado la justeza de nuestra línea política, de nuestra táctica y estrategia revolucionaria de lucha. Ellos han acreditado una vez más que no puede haber más que un solo partido de la revolución y que ese partido es el partido que fundamenta su actuación sobre la gigantesca experiencia de dos gloriosas revoluciones triunfantes: la rusa y la China soviética de hoy. Allí donde la preponderancia de nuestras fuerzas existe, como en Asturias y Vizcaya la forma de organización y táctica han posibilitado los gloriosos resultados que hoy son orgullo de todos los revolucionarios de España. Nuestro partido pese al vendaval reaccionario que lo rodea continúa a la cabeza de la lucha de las masas oprimidas, más que nunca empuña en sus manos firmes la bandera de la revolución social contra todos los matones, contra todos los viles calumniadores y los lacayos del capital. Y como en el pasado mantiene en alto esa bandera en la cual ha escrito el grito de combate de pan, tierra y libertad: El grito de combate de los soviets, por el triunfo del socialismo.

Por primera vez en la historia de la revolución española la bandera de los soviets ha sido levantada y defendida en lucha revolucionaria contra el régimen burgués terrateniente. En Asturias ha vivido y vive aún la República Socialista basada en los Soviets. Una nueva página se ha abierto en la historia del proletariado y de las masas campesinas de España. Hoy sabe por su experiencia que solamente bajo la bandera de los soviets es como podrá vencer. Los combates futuros se realizarán bajo esa insignia y se vencerá.

Camaradas todos!: arriba los corazones tengamos más que nunca hoy fe en el triunfo. A estrechar filas con firmeza, valor y serenidad, acumulemos fuerza y disciplina, ensanchemos nuestros batallones de combate! Venid a reforzar la vanguardia de la lucha: el Partido Comunista! Obreros, campesinos, soldados agrupaos bajo nuestra bandera y marchemos en falanges de hierro hasta los próximos combates y hacia el triunfo!

¡Viva el Gobierno Obrero y campesino!
Vivan los Soviets!
Viva el proletariado unido en las Alianzas Obreras y Campesinas.
Viva la revolución mundial y su estado mayor la Internacional Comunista!
Viva el Partido Comunista!

Madrid – Octubre – 1934 *
PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA

(*) El documento lleva fecha a mano de 27-X-1934

Sección de Historia de la FIM