El 21 de noviembre, cerca de quince millones de chilenos y chilenas están convocados a las urnas para elegir a la totalidad de los 155 miembros de la Cámara de Diputados, los consejeros regionales, casi la mitad de los 43 integrantes del Senado y, además, a quien sucederá al derechista Sebastián Piñera en La Moneda el 11 de marzo de 2022… salvo que prospere la acusación constitucional en su contra presentada recientemente por todos los partidos opositores tras las revelaciones de los “Pandora papers”.
Con un pronóstico incierto, a priori los principales favoritos para disputarse finalmente la Presidencia de la República en la segunda vuelta del 19 de diciembre son el diputado Gabriel Boric, candidato del Frente Amplio y del Partido Comunista, y el exministro Sebastián Sichel, delfín de Piñera. Además, concurren con posibilidades de alcanzar un resultado relevante que pudiera influir en el ballotage el pinochetista José Antonio Kast, la senadora democratacristiana Yasna Provoste y el exdiputado Marco Enríquez-Ominami, promotor del Foro de Puebla y candidato por cuarta vez desde 2009, cuando obtuvo el 20% de los votos.
Esta nueva batalla llega tras los comicios de mayo, en los que la izquierda conquistó un excelente resultado en las elecciones municipales (la comunista Irací Hassler ganó la alcaldía de Santiago) y de gobernadores regionales y en la elección de los 155 miembros de la Convención Constitucional, que desde julio, bajo la presidencia de la profesora mapuche Elisa Loncón, está trabajando en la elaboración de la nueva Carta Magna, que se someterá a plebiscito, para su aprobación o rechazo, el próximo año.
Por primera vez desde la histórica elección presidencial de 1970, que abrió a Salvador Allende y la Unidad Popular las puertas de La Moneda, la izquierda tiene posibilidades reales de lograr la victoria. Muy lejos, quedan las candidaturas simbólicas de Eugenio Pizarro (1993), Gladys Marín (1999), Tomás Hirsch (2005) y Jorge Arrate (2009), que no rebasaron el 6% de los votos. En la encuesta publicada el 10 de octubre, Boric (35 años, diputado desde 2014, expresidente de la emblemática Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y originario de la austral Punta Arenas) encabezaba las preferencias de voto, seguido -de manera sorpresiva- por Kast, quien en la recta final de la campaña aspira a arrebatar a Sichel el pase a la segunda vuelta, con un discurso y unas propuestas que evocan los de Jair Bolsonaro o Donald Trump. Kast representa, además, el retorno del pinochetismo sin complejos.
LA REBELIÓN QUE REABRE LAS ALAMEDAS
Con el Frente Amplio y el Partido Comunista como ejes, casi medio siglo después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 la izquierda vuelve a ser una alternativa política en Chile. Y no solo por la candidatura de Boric, quien derrotó al comunista Daniel Jadue (alcalde de Recoleta) en las primarias del 18 de julio, sino también por la capacidad para acordar una lista única para la Cámara de Diputados y el Senado, al que el PCCh aspira a regresar tras casi medio siglo de la mano de Guillermo Teillier (su presidente) y la exministra Claudia Pascual (nieta de refugiados republicanos llegados en el Winnipeg) por Santiago y de Daniel Núñez, por la circunscripción de Coquimbo, en el Norte Chico.
Con las emblemáticas alcaldías de Recoleta y Santiago como estandartes y el destacado papel de sus representantes electos en los trabajos de la Convención Constitucional, el Partido Comunista es una de las fuerzas políticas en ascenso en Chile. No solo gobierna el municipio más simbólico, sino que también es el partido con más concejales en el área metropolitana de la capital y el que más militantes tiene en todo el país. Su respaldo político y sus aportaciones al programa de Boric serán capitales para que la izquierda pueda recuperar La Moneda e iniciar las transformaciones que permitan superar el modelo neoliberal.
Una de las incógnitas de la contienda presidencial será la decantación del electorado de centro, aglutinado en torno a los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, por la Democracia y Radical, ejes de la extinta Concertación de Partidos por la Democracia, fundada de cara al histórico plebiscito del 5 de octubre de 1988, que impidió la continuidad del dictador Augusto Pinochet en La Moneda. La rebelión social que estalló a mediados de octubre de 2019, protagonizada por millones de ciudadanas y ciudadanos que manifestaron en las calles su rechazo al modelo neoliberal impuesto por la dictadura militar y civil encabezada por Pinochet, no solo abrió paso al actual proceso constituyente, sino que dinamitó el sistema de partidos erigido desde mediados de los años 80, con el apoyo de Washington y Europa occidental, entre cuyos pilares estaba la exclusión de una izquierda condenada a resistir en la marginalidad.
Un destello potente ha sido el apoyo que la diputada socialista Maya Fernández Allende, nieta del presidente Salvador Allende, ha brindado públicamente a Gabriel Boric de cara a la primera vuelta. El Partido Socialista conserva una fuerza electoral y una implantación nacional considerables pero, junto con una base social inclinada a la izquierda, continúan en su cúpula algunos de los dirigentes que negociaron la Transición e incluso más pelearon por el retorno de Pinochet al país tras su arresto en Londres en octubre de 1998.
Chile enfrenta una nueva y decisiva batalla política. Pero ahora los sectores vinculados a la dictadura y los defensores acérrimos del modelo neoliberal se enfrentan no a una opción centrista, partidaria del maquillaje “lampedusiano” del sistema, sino a la alternativa electoral de la izquierda más potente desde la Unidad Popular. El pueblo de Luis Emilio Recabarren, Pablo Neruda, Violeta Parra y Víctor Jara tiene en sus manos, además, la oportunidad de empujar el cambio de ciclo en América Latina para consolidar el avance de las fuerzas democráticas y de izquierda.
Historiador y periodista