Inmersos en la caótica situación actual, con imágenes desoladoras del aeropuerto de Kabul, de personas huyendo de la catástrofe, de la separación desgraciada de familias y del exilio de millares de afganos y afganas, cabe hacer un análisis de las consecuencias de la retirada de EEUU y sus aliados de la encrucijada afgana.
BIDEN Y LOS OBJETIVOS DE LA CASA BLANCA
Joe Biden ha declarado que EEUU no fue a Afganistán a crear un Estado ni a formarlo democráticamente sino a erradicar el terrorismo “responsable” de los ataques a las Torres Gemelas. De esta forma desmonta, de una manera clara, la teoría de los medios occidentales que todavía se empeñan en vender la imagen de las tropas aliadas como heraldos de la paz y la democracia. EEUU solo invade países para proteger sus intereses económicos y políticos o como venganza. Lo preocupante de las declaraciones del presidente estadounidense es que ha declarado que los problemas para EEUU ya no derivan de Afganistán sino de otras zonas del planeta. (1) ¿Se estará refiriendo a Venezuela, Cuba, Irán o Corea del Norte? ¿Se plantea el Pentágono iniciar otra guerra? No sería de extrañar, dado que los intereses de la industria armamentística en seguir obteniendo grandes beneficios no se van a detener por el fin de la guerra de Afganistán.
Preocupa más esta actitud de un presidente demócrata, aunque conociendo los antecedentes del anterior, Obama, no sería de extrañar otra intervención militar de EEUU allende sus fronteras. Desde la guerra de Yugoslavia, los estadounidenses han provocado o iniciado varias guerras y conflictos en el mundo y todos han generado Estados fallidos, como Libia, o países destruidos o fragmentados, como Iraq o Siria. En otras palabras: allá donde pisa el ejército estadounidense y sus aliados deja de haber cualquier atisbo de esperanza. Es lo que tiene un dominio basado en la fuerza y en la sinrazón del mercado capitalista.
EL POLVORÍN DE ASIA CENTRAL
Retiradas las fuerzas aliadas con más deshonor que otra cosa, los gobiernos de los países responsables de la invasión de 2001 claman por la falta de derechos humanos y el peligro de un gobierno talibán en Afganistán. Pero no aportan soluciones a corto y medio plazo. Y volver a la casilla del principio, como se ha dicho, sería un despropósito. ¿Qué dirían los ciudadanos de Europa y EEUU si se vuelve a iniciar la enésima invasión de una tierra que se ha demostrado inconquistable?
Los que sí tienen el problema, y muy cercano a sus fronteras, son Irán, China (muy poca, pero importante), Pakistán y las ex repúblicas soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán, lo que afecta muy directamente a la Federación Rusa, que tiene acuerdos de cooperación económica y militar con estas naciones.
Para Pakistán, país que ha acogido a dirigentes talibanes y que ha aportado mucho apoyo a los grupos insurgentes, el problema serán los miles de refugiados que intentarán cruzar sus fronteras. No obstante, sus beneficios serán mayores dado que su influencia y amistad con el nuevo gobierno talibán le reportará un gran control político en la zona y quizá se convierta en el peón necesario de EEUU, gran aliado de los gobiernos pakistaníes, y enemigo de la India, aliada, a su vez, de Rusia.
Las ex repúblicas soviéticas están teniendo contactos con el Kremlin a fin de reforzar sus estructuras militares, sobre todo, y reforzar sus fronteras ante la posible llegada de terroristas que quieran infiltrarse en ellas y, después, en la propia Rusia. Putin y el Kremlin están preocupados porque esto conlleve a revoluciones como las acaecidas en Chechenia. Así que las ex repúblicas se van a convertir en el muro de contención ruso a la vez que la crisis afgana reforzará la posición de Rusia en Asia central, dado que va a ser la única potencia a nivel global con influencia real en Afganistán (2).
Por lo que respecta a Irán, otro enemigo secular de EEUU, su derrota en Afganistán le evita un problema a sus espaldas, con lo que podrá, tras cerrar acuerdos con el gobierno entrante talibán, centrarse en oriente próximo, sobre todo en Siria e Iraq, que se van a convertir en los focos más calientes del planeta en los próximos meses.
China, como siempre, está a la expectativa. Igual que Rusia, ha sido prudente y ha afirmado que observará la evolución de la situación antes de reconocer o no al gobierno afgano surgido tras la huida de los aliados. (3) En este sentido, Putin y Merkel (4), la dirigente alemana, ya han señalado el camino a seguir: diálogo con los talibanes, sin especificar a cambio de qué, aunque la política internacional, sea del país que sea, es muy pragmática y obvia, casi siempre, la defensa de los derechos humanos. Es la ley del mercado, dirían los accionistas de Wall Street.
El resto de implicados, EEUU y Europa Occidental, se limitarán a lamerse las heridas de la derrota y transformarla en una retirada honorable que ya se encargarán los medios y el cine made in Hollywood de ensalzar. Difícilmente los gobiernos de los países que invadieron Afganistán van a reconocer el fracaso, aunque sus estados mayores, es seguro, estudiarán y valorarán lo acontecido en el país asiático. Tal vez para “mejorar” sus resultados en otras invasiones… o para cometer los mismos y terribles errores.
NOTAS:
3. Los talibanes también hacen amigos (heraldo.es)
(*) Francisco José Segovia Ramos es escritor granadino y funcionario
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