“El que no llora no mama y el que no afana [1] es un gil”
Cambalache. Discépolo.

Cada vez que se abre un armario en el PP, se caen 2 o 3 corruptos. Pero ya no sorprenden ni alarman a sus votantes que les da exactamente lo mismo, mientras sigan defendiendo el abultado bolsillo de la clase dominante. El bolsillo y los privilegios, por supuesto, a ver si la chusma pretende codearse con la gente como uno.

Son tantos los hechos corruptos, pero tantos, empezando por la sede misma de la calle Génova de Madrid -remodelada con dinero negro-, que ya han superado la poca vergüenza que alguno de ellos pudiera, supuestamente, tener.

¿Alguien puede tirar la primera piedra?

Por eso cuando Casado quiso poner en evidencia las maniobras nada claras o muy oscuras, según el cristal con que se miren, de la primera espada del neofascismo pepero, Díaz Ayuso, con el tema de las mascarillas y su hermano, inocente comisionista, beneficiario no se sabe por qué gestiones ni por qué tenía que gestionar qué, cometió un gravísimo error. Posiblemente el fragor de la lucha contra la presidenta madrileña, el ruido del serrucho que le movía el piso o vaya uno a saber qué, le impidió al ex aventajado alumno de la aznaridad , enterarse de lo que ya sabía: a nadie de los afiliados, votantes o simpatizantes de la derecha y menos todavía a los dirigentes -¿alguien puede tirar la primera piedra?-, les importa un bledo el detallito ese de la corrupción. Además, todo era aparentemente legal. Como es legal que las empresas del Ibex 35 paguen impuestos –en España- por solo el 7% (más o menos) de sus abultados ingresos y tantas otras cosas injustas o directamente inmorales de las que se nutren los que mandan a pesar de que nadie los elige. Para eso tienen a los partidos como el PP que, democráticamente, eso sí, les cubren las espaldas y los protegen de cualquier intento rebelde.

Tampoco se dio cuenta, Casado, de que Ayuso no estaba sola. Un ejército ansioso de combates más violentos y directos contra el social-comunismo que nos gobierna y que quiere romper España, la secundaba eligiéndola por sobre todas las cosas como la lideresa que los va a llevar al podio, caiga quien caiga. Y además, ya que estamos, demostrarle a Vox quién es el que los tiene mejor puestos. La cosa no está para paños calientes.

A río revuelto gana VOX

Casado fue en otros tiempos, el antifaz amable que se ponía el neofascismo pepero para diferenciarse hacia el centro, de los ultras nacionalistas de Vox y sus pulseras roji-gualdas. Pero resulta que, a lo tonto, aunque con mucha determinación, los muchachos, las chicas y hasta les chiques de Vox a pecho descubierto y de cara al sol, le iban comiendo el tarro de los votos.

El desamor en tiempo de pandemia

Hasta aquí hemos llegado, le dijeron al expresidente del partido los más beligerantes y le mostraron la puerta de salida, sin agradecerle los servicios prestados. Hasta la “más papa milonguera” [2] como dice un tango, la marquesa Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta Ramos, soberbia, prepotente y sutil representante de las más rancias y retrógadas oligarquías argentina y española, se soltó el pelo y se tiró a la cancha para encabezar el contraataque contra Casado y García Egea que, entre otras cosas, habían cometido la fatal imprudencia de ningunearla. Ahora saben lo que vale un peine para los egos y orgullos elitistas.

Quiso retroceder Casado, perdonando los pecados legales de Ayuso y entregando la cabeza pensante de su bando, García Egea, supino francotirador contra Pablo Iglesias y últimamente contra Yolanda Díaz, pero ya el arroz se había pasado. Y al parecer, la política se asemeja al fútbol: no hay que llegar ni antes ni después, hay que llegar justo a tiempo.

Casado hizo todo lo contrario. Primero se apresuró y no midió las consecuencias cuando decidió ventilar los chanchullos impresentables de su rival. Y después reaccionó tarde cuando quiso retroceder para salvar la ropa. Ahora tendrá que desempolvar sus títulos y masters obtenidos en tiempo record y acomodarse en alguna de las puertas giratorias, siempre abiertas para los políticos que abandonan o son abandonados de sus sueños juveniles.

Feijóo en el gobierno, Ayuso en el poder

Este nuevo episodio de corrupción en las filas del Partido Popular, del que sale fortificada Isabel Díaz Ayuso, llevada en andas por su hinchada que la quiere ver campeona en la Moncloa, ha terminado. Pero no se vayan porque seguramente ahora viene lo mejor. Siempre un caso de corrupción en el PP es el penúltimo y aunque suele llevarse por delante a algún despistado/a en el partido, que se guarda la crema en el bolso sin querer, o que no sabe nada de un master que le regalaron, o no se entera por qué un coche fantástico está en su garaje, o no conoce a ese señor del que Ud.me habla, o que conversaron con Villarejo en la sede del PP del tiempo y de qué cara está la vida, no altera en absoluto la moral y las buenas costumbres que los y las caracteriza para seguir siendo la reserva espiritual de occidente.

Es el turno de Feijóo que hace el sacrificio –todo por la patria- de abandonar Galicia para conducir y reacomodar la marcha de la nave pepera, antes de que Vox aproveche y pesque en este río tan revuelto.

Claro que no faltan las malas lenguas, ni las fotos indiscretas, que hablan de ciertas amistades peligrosas de Feijóo, mientras las buenas almas tratan de esconder el 22% de pobreza en la Galicia, que deja después de 4 mandatos victoriosos.

Mientras tanto, Díaz Ayuso, como los buenos futbolistas, espera el momento oportuno para ponerse la cinta de capitana. Ni antes ni después.

Notas:
1. Roba
2. La mejor bailarina