La sociedad cubana se transforma social y económicamente y se visualizan demandas de diversa índole por varios sectores. ¿Está el Estado cubano en capacidad para absorber y gestionar esas demandas?
El Estado cubano ha logrado, con variaciones en el tiempo, particularmente en las primeras tres décadas del período revolucionario, satisfacer gradualmente gran parte de las demandas de la sociedad, así como satisfacer las necesidades básicas de las grandes mayorías mediante una oferta de bienes públicos y una política social gratuita y universal.
Las relaciones de intercambio con el campo socialista en general y la URSS en particular permitieron sostener esta oferta y aseguraron un cierto ritmo de desarrollo. El derrumbe del socialismo en la Unión Soviética impactó al país severamente, dando lugar a un periodo especial del cual logramos recuperarnos solo en parte, lo que planteó la necesidad, presente hasta hoy, de iniciar un período de reformas orientadas a instaurar un nuevo modelo económico socialista, un Estado de Derecho y una nueva etapa de su desarrollo democrático. El retraso en la aplicación de las reformas, la resistencia de dirigentes y funcionarios de todas las esferas a implementarlas, el agravamiento del escenario interno provocado por la ofensiva estadounidense de cambio de régimen y la pandemia han afectado a las capacidades del Estado y del incipiente sector privado para sostener su oferta de bienes públicos, de mayor desarrollo democrático, de seguridad ciudadana y de un mayor nivel de vida de la población. Las capacidades del Estado cubano no solo se han visto restringidas por el escenario actual sino también por otras condiciones más estructurales, de las que quiero destacar al menos tres: el modelo de socialismo de Estado, un diseño del Estado caracterizado por la centralización de las atribuciones y recursos, el verticalismo de la dirección, la burocratización de sus funciones y las manifestaciones de corrupción y el muy bajo control democrático sobre su desempeño. De lo anterior se deduce que el Estado cubano retiene un potencial de desarrollo de sus capacidades mediante la superación de sus deficiencias de diseño y de gestión. Numerosas y transitorias campañas -contra la burocracia y la corrupción y por una mayor representatividad- se han promovido sin efectos duraderos y, sobre todo, sin influir en su diseño institucional. La implementación de la nueva Constitución y de sus leyes complementarias parece ser una oportunidad extraordinaria para superar algunas de estas limitaciones.
¿Cuál es su opinión sobre las consecuencias de la intensificación del bloqueo durante la Administración Trump?
El bloqueo adquiere un nuevo significado desde el segundo mandato de la Administración Obama, una vez que el gobierno cubano promueve un programa de reformas económicas y políticas a su modelo socialista. Obama admite el fracaso de las estrategias estadounidenses contra Cuba y propone e inicia un ciclo de normalización de las relaciones. Pero de lo que se trata, en el fondo, es de la percepción de que las reformas políticas creaban inusitadas condiciones para una mayor penetración e influencia de Estados Unidos en la sociedad cubana. No olvidemos que la normalización de Obama tenía como limite la permanencia del bloqueo.
La Administración Trump rompió ese ciclo de normalización y reasumió la tradicional política de presiones, llevando el bloqueo a su forma extrema, bajo la percepción de que las reformas podrían hacer viable al régimen cubano y asegurar su continuidad en el largo plazo. La imprevisible y dilatada pandemia reforzó los efectos de esa política, desatando una nueva crisis sobre el país.
Considero que sin el bloqueo, o asumiéndolo como una política permanente de Estados Unidos contra Cuba, la implementación de las reformas al modelo económico cubano, ya aprobados y consensuados, permitiría, mediante un mayor crecimiento y desarrollo, disponer de la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de la población y parte de las demandas de sus diferentes estratos.
DEL SOCIALISMO DE ESTADO A LA REPÚBLICA SOCIALISTA
¿Cómo analiza los cambios que la dinámica social y económica genera en la composición clasista de la sociedad cubana y en las desigualdades?
En la segunda década de este siglo la sociedad cubana está más estratificada y es más diferenciada y desigual. Tenemos una estructura demográfica congelada y envejecida con siete generaciones políticas que conviven, las tres últimas vinculadas a experiencias de crisis socioeconómicas sucesivas. Hay una estructura socioclasista modificada por el ascenso de un sector campesino en la sociedad rural y de una burguesía mercantil en la urbana y una estructura ocupacional que incluye un creciente sector cuentapropista con un estatus social modificado en favor de la autoridad, la propiedad y el ingreso. Y un patrón de desigualdad que se ha duplicado y que en su nivel inferior incluye a más pobres y marginados.
Esta evolución de la estructura social no ha estado acompañada de un desarrollo sostenido o de un patrón igualitario sustentable sino de la alternancia de situaciones de crisis y de recuperación económica. Ha implicado la necesidad de una nueva estrategia socialista, basada en la emergencia de un nuevo modelo de desarrollo económico y social con mercado y el paso a un patrón de mayor desigualdad, en parte compensado con políticas de equidad.
Una cuestión central es que el nuevo modelo socialista que ahora se promueve cuenta con un bloque social menos homogéneo, con intereses reales más contradictorios y con una diversidad ideológica mayor. El consenso requerido sobre el modelo de sociedad se sitúa, más que en las condiciones sociales y en las expectativas compartidas, aunque también, en la identidad con una comunidad política soberana, más incluyente, igualitaria y participativa que esté protegida por un Estado de Derecho y acompañada por un desarrollo democrático ininterrumpido. Dicho de otra manera, por el paso de un socialismo de Estado a una República socialista.
¿Cuáles cree que son los desafíos más complejos para el socialismo cubano en este momento?
Lo que llamamos el socialismo cubano prefiero representármelo como la conjunción de dos proyectos diferentes: un proyecto nacional, permanente, de independencia, soberanía y autodeterminación del Estado nación cubano y un proyecto de sociedad, variable, de inspiración socialista.
El proyecto de nación, la prioridad absoluta, ha debido enfrentar la hostilidad de Estados Unidos como potencia imperialista. El proyecto de sociedad ha estado influido fuertemente por el contexto, según haya sido más o menos favorable para el proyecto de nación, para la permanencia del poder revolucionario, para la seguridad nacional y para el desarrollo económico y social.
El socialismo cubano comparte hoy los mismos desafíos históricos de los últimos sesenta años pero en un contexto internacional más adverso e incierto. En estas condiciones, el proyecto de sociedad socialista imaginado se ve enfrentado a nuevas restricciones internas y constricciones externas que le imponen los cambios necesarios para que su poder constitutivo se reproduzca, su desarrollo económico, político y social se haga viable y su legitimidad se sostenga.
El proyecto socialista cubano tiene que ser en el corto y mediano plazo reformado y en el mediano y largo plazo repensado y rediseñado. Pero en lo inmediato, en la coyuntura, tiene que controlar la pandemia, remontando sus efectos más graves, y promover las reformas económicas que le permitan superar sus propias limitaciones de gestión y la actual crisis de la sociedad cubana.
La emergencia es económica y social pero la superación del actual escenario es política, lo que implica reconstruir el consenso sociopolítico mayoritario e implementar sin cortapisas el Estado de Derecho declarado en la nueva Constitución.
(*) Sociólogo cubano. Premio Nacional de Ciencias Sociales en 2014. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Nacional de Historiadores de Cuba. Autor de La transición socialista en Cuba, El espacio y el límite / Estudios sobre el sistema político cubano y La evolución del poder en la Revolución Cubana.