La agresión rusa a Ucrania expresa, en buena medida, la ausencia de un orden global y sus sangrantes consecuencias. Existe una estructura de poder internacional, con la fuerza militar de la OTAN, que sólo representa el poder del bloque occidental y algún aliado. Y ese poder es el que pretende imponerse al resto del mundo, el que está queriendo “gobernar” el mundo, mientras es incapaz de solucionar este conflicto. Ésa es su contradicción desde hace tiempo. Un poder que tampoco pudo imponerse en Iraq, ni en Siria, Afganistán, Palestina, Yemen, el Sahel…a pesar del alto coste en vidas humanas y conculcación de derechos humanos, que suponen esas guerras, algunas aún inconclusas. Y, ahora, tampoco puede imponerse en Ucrania, después de haber fracasado en todas esas guerras, sin extraer de ellas ninguna lección.
Parece que la guerra de Ucrania nos importa más, porque toca el corazón mismo de Europa y de Occidente, quizá porque los ucranianos son vecinos nuestros, de nuestra misma civilización y blancos y, también, porque el adversario es una gran potencia nuclear y un gran suministrador de energías fósiles, que Occidente necesita. Y, como nuestro “orden global” ha despreciado la urgencia de las energías renovables y la necesidad de autonomía energética, ahora nos amenaza este otro chantaje.
Causas de esta ausencia de orden “global” real
Para no perdernos en la historia, simplifico: muchos analistas coinciden en que la arquitectura del actual “orden internacional” se ha ido construyendo, desde el final de la II Guerra Mundial, en diversas etapas. Esquemáticamente: el Acuerdo de Bretton Woods, en 1944, creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, aprobó el patrón dólar, aceptando a Estados Unidos como única superpotencia. Ese “orden internacional” no incluyó al tercer mundo (el 90% de la población entonces). En 1989 el Consenso de Washington -decidido por el Banco Mundial, el FMI y el Tesoro de Estados Unidos- estableció una normas financieras de corte neoliberal y provocó mayor desigualdad y deterioro de los derechos humanos. Como su continuación -en los 90- la revolución conservadora, con Thatcher y Reagan, reforzó el neoliberalismo con sus políticas de menos Estado, menos servicios sociales, anticomunismo… coincidiendo con la desintegración de la URSS, y redujo el estado de bienestar y la capacidad de regulación económica por parte del Estado. Esta “ausencia” de orden global real es consecuencia de esa estructura internacional que se construyó, desde la II Guerra Mundial, por parte de un Occidente cómodamente satisfecho con la caída de la URSS y la derrota del “comunismo”, que le dejó como único poder hegemónico.
Este “desorden global”, o a “ausencia” de orden global real, proclama apoyarse en una “comunidad internacional”, nada representativa de la población mundial. Cuando los medios, o algunos gobiernos occidentales protestan por la inacción de la comunidad internacional o apelan a su intervención ¿a qué comunidad internacional nos referimos? ¿A África, 20% de la población mundial? A China e India, 37% de la población mundial? ¿Al resto de Asia y a Latinoamérica? No. Cuando se apela a la “comunidad internacional”, sólo pensamos en Estados Unidos, Unión Europea y poco más. Es decir, aproximadamente, apelamos al 16% de la población mundial. ¿Es esta comunidad tan reducida representativa de la verdadera comunidad internacional “global”?
Y ¿la Rusia actual?
Rusia quedó relegada a potencia media como consecuencia de los gigantescos errores y crímenes de la URSS, herida por sus debilidades y por la política de sus gobiernos y bastante marginada. El triunfo sobre “el comunismo” cegó a Occidente, que se desentendió de su responsabilidad de liderazgo frente a los pueblos de la URSS y los dejó a su suerte y al arbitrio de sus depredadores, oligarcas y dictadores. Occidente se durmió en su victoria e, irresponsablemente, dejó, o contribuyó, a que creciera un monstruo, que ahora agrede a la humanidad, apoyado en el doble chantaje de su potencia nuclear y de su riqueza en energías fósiles. Como complemento de esa irresponsabilidad, Occidente apoyó la desnuclearización de Ucrania, entonces tercera potencia nuclear, sin contrapartidas y expandió su OTAN a Oriente, sin calibrar que prolongaban así, en cierto modo, la “guerra fría” durante decenios.
En este contexto, la brutal agresión a Ucrania es potencialmente planetaria por proceder de la primera potencia nuclear, con aspiraciones de imperio, zarista o soviético, a pesar de ser una potencia media, con un PIB ligeramente superior al de España. Una agresión que hiere el corazón mismo de un Occidente, que no ha superado aún sus derrotas en las guerras de Irak, Siria, Palestina, Afganistán, Yemen… y el rosario de guerras en África que siguen devastando países, como trágica herencia del siglo XX y de las políticas de Occidente que veía esas guerras como algo lejano, a pesar de ser corresponsables y protagonistas de ellas.
¿China se ha desentendido de esta guerra?
