Al hacer el balance de un año de pandemia y de sus efectos en la seguridad y la salud en el trabajo, CCOO y UGT denuncian que se han puesto de manifiesto de manera dramática la contradicción entre la salud y la vida y las presiones para mantener la actividad económica mucho más allá de lo que aconsejaban los expertos en salud pública.

Han sido las plantillas de los sectores ya conocidos como esenciales quienes han sufrido los estragos del virus de manera más directa y en muchas ocasiones sin el debido reconocimiento por parte de las autoridades. Recientemente se ha asimilado la COVID-19 a enfermedad profesional en el caso de los trabajadores sanitarios y sociosanitarios pero esta medida es insuficiente. Exigimos que la COVID-19 se incluya en el listado español de enfermedades profesionales, extendiendo esta cobertura a un mayor número de profesiones expuestas al riesgo y sin limitación temporal.

2021 debe ser el año que marque el inicio del fin del problema del cáncer de origen laboral. La falta de reconocimiento de los cánceres de origen laboral está privando a las personas afectadas de las prestaciones derivadas de la contingencia profesional. Seguiremos presionando para que las modificaciones de la directiva europea sobre protección frente a la exposición a cancerígenos y mutágenos sean traspuestas, garantizando la máxima protección de la salud de los trabajadores.

Derogación de la reforma laboral

Hay que derogar la reforma laboral porque la precariedad laboral y la mercantilización de la prevención matan.

Reclamamos la plena integración de la salud laboral en la sanidad pública, con mayor convencimiento desde la experiencia de la pandemia, lo que exige una mayor coordinación entre los departamentos de Sanidad y de Trabajo, tanto en la Administración General del Estado como en las Comunidades Autónomas. Insistimos en la necesidad de dotar de mayores recursos a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, al Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo y a los institutos regionales.

Porque el trabajo debe ser decente, digno y de calidad, libre de riesgos. Nadie debería tener que elegir entre trabajo y salud.