¿Por qué no te callas? El descenso a los infiernos de los Borbones
Carlos Guzmán PérezAtrapasueños
Decía Antonio Gramsci que las crisis coyunturales acostumbran a ser presentadas como «ocasionales, inmediatas, y casi accidentales» [1]. Ocasionales porque que se presentan como acontecimientos aislados. Inmediatas porque surgen y caen en el olvido de forma fugaz. Y casi accidentales porque se excusan prácticamente como si se tratase de fenómenos meteorológicos. ¿Acaso no es así como nos han presentado todas y cada una de las crisis que ha sufrido la monarquía durante estos años? Con el fin de desactivar cualquier despertar de la conciencia popular, se han presentado todos y cada uno de estos casos como «hechos aislados» y derivados de «errores puntuales» que han ido desapareciendo del debate con el transcurso de los días. Por eso son necesarios libros como ¿POR QUÉ NO TE CALLAS? El descenso a los infiernos de los borbones, de Carlos Guzmán Pérez.
El autor nos relata los más oscuros momentos que ha atravesado recientemente la monarquía, uno de los pilares fundamentales del régimen en España que en tantas ocasiones ha salvaguardado los intereses de la oligarquía. Desde la relación con la dictadura franquista hasta la enigmática huida a Emiratos Árabes Unidos de Juan Carlos I, pasando por momentos históricos como el cuasicolonial «¿por qué no te callas?» a Hugo Rafael Chávez Frías en la XVII Cumbre Iberoamericana que da título al libro. Una «bajada a los infiernos» que ha provocado momentos en los cuales el modelo de Estado, cuando no el régimen al completo, ha llegado a estar realmente cuestionado por amplios sectores populares.
Para Antonio Gramsci, las crisis, además de coyunturales, pueden ser orgánicas. Mientras que las coyunturales pueden ocasionar «una crítica política que afecta a pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables del poder», las orgánicas «producen una crítica histórica y social que afecta a las grandes agrupaciones, más allá de las personas inmediatamente responsables y más allá del personal dirigente» y se dan cuando «se han revelado contradicciones insalvables» [2].
A mis 26 años de edad, no conozco otra realidad que no sea ir saltando de crisis en crisis, ya sea económica, social, política o todas a la vez. La crisis de Iraq de 2003, la crisis económica de 2008, la crisis del bipartidismo, la crisis territorial con Catalunya, la crisis ecológica, la crisis en el acceso a la vivienda, la propia crisis de la Corona con la abdicación de Juan Carlos I en 2014 como punto álgido y un largo etcétera de una lista interminable, hasta la última y vigente crisis sanitaria y económica de la pandemia. Para quien escribe este prólogo –así como para el autor del libro y nuestra generación–, la palabra crisis se ha convertido en un elemento cotidiano más de nuestro día a día. La generación a la que pertenecemos ha sufrido infinitas maniobras para intentar hacernos creer que las continuas crisis son circunstanciales, una especie de error en el sistema, para impedir que tomásemos consciencia de que nuestros males han sido un continuum a lo largo de la historia de nuestro pueblo. Para evitar que tomásemos consciencia de que lo que realmente se escondía tras ellas eran contradicciones insalvables de este sistema y que, por lo tanto, las crisis se tornasen orgánicas.
Las crisis de la Corona, que trataron de presentarnos como coyunturales, pareció en muchos momentos que podían derivar en orgánicas. Como muestra, la abdicación del rey Juan Carlos I el 19 de junio de 2014 a modo de revolución pasiva de la clase dominante –al más puro estilo gramsciano– para acallar el cada vez mayor clamor popular que exigía una ruptura con el régimen imperante en España y el inicio de un proceso constituyente republicano.
Ha pasado casi una década desde que, a pesar de ni tan siquiera alcanzar la mayoría de edad, tomé la decisión de organizarme y plantar cara a las continuas injusticias que observaba a mi alrededor. Fue por aquel entonces cuando conocí a Carlos, al mismo tiempo que ambos conocimos a un sinfín de compañeros, compañeras y camaradas. Pronto descubrimos que ni él ni yo éramos los únicos que se habían lanzado a dar el paso para implicarse en esta digna lucha por la construcción de una sociedad libre de cualquier tipo de opresión. La realidad era que miles de jóvenes de nuestra generación, al igual que trabajadores y trabajadoras de todo el país, nos vimos abocadas a darlo. Descubrimos aquello que dijo Lenin de que «la inmensa mayoría de la población –y tanto más la inmensa mayoría de la población trabajadora– ha sentido mil veces sobre ella y sus familiares el yugo del capital, su pillaje y toda clase de vejaciones, forzando a las masas a adquirir conciencia de ellas» [3].
Una clase obrera que veía sus derechos recortados con la excusa de la crisis económica del 2008. Un estudiantado expulsado del sistema educativo ante las continuas privatizaciones y recortes en la educación pública. Un pueblo cansado de un sistema político en el que los dos partidos mayoritarios se turnaban en el poder sin dar solución a sus problemas. Una Corona que iba de escándalo en escándalo, quitando cualquier argumento a los más monárquicos para defender a la jefatura del Estado. Un cúmulo de grietas que caracterizaron lo que se llamó la crisis del régimen del 78.
Corren tiempos convulsos en la política española e internacional. Una convulsión a la que el régimen no escapa y tampoco la monarquía. Mientras que la juventud y la clase trabajadora están sufriendo las consecuencias de la crisis sanitaria y económica de la pandemia, los escándalos en torno a la Corona no han parado de sucederse. La clase dominante llevará a cabo cualquier operación para desactivar toda desafección en torno a la jefatura del Estado que, como bien señala Carlos Guzmán Pérez, es “uno de los pilares que sustentan todo el sistema poli?tico, econo?mico y juri?dico emanado de la Constitucio?n de 1978 tras la dictadura franquista».
«Deconstruir políticamente» la institución monárquica es un ejercicio fundamental que nos propone para que el régimen no consiga recomponerse nunca más de sus crisis y avanzar hacia la construcción de lo que el autor llama «una alternativa superadora al despropo?sito mona?rquico». Para que en la próxima «bajada a los infiernos de los borbones» el pueblo eche la llave y el régimen no pueda recomponerse de su enésima descomposición.
NOTAS
1. Gramsci, A. (2013). «Análisis de las situaciones. Correlaciones de fuerzas», en Sacristán, M. (Ed. Y Trans.), «Antonio Gramsci. Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán». Madrid: Ediciones Akal, pág. 367.
2. Ídem
3. Lenin, V. I. (1961). «Obras escogidas: Tomo III». Moscú: Editorial Progreso, pág. 243.
Ilustración: Juan Kalvellido
Presidente de la Federación Mundial de la Juventud Democrática