El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar

Mario Benedetti

Hace unos días, yendo al trabajo en coche, escuche una crónica por RNE. Había fallecido el gran actor José Luis López Vázquez, y la crónica comentaba que su primera película había sido Esa pareja feliz, de Luis García Berlanga. Esta fue la primera y la única película que hicieron juntos.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo y tuve que aguantar el impulso de frenar en seco y provocar un accidente, pero constatar que, a pesar de estar en el año de su centenario, el inexorable camino al olvido y la anulación ya está muy avanzado. Está instalado en nuestro inconsciente colectivo y no es ni inocente ni casual.

Será difícil eliminarle del todo. Su cine atraviesa nuestra historia desde los años 50 del siglo anterior hasta justo el principio de este. Algunas imágenes de sus primeras películas son y serán icónicas, ineludibles para cualquiera que quiera saber algo sobre nuestro cine: material para estudiosos.

¿Y ya está? ¿Es eso todo? Un tipo que se pasó 50 años, casi toda su vida adulta luchando por hacer sus películas y que consiguió hacer la última con 75 años, ¿no se merece otro destino? Es evidente que a él la posteridad y la celebridad le importaban exactamente lo mismo: NADA. Vivió el momento, intensa y desesperadamente. Alguien que, cuando hablábamos sobre la muerte te decía: “dejad mi cadáver en la calle, que ya se encargará el Ayuntamiento”, demuestra que no creía en más vida que la que tenemos, y que eso de pasar a la historia era un problema solo para los vivos. Su única preocupación era ser él mismo y lo fue hasta el último día.

Pero, me pregunto si nosotros, los que aún vivimos, podemos, como sociedad y cultura, permitirnos su olvido y dejar que su figura no deje ningún poso, ninguna enseñanza. Que se lo lleve el viento como el polvo de la calle. ¡Vaya desperdicio!

COMPROMISO Y CONVICCIÓN

En 2021 celebramos el centenario de Don Luis García Berlanga, su colega y amigo. Merecidamente, ya que algunas de sus películas son autenticas obras maestras y, él también, consiguió vivir haciendo lo que amaba. Hasta el último día de su vida. Su mirada inteligente, cálida y humana, está en cada uno de los planos que filmó y montó. Se ganó, gracias a ese talento para retratarnos, que hoy exista el término berlanguiano, admitido por la RAE:

1. adj. Perteneciente o relativo a Luis García Berlanga, cineasta español, o a su obra. Estudios berlanguianos.

Ahora viene la parte difícil. Si algo puede ser berlanguiano es, también, porque las ideas fuerza que subyacen en su obra son las que la Cultura Oficial, en un país con mucho por hacer después de haber sufrido 40 años de dictadura y 40 de Bipartidismo Monárquico, son aceptables, no ponen en cuestión nada verdaderamente peligroso para la endeble estructura en la que se basa. Su retrato de la España que vivió deja sin cuestionar algunos temas ineludibles y trascendentales. El principal: el golpe del 36 y todo lo de después. Vuelvan a ver ustedes La Vaquilla y entenderán mejor lo que trato, torpemente, de decirles.

Por muchas razones, no existirá, ni falta que hace, un término, admitido o no por la RAE, como “bardemiano”, que además de no sonar bien, ¿qué definiría? El paralelismo, que no la odiosa comparación, me sirve para poner de relieve qué ideas fuerza del cine de J.A. Bardem no son hoy admitidas. De momento, porque la Historia es larga.

FORMAS DE MIRAR Y DE MOSTRAR EL MUNDO

Están en TODAS sus películas, y también porque interesa más a ese cuerpo cultural nacional que se las lleve el viento del olvido. Si para ese inconsciente colectivo son inadmisibles, para nosotros como pueblo son imprescindibles. Seguimos viviendo en la confusión histórica y en el olvido. Tenemos pendiente aún basar nuestra cultura en verdades históricas no sujetas a interpretaciones dependiendo del bando al que, por la razón que sea, perteneces. Estamos, por ese camino, condenados a que nuestra trágica Historia se repita.

Juan Antonio tenía el compromiso moral, libremente aceptado, de dar testimonio de su tiempo en su cine y la convicción de que mostrar su posición inequívocamente era lo que debía hacer. Ni se le pasaba por la cabeza eludirlo.

El cine es un arte cultural industrial. A menudo perdemos los espectadores la noción de lo que esto significa. En pocas palabras: necesita de una estructura de producción que funcione como un reloj, y otra de distribución que recoja los resultados. Como tal industria, es necesario que esta rueda funcione sin parar.

España es, desde el final de la 2ª Guerra Mundial, una colonia cultural de Estados Unidos. Estamos tan habituados que nos parece normal que la última producción de Disney y Pixar sea anunciada a bombo y platillo en el Telediario de la 1; las facilidades que damos a la industria norteamericana regalándoles lo mas genuinamente nuestro, el idioma, son una puerta abierta de par en par a sus películas. Con ellas viene empaquetada una forma de ver el mundo que vamos, dócilmente, asumiendo como nuestra. ¿A alguien le extraña que la fiesta de Halloween (Jalogüin) se haya convertido en algo habitual? Y tantas cosas más… No es extraño, es divertido, mola. ¿Cuál es el problema? Para mí, está en el hecho de no saber de dónde nos viene lo que pensamos y cómo ha llegado hasta nosotros.