Es la falsedad o mentira que llega cada día desde Washington, incluso desde el mismo Presidente Biden. A pesar de que China lo desmiente continuamente y con claridad. La estrategia de China, definida y reiterada en múltiples foros, es de no injerencia en la política de otros países; de respeto a las fronteras y soberanía de cada país de acuerdo con los principios de la ONU, respeto a la ley internacional; y de primacía de la negociación para la solución de los conflictos, nunca de enfrentamiento. Más en concreto, China rechaza la anexión de Crimea, la secesión del Donbás y cualquier otra y, por supuesto, esta agresión ilegal y criminal…! Y defiende la negociación para su solución. Y estos principios los defiende, y los repite, desde todas las instancia de su gobierno, desde sus medios, a diario, aunque parece que nadie lo escucha ni lee en Occidente.
¿Por qué, entonces, esa acusación reiterada de que China se ha puesto de perfil? Evidentemente parece algo premeditado y malintencionado, pues la lista de declaraciones claras y rotundas del gobierno chino, desde sus diversas instancias, repito, es casi diaria. Hay una clara intención de involucrar a China en una responsabilidad o culpabilidad, que es claramente opuesta a su política y su geo estrategia.
Todas las condenas de esta invasión son insuficientes, mientras no seamos capaces de parar esta agresión brutal y despiadada, que procede de una autocracia dictatorial, regida por un soñador imperial, apoyado por un grupo de oligarcas poderosos, que nos retrotrae al final de la guerra fría y a la liquidación de la URSS como gran potencia. Pero China no apoya las sanciones porque las considera ilegales al realizarse al margen de Naciones Unidas, y, además, las considera ineficaces o contraproducentes. China tiene su propia geo estrategia, que no coincide con la de Occidente.
¿Por qué esta ausencia de liderazgo global?
Tiene su origen en un cúmulo de circunstancias históricas y de errores en la geo estrategia de Occidente, y está basada en las diversas etapas de construcción del poder occidental, que he descrito. Desde ahí, Occidente viene ejerciendo su liderazgo, monopolísticamente, entendido como su domino del mundo, más que su gobernanza. Europa se ha centrado en su Unión y su estado de bienestar más que en los problemas globales irresueltos; Estados Unidos se ha centrado en su hegemonía indiscutida, sin visión global de futuro, más allá de los intereses comerciales y la seguridad de sus inversiones. Occidente ha pretendido solucionar los conflictos con guerras y con sanciones más que con diálogo y negociación. Y ahora sufrimos todos las consecuencias de esa geo estrategia.
Frente a esta invasión brutal, ilegal, sin respeto ni a los más mínimos principios éticos y humanitarios, que agrede a la humanidad y a un planeta debilitado por el cambio climático; frente a la agresión que puede arrasar el país mientras el invasor no venza -y masacrar a los resistentes si vence-, que pone en riesgo de explosión a instalaciones nucleares, que utiliza las criminales bombas racimo y misiles hipersónicos ¿quién ejerce un liderazgo global para parar esta barbarie? ¿Naciones Unidas, que sería la autoridad legal y democrática, maniatada por su Consejo de Seguridad? Parece que el liderazgo global ni está, ni, de momento, se le espera. Y esta guerra criminal, sin embargo, nos podría ofrecer una ocasión propicia para que una “comunidad internacional global” se uniera frente a esta agresión y por el desarme nuclear total. ¿Dónde está, o puede estar, ese liderazgo global, quién convoca a esa comunidad internacional global?
Y ¿dónde está China? ¿Dónde están los líderes globales?
China no es un aliado de Rusia, como se repite, sino un socio comercial, con una frontera común de 4.000 km, y es su mayor socio comercial, igual que lo es de otros 152 países, incluida Ucrania, y socio comercial preferente de Estados Unidos y Unión Europea. China depende de las exportaciones rusas en un 15%; la Unión Europea en un 33%; China representa un 15% de la inversión extranjera directa en Rusia; Occidente -es decir, EE.UU. + UE + RU- un 40%. Y, sobre todo, los sistemas político, económico y geo estratégico de China y Rusia son diferentes, incluso contrapuestos. China no es, ni puede ser, en esas condiciones, aliado de Rusia; es un vecino importante y socio comercial con determinados intereses comunes. Es tan lícito preguntarnos dónde está China como dónde está Estados Unidos y la Unión Europea.
China no se ha “puesto de perfil”, como se le acusa: mantiene gestiones diplomáticas continuas para el alto el fuego y por la negociación, no a través de ruedas de prensa, ni con insultos o descalificaciones, sino en la discreción; pero también en múltiples declaraciones públicas defendiendo el concepto de seguridad común, sin comprometer la seguridad de otros, y creyendo que la expansión de la OTAN hacia el este no facilita las legítimas demandas de seguridad de Rusia, China se opone a toda hegemonía y poder, a los bloques militares y a la OTAN, y no apoya las sanciones unilaterales al margen de la ONU. China, a pesar de las mentiras recurrentes que vienen de Washington, no contribuirá con tropas, ni con armas, ni con dinero a esta guerra, como el Presidente Biden afirmó y tantos otros han repetido. Apoya, en cambio, todos los esfuerzos diplomáticos para una resolución pacífica; participa, junto a la UE en las conversaciones entre Rusia y Ucrania; está abierta a jugar un papel constructivo junto a la comunidad internacional; suministra ayuda humanitaria a través de la Cruz Roja. Es decir, se pone frente a esta guerra, desde su geo estrategia propia.
Nota: este artículo está extractado de mi próximo libro “Crónicas chinas para occidentales”, en preparación.
(*) Presidente emérito de la Cátedra China en España y decano de los empresarios españoles en China
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