En las elecciones legislativas en Argentina, con una participación del 71%, la derecha de Juntos por el Cambio ha aumentado su fuerza en la oposición pero el Frente de Todos, que sostiene al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, remontó sobre los pronósticos de las encuestas: pierde el control del Senado pero mantiene la mayoría en el Congreso. Una victoria de la derecha que le sabe a poco porque esperaba mejores resultados.

A partir del 10 de diciembre, el frente tendrá 119 representantes en la cámara y la derecha 116, lo que obligará al presidente Fernández a negociar aún más los proyectos de ley.

El Frente de Izquierda de los Trabajadores-Unidad, coalición integrada por cuatro organizaciones (Partido de Trabajadores Socialistas, Partido Obrero, Izquierda Socialista y el Movimiento Socialista de los Trabajadores), es la tercera fuerza nacional, con cuatro diputados, su mejor resultado electoral.

La jornada quedó ensombrecida por la entrada de la ultraderecha en la cámara baja, consiguiendo cinco diputados por la provincia de Buenos Aires, lo que han celebrado el uribismo en Colombia y Bolsonaro en Brasil.

Ante este panorama, como ha reconocido el presidente Alberto Fernández, no le queda más remedio que iniciar una etapa de diálogo con la oposición para acuerdos nacionales de dar prioridad al crecimiento económico pero atendiendo a la inclusión social porque de lo contrario la situación para las trabajadoras y los trabajadores se pondrá muy cuesta arriba.

Es ahora o nunca cuando el gobierno argentino debe estar a la altura de las circunstancias para evitar el regreso de la derecha de Macri y sus políticas neoliberales que empobrecieron y endeudaron al país.