Los dos candidatos que este domingo se enfrentan por la presidencia en la segunda vuelta de las elecciones en Costa Rica son partidarios de mantener las políticas neoliberales que han aumentado la desigualdad y arrastran acusaciones por acoso sexual y corrupción.

Encabeza las encuestas Rodrigo Chaves, un economista sancionado por acoso sexual cuando trabajaba en el Banco Mundial, con poca diferencia en los pronósticos sobre José María Figueres, el ex presidente acusado de corrupción por el presunto soborno de una multinacional francesa durante su mandato de 1994 a 1998.

Figueres es el candidato del histórico Partido de la Liberación Nacional que fue socialdemócrata pero se ha transformado en neoliberal durante el proceso de varias décadas que ha degradado la tradicional imagen de Costa Rica como una democracia que garantizaba el Estado del Bienestar.

También es neoliberal Chaves, a pesar de la denominación del nuevo Partido del Progreso Social y Democrático que organizó para estas elecciones después de ser Ministro de Hacienda del actual gobierno, el más desprestigiado en la reciente historia de Costa Rica.

El desempleo y la pobreza protagonizan el escenario electoral de un país que se ha convertido en el de mayor desigualdad de América Latina, solo superado por Brasil y Colombia.

Los salarios permanecen bloqueados desde hace dos años, el desempleo ha llegado al 15% (el doble para los jóvenes), hay un 40% de economía informal y la pobreza agobia al 20% de la población. Una situación que puede empeorar por los ajustes económicos condicionados por el reciente préstamo del Fondo Monetario Internacional.

La legitimidad del que sea elegido puede quedar muy cuestionada por el malestar social y la baja participación electoral que en la primera vuelta, de la que salieron los dos candidatos presidenciales que ahora se enfrentan, fue de solo el 40%.

No hay una alternativa en la izquierda, muy dividida, siempre marginada por el sistema político y acosada por los grandes medios de comunicación.