El pasado 23 de junio, 184 países votaban en Naciones Unidas a favor de exigir el fin del Bloqueo que los gobiernos de los Estados Unidos ejercen sobre Cuba desde hace más de 60 años. Solamente Israel y los propios EE.UU. votaron en contra de esta resolución.

Esta votación no va mas allá de la condena política y moral, porque la Comunidad Internacional es incapaz de imponer el cumplimiento de los acuerdos de la NNUU cuando estos perjudican a los EEUU. De esta manera, un año más, seguirá vigente el Bloqueo mas largo que ha sufrido un Estado, con la aplicación de unas medidas que siendo contrarias al derecho internacional han costado ya a Cuba más de 90.000 millones de dólares y la imposibilidad de importar productos necesarios para la sanidad, la construcción o la alimentación. Estas medidas fueron endurecidas durante el gobierno de Donald Trump para evitar cualquier relación entre los cubanos residentes en los EE.UU. y los que viven en la isla. Biden no ha revisado estas medidas, a pesar de haberlo prometido en su campaña electoral.

Nadie duda que el Bloqueo ha supuesto, desde su implantación, un lastre para la economía cubana, dificultando una normal participación de Cuba en las instituciones económicas internacionales y por consiguiente la posibilidad de acceder a préstamos y otro tipo de relaciones comerciales necesarias para poder atender las necesidades del mercado interno. Estas dificultades que el Bloqueo viene provocando en la economía cubana se han visto agravadas por los efectos de la crisis provocada por la Pandemia causada por la COVID 19, paralizando una de las principales fuente de divisas y afectando de manera especial al turismo, lo que ha supuesto para la economía cubana un daño mucho mayor que para otros Estados, ya que uno de los efectos del Bloqueo es que Cuba tiene que pagar directamente en dólares o euros los productos que necesita para su consumo interno y que consigue rompiendo el bloqueo.

A pesar de estas circunstancias, durante la pandemia el Gobierno de Cuba ha mantenido su política de protección social, que nadie discute, es una de las más completas del mundo, al tiempo que han enviado Brigadas Médicas para ayudar a combatir el coronavirus a todos los Países que lo han solicitado, siendo capaz de desarrollar sus propias vacunas que están siendo aplicadas a su población.

Al bloqueo se suma la crisis sanitaria y económica que produce la pandemia, dando lugar a toda una serie de problemas que el propio Gobierno de Díaz-Canel reconoce y trata de combatir con medidas que tienen como prioridad mantener los logros históricos de la Revolución asegurando que nadie quede desatendida en Cuba.

Algunos piensan que es un buen momento para aprovechar las dificultades y provocar un levantamiento popular contra el régimen, y tienen la ensoñación, largamente anhelada, de que la Revolución Cubana pierda el apoyo de su pueblo y sea presa fácil para el Imperio.

Ayuda humanitaria envenenada

En estas circunstancias surge “espontáneamente” un movimiento pretendidamente humanitario que “casualmente” se olvida y oculta las causas de las dificultades que existen en Cuba y pone la atención en las consecuencias, es decir, se olvida del bloqueo, se olvida de la pandemia, se olvida de comparar cómo está la situación en Cuba con la que se vive en los países de su entorno, los miles de muertos que se están produciendo en Colombia, Ecuador o Perú, los asesinatos de centenares de activistas sociales en Colombia, el asesinato del Presidente de Haití por mercenarios colombianos entrenados por los EE.UU..

La realidad es que se pone en marcha todo un Plan, en el que nada es espontáneo ni nada es casual, sino que responde una vez más al enésimo intento de los EE.UU. de derribar al régimen Revolucionario cubano, utilizando esta vez el Caballo de Troya de una supuesta ayuda humanitaria, siguiendo el mismo esquema que ya trataron de aplicar hace dos años con el intento de Invasión de Venezuela por la frontera colombiana bajo la apariencia de “caravana humanitaria”.

El primer objetivo de la campaña mediática y política es presentar la situación como una “Emergencia Humanitaria extrema” para justificare una intervención exterior que derribe al Gobierno de Cuba. No cabe mayor muestra de cinismo que quien mantiene el bloqueo más largo de la Historia, quien impide que Cuba pueda recibir con normalidad todo tipo de productos que necesita, pretenda ahora ser quien ayude “humanitariamente” al pueblo al que ha causado pérdidas de más de 90.000 millones de dólares. Sin embargo toda la prensa internacional y una parte importante de actores políticos se han sumado de una forma u otra a esta farsa cínica del pirómano que se ofrece de bombero.

