El prólogo que Michel Foucault redactó para la edición norteamericana de El Anti-Edipo lleva por título Introducción a una vida no-fascista. Este texto nos sugirió a su vez el título del encuentro que la Fundación de Investigaciones Marxistas organizó el pasado 27 de abril para conmemorar el 50 aniversario de la publicación de un libro de lucha, una intervención, un panfleto. Cuatro años después de Mayo de 1968, Guilles Deleuze y Felix Guattari ya advertían de lo que constataron en un artículo publicado en Les Nouvelles Litteraires en mayo de 1984: Mayo de 1968 nunca ocurrió. Prueben a sustituir “mayo del 68” por “15-M”. Había que acabar con ello.

Foucault, en su prólogo, señala tres adversarios, que no tienen la misma fuerza, ni el mismo carácter. Los dos primeros tienen un carácter táctico. El tercero, el enemigo mayor, supone un compromiso estratégico. El Anti-Edipo, a decir del profesor Francisco José Martínez es, nada menos, que la Ontología de Mayo del 68, la elevación a concepto del acontecimiento. En ella se apunta contra sendas vulgatas: la marxista y la psicoanalítica. Esos son los dos adversarios tácticos. El marxismo dogmático en el que se había instalado el Partido Comunista Frances, de la mano de un Garaudy que años después se convirtiera al islamismo y se refugiara en nuestro país, en Córdoba; y contra el dominio autoritario de una visión del psicoanálisis que había olvidado la dimensión de lo real, frente a lo imaginario y lo simbólico. El Anti-Edipo es a la Francia de los años 70 del pasado siglo, lo que el Tratado Teológico Político de Spinoza es a los Países Bajos del S. XVII.

“Los psicoanalistas y los semiólogos”, así se refiere Foucault a uno de los adversarios, los que articulan al deseo como falta, como carencia. “Los técnicos del deseo” de entonces, es posible que hoy manden incluso más que entonces, diseñando y ejecutando algoritmos que dan cuenta del paso de una sociedad disciplinaria a una de control, y que diseñan nuestro deseo desde amables despachos sostenibles y californianos, un deseo articulado como carencia de “cosas”, desde el último modelo de teléfono “inteligente” (smart-phone) a la “belleza” selfie del cuerpo.

El otro adversario táctico de El Anti-Edipo no requiere de ninguna analogía con el presente: “los ascetas políticos, los militantes sombríos, los terroristas de la teoría, los que querrían preservar el orden puro de la política y del discurso político. Los burócratas de la revolución y los funcionarios de la Verdad”.

Pero el enemigo mayor, el adversario estratégico de este libro-máquina que es El Anti-Edipo es el fascismo. No sólo el fascismo histórico, sino también “el que se halla dentro de todos nosotros (…) el que nos hace desear aquello mismo que nos domina y explota”. No hay nada más gilipollas que un obrero de derechas, solemos escuchar. ¿Cómo es posible que los hombres luchen por sus cadenas como si se tratara de su liberación?. Deleuze y Guattari introducen el deseo en la producción y a ésta en el deseo, y así se explica. Y debiéramos atender muy finamente a esta cuestión, para superar de alguna forma las explicaciones que la mera razón nos da del ascenso del fascismo y que, a todas luces, parecen insuficientes: “son gilipollas, incultos, borregos”.

Hay dos maneras de leer un libro. Podemos tomarlo con las manos, como asimos una jarra antes de verter su contenido, el libro como continente de significados que habremos de buscar. Así, el “libro se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito”. ¿Hay otra manera, acaso, que ésta? Hay maneras de leer como hay maneras de vivir. Sí, hay otra manera. Por ejemplo considerar un libro “como una máquina asignificante, cuyo único problema es si funciona y cómo funciona”.

¿Cómo funciona para ti?, pregunta Guilles Deleuze a un crítico severo. ¿Funcionó El Anti-Edipo?¿Cómo funcionó? ¿Funciona? Amanda Núñez y Francisco José Martínez explican aquí cómo funcionó para ella, cómo funcionó para él. Dos generaciones de filósofos cuya puerta de entrada al marxismo se realizó en gran medida desde la alegría heterodoxa. Amanda Núñez, profesora contratada doctora de Estética en la UNED y Francisco José Martínez, catedrático de Metafísica y miembro destacado de la FIM, son dos de los marxistas españoles que mejor conocen la obra de Deleuze. Amanda Núñez se felicitaba de que precisamente la FIM fuera quien organizase la celebración del 50 aniversario de este libro: “este es el lugar”. Y a pesar de que según los autores, El Anti-Edipo está escrito para de manera que obreros, obreras y adolescentes son los que, más que comprender su significado, tendrán más capacidad de sentir sus efectos, creemos que su lectura, medio siglo después, puede resultar más iluminadora hoy que entonces. Y eso es a lo que llamaron insistentemente estos dos profesores, a que lo leamos o re-leamos y nos preguntemos entonces ¿cómo funciona para ti?.

Referencias:

G. Deleuze. Carta a un crítico severo; en Conversaciones. Pretextos. Valencia. 2014

Francisco José Martínez. Ontología y diferencia, la filosofía de Guilles Deleuze. Orígenes. (disponible en Eikasía, nº 23, 2009, págs.. 33-335)

Amanda Núñez. Gilles Deleuze. Una estética del espacio para una ontología menor. Arena Libros. Madrid 2019.

G. Deleuze & F. Guattari. El Anti-Edipo: Capitalismo y esquizofrenia. Paidos. 1985