Una de las movilizaciones masivas de mujeres más importante en la historia de España fue su participación en el frente de guerra y en la retaguardia. Alrededor de 2.557 españolas comenzaron a alistarse como voluntarias desde el mismo día del golpe de Estado para incorporarse a la milicia popular.

Una de las ciudades con mayor número de mujeres armadas en su defensa fue Madrid, se integraron en el 5° Regimiento organizado por el PCE, embrión de lo que sería más tarde el Ejército Popular Republicano.

La mayoría de las voluntarias procedían de Madrid y, sobre todo, de sus barrios más humildes: Cuatro Caminos, Chamberí, Ventas, Manuel Becerra, Pacífico y Vallecas. Los ingresos se produjeron desde el mismo sábado 18 de julio. La primera anotada es el domingo 19 y el lunes 20 otro pequeño grupo de seis mujeres se incorporaron al cuartel del antiguo convento salesiano, entre ellas la modista María Morales García. Luego se incorporan Victoria Quijorna, de 44 años, Antolina Mata Díaz, de 65 años, lavandera, Francisca Gómez Cobo y Pilar González Andrés, sastras, de 14 años, Antolina Mata Díaz, lavandera, 65 años. Matilde Landa, 32 años, es responsable del personal sanitario y Áurea Carmona Nanclares era la única maestra nacional (4).

La cualificación profesional de varias de ellas supuso una aportación decisiva a las necesidades de todo tipo que tuvo el 5° Regimiento desde el primer momento. Por ejemplo, las taquimecanógrafas y mecanógrafas jugaron papeles muy valiosos como auxiliares y secretarias de los mandos, tanto en la comandancia general como en la organización administrativa de varios servicios. Este fue el caso de Margarita de la Fuente, Pilar Muñoz Falcón, Carmen Capafons Gómez, Julia Díaz Caballero, Esperanza Gil Lozano y Luisa González Fernández. También de diversos oficios: limpiadoras y sirvientas, cocineras, ayudantes de laboratorio y enfermeras, sastras y modistas, mecanógrafas, jornaleras, peluqueras, administrativas, amas de casa, matronas e intérpretes. Jóvenes, mayores, solteras, casadas y viudas.

En los servicios médicos y sanitarios también fue fundamental la participación de las mujeres que, además de organizar, formaron a muchas auxiliares en un contexto en el que no cesaban de llegar heridos del frente. Estas mujeres, a su vez, desempeñaron un reconocido papel en botiquines, pabellones y quirófanos, a veces en las inmediaciones de las líneas del frente con un riesgo indiscutible como Mercedes Gómez Otero.

Destacan los nombres de seis jóvenes del Socorro Rojo Internacional: Agustina García Caamaño, María Luisa Gómez Redondas, Ana Lera Lillo, María Luisa López García, Margarita Martín Jiménez y Carmen Ortega Sampedro. La mayoría de ellas -90- pertenecían a UGT. El resto militaban de forma repartida en el PCE, Juventudes Socialistas Unificadas, CNT, Mujeres Antifascistas, PSOE, Izquierda Republicana y Federación Universitaria Escolar. La milicia en el Quinto Regimiento llevó a muchas mujeres a consolidar su militancia e ideología y después de terminar la guerra siguieron luchando en la clandestinidad para restaurar las bases del partido.

Encarnación Juárez Ortiz era modista y tenía 35 años cuando se integró en el batallón Garcés en Córdoba. Luego marchó a Jaén, donde vivía y donde fue detenida al terminar la guerra. Logró ocultar su paso por las milicias republicanas aunque no su destacada militancia en el PCE de Jaén desde enero de 1938. En el juicio sumarísimo que se le instruyó fue considerada por la Secretaría de Orden Público como «peligrosísima» para la Causa Nacional y la sociedad y condenada a 20 años de prisión. Consiguió salir en libertad condicional en julio de 1943 pero tres años más tarde, por sus actividades clandestinas, fue detenida de nuevo y sometida a terribles interrogatorios que le provocaron un intento de suicidio. No salió de prisión hasta 1951.

Pilar Bueno Ibáñez, modista madrileña, ingresó en agosto en las filas del Quinto Regimiento con 26 años. Cuando terminó la guerra, pasó a formar parte del clandestino comité provincial del PCE en Madrid. Fue detenida y fusilada junto a otras doce jóvenes el 5 de agosto de 1939. Era la mayor de las Trece Rosas. “Es de justicia recuperar sus nombres y así poder testimoniar un pequeño pero necesario homenaje a su trabajo. Las milicianas son ellas también, no se olvide. Lo dejaron todo para luchar en el puesto que les encomendasen y en cualquier destino. Y hay que reconocerles esa valiente actitud», destaca el historiador José María García Márquez (2).

Muchas de las voluntarias identificaban el fascismo y la reacción de las fuerzas políticas conservadoras como su enemigo de clase, los consideraban como una grave amenaza para sus recientemente adquiridos derechos como ciudadanas que las situaban en igualdad con los hombres.

Posdata.

Siempre queda algo por decir
un rencor un amor una sorpresa
un pedazo de vida insoportable
que sin embargo algo nos enseña
la vez que fuimos derrotados
cual si fuéramos ídolos de trapo.
Y la otra en que nos rozó un triunfo
de esos que no se tienen programados
siempre queda algo por soñar
llegar a una frontera tan remota
que queda más allá del horizonte
y por esa razón es seductora.

Mario Benedetti

(1) https://temas.publico.es/combatientes/2021/04/12/milicianas-y-mujeres-soldado-retrato-de-las-combatientes/

(2) https://bit.ly/36VHMIJ

Núcleo Argentina PCE Exterior