Al tiempo se alienta un intento para aprovechar las dificultades que el bloqueo y la pandemia causan en la vida diaria del pueblo, para provocar un estallido que derive en una rebelión popular que prive a la Revolución de su principal arma defensiva, el apoyo de su pueblo. Pero cuando esto no se consigue y lo que ocurre son una serie de incidentes, sin duda menores que los que ocurren continuamente en cualquier lugar del mundo, incluida España, se magnifican o directamente se falsifican, para tratar de minar la segunda arma defensiva de la Revolución Cubana, la simpatía que Cuba se ha ganado entre las clases populares de todo el mundo, con sus políticas de solidaridad que ha llevado a la petición del Premio Nobel para las Brigadas Cubanas que han luchado en todo el mundo contra la Covid19.

De esta manera se presentan las primeras manifestaciones en Cuba como ejercicio de libre expresión, pero cuando el Presidente de Cuba llama al Pueblo a llenar las calles para hacer frente a quienes pretenden utilizar los sufrimientos del pueblo en beneficio de los intereses contrarrevolucionarios, esas demostraciones de apoyo popular ya no son presentadas como el ejercicio del derecho de manifestación, sino que son calificadas como un llamado a la confrontación civil. Y finalmente se oculta que cuando quienes pretendían provocar el levantamiento popular ven frustradas sus intenciones de conseguir ese masivo apoyo popular, transforman las manifestaciones en vandalismo y terrorismo callejero, provocando la reacción de rechazo del pueblo. Y es entonces cuando el propio Presidente Díaz-Canel llama a la calma para que se evite el enfrentamiento entre cubanos y sea la legalidad cubana la que actúe en defensa del bien público frente a las provocaciones y el vandalismo.

Una vez más se cumple la máxima de que cuando la realidad no se ajusta al titular previsto, en lugar de cambiar el titular se manipula y oculta la realidad.
Desde esta perspectiva, quienes reconocemos los logros que ha significado la Revolución para el Pueblo de Cuba y compartimos los objetivos de esa Revolución en la medida que valoramos el gran mérito de poner en el centro de toda acción política la defensa del pueblo tenemos el reto de conseguir que no alcance su objetivo la campaña mediática y política, que manipulando la realidad y ocultando las causas de la situación de dificultad por la que está pasando el pueblo cubano, trata de minar la solidaridad internacional hacia Cuba.

Nuestra tarea en estos momentos es hacer llegar a toda la población la información certera de lo que está ocurriendo en Cuba, y hacerlo sin complejos, reconocimiento que en Cuba hay problemas, hay dificultades, pero no se puede explicar lo que está ocurriendo en Cuba sin hablar previamente de la causas que las provocan, de los años que lleva aplicándose el Bloqueo más largo de la historia y que, por tanto, el mayor acto de solidaridad que se puede tener con ese pueblo que sufre es exigir algo tan simple como que los EE.UU. cumplan con la legalidad internacional, acepten los acuerdos de las Naciones Unidas y pongan fin al bloqueo, dejando al pueblo cubano decidir su futuro.

La historia nos enseña que frente a estos ataques del Imperialismo, sólo cabe situarse a la ofensiva y, sin complejos, denunciar todos los programas, leyes y presupuestos millonarios que los EE.UU. dedican exclusivamente a tratar de derribar el proceso revolucionario Cubano, sin detenerse ante el daño o destrucción que puedan causar sus acciones. Hay que exigir un debate abierto en unos medios de comunicación que llevan semanas ofreciendo informaciones sesgadas, cuando no directamente falseadas sobre Cuba, debate que empiece por informar de lo que supone este prolongado bloqueo y que compare la situación de los Derechos Humanos en Cuba, empezando por el cumplimiento de los llamados Objetivos del Milenio, con la que se tiene en el resto del planeta, incluido el Estado Español, con sus reformas laborales, sus bolsas de pobreza, sus políticas de recortes de derechos sociales y leyes mordazas que han servido para procesar a centenares de jóvenes, sindicalistas, artistas.

Debate que ponga en evidencia cómo quien está tratando de socavar el apoyo popular a la Revolución se están estrellando con la respuesta popular, con la mayoría del pueblo que se siente dueño de las calles y plazas de Cuba y en ellas expresa que a pesar de las dificultades, de los problemas sabe distinguir bien quienes son los causantes de sus dificultades y valoran todo lo que significa mantener viva la Revolución.

Este es sin duda el camino que el PCE y los movimientos de solidaridad tenemos que mantener, conscientes de que las batallas que hoy se libran en Cuba, Venezuela y otros lugares del Planeta contra las agresiones imperialistas forman parte de una misma estrategia y que por tanto tienen que tener una respuesta conjunta y coordinada que defienda un futuro de Paz y el Progreso para toda la Humanidad.

Presidente del PCE