Empezamos por el final
Chris WitakerSalamandra

Chris Whitaker nació en Londres y trabajó una década como agente financiero en la City. Autor británico de novela criminal, vive en Hertfordshire junto a su mujer y sus hijos. Además de escribir novelas, trabaja en la biblioteca local. Es autor de Tall Oaks (premio John Creasey New Blood Dagger de la CWA), All The Wicked Girls, el libro juvenil The Forevers y Empezamos por el final (*). Uno de los fenómenos editoriales publicados en 2021.

Los personajes que desfilan por su historia se mueven en unos paisajes del Oeste americano de aquellos tiempos. Tienen una ternura para estos tiempos que atravesamos de abundancia de intrigas y mentiras.

El mejor thriller literario del año según The Guardián. Un libro que todo el mundo califica de obra maestra.

Duchess Day Radley es una joven de trece años que se autoproclama «proscrita». Las normas son para otra gente. Ella es la fiera protectora de su hermano de cinco años, Robín, con la figura de su madre soltera, incapaz de cuidar de sí misma y mucho menos de sus dos hijos. Y capitaneando la historia un personaje interesante y honesto, un policía local que sigue intentando sanar la vieja herida de haber sido el testigo que tres décadas atrás mandó a prisión a su mejor amigo, Vincent King, que se dispone a salir de la cárcel. Le espera en la salida.

Llegando al final de la historia recordé al Paco Ibáñez de los tiempos de esperanzas, ahora caídas por los suelos en esta España llena políticamente de vulgaridad. Tanto, que provoca acercarse al recordado poema de Rafael Alberti:

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie,
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Tan añorado poema señala a tantos malditos que calumnian y operan con disfraces de demasía y coge el dinero y corre, por lo que rebosa el mar donde el poema los ha situado, pudiendo salpicar con sus chapoteos a los inocentes de su canto de sirenas por imponer el modelo fascista de cercano tiempo.

¿Somos capaces de volver a galopar? El señor Casado y el señor Rufián, ¿saben nadar?

(*) Empezamos por el final. Chris Whitaker. Editorial Salamandra

Escritor y crítico literario