Desde la Asamblea Federal venimos analizando la situación de la izquierda transformadora en el conjunto del Estado y particularmente nuestra participación en la construcción de un bloque político y social que aspire a erigirse en bloque histórico. En estos análisis hemos caracterizado que Unidas Podemos no ha logrado consolidarse como un proyecto político capaz de articular la participación popular y no ha generado instituciones que regulen las relaciones de las organizaciones políticas que lo conformamos. Se ha limitado a ser una coalición con unas normas muy básicas y esta situación se ha producido a pesar de que desde Izquierda Unida hemos trasladado propuestas escritas para mejorar la coordinación, fomentar el trabajo en la movilización y en los espacios sociales y dotarnos de instituciones que permitiesen no solo democratizar la coalición sino también conseguir que participasen activistas de la sociedad civil ajenas a las organizaciones políticas.
De forma paralela, se ha ido produciendo un desgaste electoral y de apoyo popular a Unidas Podemos en el conjunto del país que ya hemos descrito y analizado en anteriores documentos. Ante esta situación planteamos en la Asamblea Federal la necesidad de “reforzar Izquierda Unida para fortalecer los espacios de convergencia”, dado que hemos podido constatar que cuando hay organizaciones con fuerza los procesos de convergencia pueden obtener mejores resultados electorales o incluso tener más estabilidad en el tiempo. La relativa fortaleza institucional del momento actual debe servirnos para reforzar la organización y preparar especialmente a las asambleas locales para el próximo ciclo electoral, ya que es evidente que todavía seguimos teniendo mucha debilidad organizativa y estamos lejos de conseguir ser un movimiento político y social que vertebre la participación popular y genere espacios de vida alternativos, ajenos a la competitividad, el individualismo o la mercantilización capitalista.
A pesar de nuestra debilidad, resulta evidente que Izquierda Unida es la organización con mayor implantación territorial y mayor capilaridad del conjunto de actores que conformamos la coalición de Unidas Podemos. De hecho, podríamos afirmar que Izquierda Unida es la organización de ámbito estatal con más capacidad organizativa y capilaridad territorial del conjunto de actores que podrían conformar un Frente Amplio en el futuro. Es por ello que Izquierda Unida debe asumir el reto de ser la organización que pueda vertebrar la construcción de un Frente Amplio.
¿Qué entendemos por Frente Amplio?
Cuando hablamos de Frente Amplio nos referimos a la unión de fuerzas políticas y sociales y ciudadanía sin adscripciones partidarias para conformar un bloque político y social que permita disputar el poder a la oligarquía y construir un proyecto de país más justo, más democrático y más fraterno, esto es, republicano, inteligible y deseable por una mayoría. Para este objetivo tan ambicioso no basta solo con un frente electoral, por eso entendemos que el electoral debe ser una de las expresiones del Frente Amplio pero no la única ni incluso la principal.
En este momento las organizaciones de la izquierda transformadora, ecologistas o progresistas, son diversas y existe una amplia pluralidad política y territorial. Entendemos que en un primer momento es imprescindible conseguir un acuerdo programático con estas organizaciones para recuperar un espacio que pudo ser el Unidos Podemos de 2016 o incluso algo parecido a lo que llegó a ser Izquierda Unida en los años noventa. Fuerzas políticas como la nuestra y Podemos, Más País, Compromís, Equo, Chunta Aragonesista, Comunes, Alianza Verde y otras organizaciones más modestas deberíamos ser capaces de entendernos en base a un programa común de mínimos y esto podría permitir la construcción de un proceso que en vez de sumar fuese capaz de multiplicar y generar una nueva esperanza en la sociedad civil. Si la clase trabajadora es cada vez más diversa, la izquierda debe ser capaz de recoger esa diversidad, entendiéndola como una potencialidad.
Por difícil que todavía pueda parecer, esta primera fase de acuerdo político y organizativo debería ser la parte más fácil del proceso. Lo verdaderamente difícil será generar un proceso de participación popular que suponga un nuevo impulso moral frente a la desmovilización, el cansancio e incluso la desmoralización. En cualquier caso, partiendo de la naturaleza de esta diversidad de organizaciones y de la configuración territorial y social del escenario político en nuestro país, el Frente Amplio debe ir configurándose como una coalición estable en la que las organizaciones políticas tengan autonomía pero se relacionen con mecanismos democráticos de participación, deliberación y toma de decisiones para evitar repliegues corporativos y anteponer los intereses de la clase trabajadora y del país.
Izquierda Unida es la organización con mayor capacidad organizativa y debemos asumir el reto de vertebrar la construcción de un Frente Amplio. Nuestra aportación no debe girar solo en torno a nuestra implantación territorial, ya que también debemos aportar nuestra experiencia en la construcción de mecanismos democráticos que permitan regular la colaboración de organizaciones y activistas de la sociedad civil en un Frente Amplio. Ser un actor determinante en dicha construcción, aportando lo mejor de nuestro histórico acerbo político, es uno de los retos principales de nuestra acción política a corto, medio y largo plazo.
Nuestras tareas no son solo de ámbito federal, pues es vital que las federaciones lideren los procesos en sus diferentes ámbitos y las asambleas locales en los municipios.
Izquierda Unida debe vertebrar la articulación del Frente Amplio antes de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023.
Tal y como hemos aprobado en anteriores documentos, entendemos que una prioridad es que la candidatura de las próximas elecciones generales se vincule a los procesos de las municipales y autonómicas.
Por lo tanto, Izquierda Unida se debe relacionar con el conjunto de actores con voz y propuesta propias, al igual que es deseable que el conjunto de actores políticos trasladen sus propuestas y se sienten a una mesa para ir limando diferencias y construyendo en positivo en torno a lo que nos une.
Coordinadora Federal