Cuando aún no habíamos conseguido superar la última crisis económica, las consecuencias de la crisis sanitaria han supuesto un nuevo mazazo para la clase trabajadora, que fue quien pagó los platos rotos en 2008. A pesar de que se ha intentado desarrollar un escudo social para no dejar a nadie atrás, las grandes compañías han vuelto a encontrar los resquicios legales para lograr que sean las plantillas quienes enjuguen las derivaciones de la actual situación. Estas empresas han recurrido a despidos masivos con el único objetivo de maquillar su cuenta de resultados. Esto ha pasado en toda España, Euskadi no se ha salvado, a pesar de contar con un teórico fuerte tejido industrial. Lo hemos visto en Aernnova, en Alestis, en ITP Aero, todas ellas relacionadas con el sector aeronáutico, pero también en GTS o Matricerías Deusto, del sector automovilístico y, ahora también, en Tubacex, oil & gas.

Pero en el caso de Tubacex, esta medida llega en un momento que no podía ser peor para la Comarca de Aiaraldea. Una Comarca que aún no se ha recuperado de las consecuencias del proceso de desindustrialización de los años 90, cuando se produjo, por ejemplo, el cierre de una empresa tan importante como Aceros de Llodio. Un hecho que condicionó la economía de la zona para siempre. Los 150 despidos que se pretenden realizar hoy en esta empresa tubera van a suponer otro duro golpe para Aiaraldea. La antaño zona industrial por excelencia ha ido, poco a poco, perdiendo peso en la economía vasca.

Tubacex, empresa de referencia junto a Aiala Vidrio, Tubos Reunidos o Guardian, es una de esas empresas en la que todo joven aspiraba a trabajar debido a que era ejemplo de empleo de calidad. Pero hoy se ha convertido en una muestra más de la crueldad del capitalismo salvaje que sólo mira a corto plazo y por los intereses de sus accionistas, sin tener en cuenta que el mayor activo con el que puede contar es su plantilla. Una empresa que, sin tener apuros económicos, teniendo un remanente de tesorería de alrededor de 170 millones de euros, habiendo tenido beneficios millonarios los últimos años, ha decidido maquillar el mal balance económico de este 2020 maldito despidiendo a nada menos que 150 personas. 150 personas que van a engrosar las filas de un desempleo estructural del 12% en una zona tradicionalmente industrial y que ya se encuentra por encima del 17%.

LA PLANTILLA EN HUELGA

Con todo, la plantilla de Tubacex no desfallece. En huelga desde el 15 de febrero, lucha con todas sus fuerzas por impedir que esos 150 despidos se hagan efectivos, llamando a todas las puertas, hablando con toda la gente que quiera escuchar y recabando la solidaridad de la ciudadanía y las plantillas de las empresas de la zona. Porque no se puede pensar que la situación va a quedar circunscrita sólo a Tubacex. Comercios, bares, negocios de todo tipo van a sufrir las consecuencias de que 150 familias vean mermada su capacidad adquisitiva. Porque este despido colectivo va a caer como un auténtico jarro de agua fría sobre la comarca vasca con una de las mayores tasas de desempleo de Euskadi, como ya lo hizo con el cierre de Aceros de Llodio en los 90, lo que lo convierte en un problema de carácter general que apela de manera particular al Gobierno Vasco.

EL GOBIERNO VASCO SE PONE DE PERFIL

Un Gobierno Vasco indolente e incapaz de tomar cartas en el asunto, como ya ocurrió con las otras empresas ya mencionadas, que se pone de perfil ante el drama de las familias azotadas por esta lacra y que, encima, se niega a condicionar las cuantiosas ayudas públicas a las empresas al mantenimiento de la actividad económica y el empleo. Ayudas que han recibido todas estas empresas a cambio de nada. Un Gobierno Vasco que se limita a seguir haciendo lo que ya hace, cuando es evidente que lo que hace no sirve. Al menos no para las plantillas, porque los despidos siguen adelante, que es a lo que las direcciones de las empresas aspiran para mejorar unas ya infladas cuentas de resultados. Un Gobierno que supedita los intereses económicos a los intereses sociales, reacio a tomar las riendas de la economía dejándola en manos de intereses privados.

Un Gobierno Vasco que dice con la boca chica querer fomentar el empleo de calidad en los programas que diseña, pero cuando los empleos de calidad están en riesgo no sólo no los defiende, sino que insta a la clase trabajadora a rebajarlos. Un Gobierno Vasco que no aspira a crear empleos de calidad, sino que lo que pretende es precarizarlos. Mientras tanto y a pesar de todo, la plantilla de Tubacex resiste y lo seguirá haciendo mientras les queden fuerzas y sigan contando con el apoyo de una comarca que sabe que se la juega. Ánimo Tubacex. Despidorik ez.

Jon Hernández Hidalgo. Secretario General del PCE-EPK
Miguel Burdallo Bautista. Responsable Político del PCE-EPK en Araba