INTRODUCCIÓN AL DOCUMENTO Nº 17
Entre el 17 y el 18 de julio de 1936 comenzó, como es bien sabido, el levantamiento golpista de una parte del Ejército contra el gobierno y el régimen democrático de la Segunda República española. Ciertamente, este intento de golpe contó además con el sostén de numerosos voluntarios armados ligados a los partidos de la derecha y la extrema derecha -que venían oponiéndose al sistema democrático y a las reformas sociales- y con el decisivo apoyo militar de la Italia fascista y la Alemania nazi, el cual permitió el traslado de las fuerzas sublevadas en el norte de África al sur peninsular. El gobierno republicano, que reaccionó mal y tarde a una conspiración golpista que era bien conocida, resistió sin embargo con el respaldo de las masas obreras, agrupadas en los partidos y sindicatos de clase, frenando el golpe en buena parte de España. Con ello, la geografía española quedó a finales de 1936 partida en dos y comenzó de esa manera la guerra civil.
El Partido Comunista, que había respaldado con firmeza al gobierno del Frente Popular y había alertado reiteradamente sobre los peligros de un golpe reaccionario, respondió con rapidez a través de sus militantes y de su dirección posicionándose sin dudarlo en defensa de las libertades democráticas. Como el resto de las organizaciones obreras, reclamó ante el gobierno republicano la necesidad de armar a las capas populares para resistir a las fuerzas sublevadas y colaboró en la resistencia a través de la organización de milicias.
En este contexto se sitúa la declaración del Comité Central del PCE, el 30 de julio de 1936, destinada a dar a conocer hacia el exterior la posición oficial del PCE, que recogía a su vez el discurso pronunciado el día anterior en la radio por Dolores Ibárruri. En esencia, las palabras de Pasionaria insistían en negar la propaganda de los rebeldes, según la cual en España se habrían instaurado el comunismo, el caos o la anarquía, recalcando la llamada del partido a defender “un régimen de libertad y de democracia”. La declaración reafirmaba la línea frentepopulista que venía sosteniendo el partido y adelantaba la caracterización que este hizo de la guerra civil. De ese modo, explicaba el conflicto que acababa de desatarse como “la lucha entre la España democrática, liberal y republicana frente a las fuerzas reaccionarias y fascistas que, buscando alianzas inconfesables, quieren implantar en nuestro país un régimen de terror y de sangre”, acabando por ello con un viva a la República democrática.
Esta declaración estaba específicamente dirigida a los gobiernos y a la opinión internacional, buscando contrarrestar la propaganda en favor de la sublevación y asegurar el apoyo de los gobiernos democráticos y la opinión progresista a la República. Asimismo, alertaba sobre la necesidad de atajar el intervencionismo de las potencias fascistas, que ya se estaba produciendo, y de “impedir que la democracia sea aplastada”, pues ello llevaría a una guerra general. Sin embargo, como es sabido, tales advertencias fueron ignoradas, la farsa de la política de no intervención facilitó la victoria de las fuerzas sublevadas y su triunfo en España alentó a las potencias fascistas a continuar con su política agresiva y desencadenar la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, entre 1936 y 1939, el PCE y el resto de las fuerzas fieles al gobierno democrático resistieron con un extraordinario esfuerzo el asalto de las fuerzas sublevadas.
Sección de Historia de la FIM