El Pacto Histórico ha obtenido unos extraordinarios resultados en las elecciones parlamentarias en Colombia, también en la consulta presidencial, primarias con voto directo para elegir los candidatos presidenciales de cada fuerza. Gustavo Petro, hasta ayer precandidato presidencial, ha sido elegido candidato con casi cuatro millones y medio de votos, más del doble de los que recibiera el candidato elegido en la consulta de la coalición mas votada en el bloque de las derechas.
Francia Márquez, precandidata del Pacto Histórico ha sido uno de los fenómenos políticos de la jornada, al quedar de segunda en la consulta del PH con una votación cercana a los ochocientos mil votos, un dato importantísimo no sólo para la consulta interna del pacto, sino también en relación con las otras consultas. Una mujer joven, de trabajo y arraigo en los territorios, quien sin duda es expresión de una candidatura amplia, diversa en liderazgos y que apuesta por la descentralización y la representatividad.
La victoria del Pacto Histórico es una noticia muy importante para todo el espectro de las izquierdas y movimientos progresistas del mundo en el marco de las disputas dentro del mapa político latinoamericano, y por los inmensos riesgos que significa en Colombia ser opositor a los poderes oligárquicos, activista social, sindical o defender los derechos humanos, el agua o los territorios, y en el marco de un sistema electoral que en ejercicio exhibe sin pudor un carnaval de dineros, prebendas, fraudes y ventajismos que se mueven con mucha denuncia y poco o ningún control.
Estas elecciones parlamentarias, con el creciente auge de las fuerzas progresistas y unas encuestas y un pulso en la calle que lo testificaban, han sido particularmente amenazadas por la corrupción y la violencia, como dato : 17 candidatos y candidatas de las “Curules de paz” para las víctimas del conflicto (surgidas en el acuerdo de Paz), han renunciado por falta de garantías.
Como el triunfo de Gabriel Boric en Chile, esta victoria del Pacto Histórico es resultado, entre otras cosas, de la movilización continua en las calles. En Colombia, el Paro Nacional ha sido un pistoletazo de nueva salida a la indignación popular y juvenil contra la violencia oficial, la desidia, el abandono y la corrupción.
El nuevo congreso, aunque aún falta el escrutinio final para saber su composición definitiva, tendrá un cierto equilibrio de fuerzas entre el bloque de las derechas, que toda la vida fue mayoritariamente aplastante, y un posible y necesario bloque democrático y transformador que podría llegar a ser mayoría, aunque no habrá una foto fija. Falta por ver el análisis que cada grupo haga de los resultados y la forma en que interprete el mensaje de los votos. Y de la movilización social y popular que tendrá que seguir activa en defensa de sus reivindicaciones.
Una gran paradoja de las elecciones es que siendo de renovación parlamentaria, toda la atención de los resultados se centró en los resultados de las consultas para definir las candidaturas presidenciales de las tres principales convergencias políticas. Era un pulso previo a las presidenciales.
Lo que viene de ahora hasta el 29 de mayo serán días de vértigo y habrá que esperar una campaña por parte de la derecha cargada de desinformación, rumores, falsas acusaciones, montajes judiciales, provocaciones terroristas, amenazas, hostigamientos y mucho dinero.
Pero tendrán enfrente a amplios sectores populares que después de 200 años de vida republicana, de un largo camino de resistencia y luchas, y la memoria de ello en la mochila, han conocido por vez primera lo que es ganarle en unas elecciones nacionales a la oligarquía.
(*) Jaime Cedano Roldán es militante comunista, superviviente del genocidio contra la Unión Patriótica en Colombia. Escritor y conductor del programa radial«Suenan Timbres»
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