El diario EL PAIS publicaba el lunes 31 de mayo una entrevista al presidente Iván Duque, realizada por su subdirector, Jan Martínez Ahrens, quien hace una presentación de la misma con un evidente malabarismo político donde resalta la gravedad de la situación, los cuestionamientos internacionales a la violencia policial, dándole sin embargo importantes créditos a las buenas intenciones presidenciales. No podemos olvidar quiénes están detrás del periódico, quiénes son sus mayores accionistas, ni de los poderosos intereses que mueve PRISA en Colombia, entre ellos algunos de los medios de comunicación que más desinforman en favor del gobierno y del uribismo.
Es necesario reconocer que, así como en un juicio nadie está obligado a declarar contra si mismo, es de esperar mas o menos lo mismo en una entrevista a un político en un medio periodístico. Las preguntas realizadas por el subdirector permiten entrever ligeramente que para los grandes poderes, incluidos los medios, el uribismo se ha convertido en un incómodo problema que puede poner en cierto riesgo los intereses del bloque de poder, y de alguna manera los de las transnacionales, como PRISA.
La entrevista se presenta con un gran titular que muestra la desfachatez de Iván Duque. “No voy a permitir que nadie desangre a Colombia”, cuando está claro que su gobierno es el gran desangrador, como continuidad de la política de violencia y tierra arrasada que caracteriza al uribismo. Con demagogia simplista dice reconocer la justeza de las protestas pero que están siendo utilizadas por grupos de terroristas para sembrar el caos, y abiertamente niega lo que es imposible negar, la barbarie policial registrada en miles de vídeos, y esgrime el argumento de siempre, que son hechos aislados, que se sancionan ejemplarmente. Y cuando le preguntan por los muertos y los heridos habla es de policías muertos o heridos. Por supuesto que no habla de los paramilitares que disparan contra las marchas protegidos por la policía, ni que se está ejecutando una nueva escalada de “falsos positivos”, en los que la acción violenta de la policía es premiada, no solo con ascensos, como el que acaban de concederle al director nacional de la policía, sino que también con bonos y otros estímulos de algunas empresas a los policías del temible ESMAD.
Se habla en la entrevista de las acciones que realiza el gobierno de cara a la comunidad internacional y a las regiones más conflictivas. Un fracaso total. No hay organismo multilateral que no le esté reclamando dialogo y salidas pacíficas, y en sus visitas a Cali y Popayán Duque fue cuestionado y abucheado por un país que perdió el miedo, que no es escuchado como dice Duque, y que por el contrario es criminalizado y perseguido. Si en los tiempos de la Masacre de las bananeras se utilizaba el término “Cuadrillas de malhechores” para referirse a los huelguistas, hoy es el de “vándalos” y “terroristas”.
Parece que Duque tuvo algo de pudor de no hacer en la entrevista los señalamientos que todos los días hacen sus ministros en los medios colombianos, que el paro es “obra de Nicolás Maduro”, o de “los rusos”, o como dijo el ministro de justicia de “organizaciones criminales internacionales”.
La entrevista a Iván Duque permite claramente ver a un presidente incapaz e indolente, torpemente mentiroso, encerrado en el Palacio de Nariño como en una urna de cristales ahumados o una burbuja. Un presidente que hace ostentación de su beatería, aunque también son harto conocidas sus prolongadas parrandas. Un presidente que de alguna manera nos hace recordar al golpista presidente José Manuel Marroquín (1900-1904) y cuando Marroquín, se encerraba a rezar mientras el país se desangraba, se lo comía la corrupción y Estados Unidos se apropiaba del canal de Panamá.
No son buenas las perspectivas que se avizoran. No quieren aceptar el carácter estructural ni la magnitud de los problemas sociales y esperan seguir resolviendo todo a punta de escapulario y de fusiles.
(*) Jaime Cedano Roldán es militante comunista, superviviente del genocidio contra la Unión Patriótica en Colombia. Escritor y conductor del programa radial «Suenan Timbres»