“El capitalismo envenena el agua, la tierra y el aire, además del alma de la gente”
(Eduardo Galeano)

Soy de izquierda porque soy anticapitalista. Porque entiendo que el capitalismo es un sistema profundamente injusto, que genera desigualdades inaceptables, que destruye la naturaleza, que tiene al dinero como único dios verdadero, que desprecia la vida humana en razón del beneficio económico, que es incompatible con la democracia; donde una minoría de superricos se aprovecha del esfuerzo de la mayoría, que utiliza la violencia para imponer su dominio y reprimir a quienes se atreven a combatirlo. Que roba nuestros bienes comunes, como la sanidad, la educación, la cultura, los servicios sociales, el deporte.

Soy de izquierda porque quiero cambiar este sistema de vida por otro que sea justo y realmente democrático.

Soy de izquierda porque entiendo que esa tarea social y política no es de los políticos, solamente, sino de todos los que nos oponemos al capitalismo.

Soy de izquierda porque me ofenden los políticos que dicen gobernar o actuar para nosotros, que dicen representarnos. No quiero que nadie haga nada por nosotros, sino con nosotros, que nadie nos represente sino que nos obedezcan, o sea que, si gobiernan, manden obedeciendo.

Soy de izquierda porque quiero tener mi propia visión de la realidad y no la que machaconamente tratan de inculcarme los medios de (in)comunicación.

Soy de izquierda porque sé que “siempre habrá un orden que desordenar”, como dice Benedetti en un poema.

Es decir porque sé que no somos, sino que estamos siendo y que nunca terminamos de ser.

Soy de izquierda porque no concibo la educación que no forme personas críticas, rebeldes, que no ayude a pensar, a descubrir, a respetar al otro como tal, que no fomente la solidaridad y que no reniegue del individualismo, del egoísmo.

Soy de izquierda porque para mí, la libertad de cada uno no termina donde empieza la libertad del otro, sino que empieza con la libertad de los demás. Porque no soy libre si no lo son todos los demás.

Soy de izquierda porque me indignan los que convierten o quieren convertir la sanidad en un negocio privado.

Porque las multinacionales nos han robado el fútbol que tanto quiero, le han traspasado sus valores empresariales y negado la importancia vital del juego, para respetar solo el resultado.

Soy de izquierda porque no soporto a los que dicen “¿qué vamos a hacer?, esto es lo que hay” y se conforman con maquillar un poco la brutalidad del sistema.

Soy de izquierda porque no concibo otro rey que no sea el pueblo soberano. Ni otro poder que el de ese mismo pueblo.

Porque sé que sin justicia no hay paz y sin igualdad no hay democracia.

Soy de izquierda porque pienso que la militancia en los barrios, en las fábricas, en la universidad, en la calle, es el mejor modo de crear conciencia de clase y luchar por nuestra dignidad.

En fin, soy de izquierda porque no me resigno ni me conformo.