LA INDUSTRIA ELIGE, Y EL QUE PAGA MANDA

Creo que, si yo quisiera hacer hoy una película, tendría que tener en cuenta estos dos factores: por un lado, un producto industrial y también, un producto cultural. Exactamente los mismos que J.A. en los años 50.

Hizo su primer film cuando ya era un Ingeniero Agrónomo, sabía de cómo funciona la industria (agropecuaria, pero… ¿qué más da?). También, y de forma autodidacta y clandestina (¿cómo si no en la España de los 40?) adoptó el Marxismo como su Filosofía, y de ahí, en sus propias palabras, ser comunista estaba a un solo paso. Y lo dio y de ahí no se movió. Quería cambiar el mundo.

Dirigir películas es el oficio que eligió. Salvo con algunas pocas excepciones, no supo y no quiso trabajar de otra cosa que no fuera ser director de cine. Entender esto quizá ayude a quienes se pregunten por qué hizo películas tan dispares como, por ejemplo, Muerte de un Ciclista y La corrupción de Chris Miller. Él vivía, exclusivamente, de su trabajo. Tenía una familia que mantener con todo lo que eso significa.

Sabiendo como sentía y pensaba, es fácil comprender que en algunas de las películas que hizo, una parte importante de sí mismo quedaba, necesariamente, fuera de juego. Pero en todas ellas esta su forma de entender el oficio de director y ninguna contradice en lo más mínimo su forma de entender el mundo.
¿Podría haberlas hecho de otra manera? Las hizo como creía que podía sacarlas adelante con lo que tuvo en ese momento. Nunca se arrepintió de ninguna de ellas, con la convicción de haber dado lo mejor de sí haciéndolas.

¿Podría haber hecho otras? Esa es, para mí, la parte mas trágica de su vida y ahora es cuando podemos ser más conscientes de ella. Por su forma de ser, un optimista entusiasta y un jugador de póker, nunca te mostraba su frustración. ¿Cómo sería capaz de gestionar tanto desengaño y no perder el buen humor?

Por su centenario, y gracias a mi hermana María y a la Academia de Cine, vamos a ser capaces de asistir a la titánica lucha, reflejada en sus diarios personales, que mantuvo toda su vida por hacer su cine. O estaba dirigiendo o estaba peleando por dirigir. Sin olvidar su militancia y su labor sindical.

Hasta la democracia, su cine está más en los proyectos frustrados que en las películas de “oficio”. Eso fue difícil de perdonar por toda la intelectualidad de izquierdas. ¡¿Cómo se atreve a hacer Varietés, por ejemplo?! (…con lo que se esperaba de él en los 50, apostillo). Trataba de salvar las limitaciones industriales nacionales buscando la distribución internacional. El análisis que hizo de la situación del cine en España en los años 50 y 60 no fue capaz de prever los cambios que hubo en la taquilla nacional en los 70. Como creo que pasa a menudo, los análisis de la situación concreta en un momento concreto suelen ser buenos, ahora, adivinar el futuro ya es otra cosa…

DEMOCRACIA EDULCORADA. LIBERTAD SÍ, PERO CONTROLADA MEJOR

Con la democracia, además de tener que pelear en una industria como la Española, se encuentra que, a pesar de la “Libertad”, decir las cosas claras trae consecuencias indeseadas. Pudo hacer películas en las que creía: El Puente, Siete días de Enero y La Advertencia. Sin los medios necesarios, en el caso de las dos primeras y aceptando de buen grado un encargo del prosoviético Estado Búlgaro, contó pedazos de nuestra historia con el mismo amor y honestidad con qué ejerció siempre su oficio.

Con la libertad de expresión post franquista descubrimos que existen formas más eficaces y terribles de censura.

Una de las cosas que Bardem no supo y no quiso hacer fue eso que coloquialmente se llama nadar y guardar la ropa. Festejó la libertad proclamando su posición política inequívocamente, en cualquier ocasión que se le presentó. No midió las consecuencias y, entre otras, le costó el Premio Nacional de Cine. Yo fui testigo. Era el año 86, se iban a dar las Medallas de Bellas Artes, en el Museo del Prado. Presidían el acto los Reyes. Estábamos toda la familia esperando a la entrada con nuestras mejores galas cuando apareció el Ministro de Cultura, Javier Solana, y su séquito.

JO, MACHO, TE ÍBAMOS A DAR EL PREMIO NACIONAL DE CINE, PERO…

En un tono campechano, más propio de una tasca que de un acto solemne, dándole golpecitos en la espalda y sonriendo le espetó: “Jo, macho, te íbamos a dar el Premio Nacional de Cine, pero como has salido en Interviú levantando el puño y diciendo que no te fiabas del PSOE, pues te has quedado sin él”. Mi padre le miraba con cara de no recordar cuando habrían comido juntos el ex trotskista y él. Unas semanas antes le entrevistaron en Interviú y es cierto que lo dijo. Le habrían castigado menos si solo hubiera salido en bolas en la portada.

Después encontró camino en la Televisión, en los 80 solo había una. Pudo hacer en esta la biografía de Federico García Lorca, un proyecto que le satisfizo enormemente. Hacerle justicia al poeta asesinado por el Franquismo, contar con la solidez histórica del incontestado texto de Ian Gibson y tener medios para mostrar cómo fue la represión en Granada en julio del 36 le llenó de ánimo y energía.

Comparen ustedes esas secuencias de fusilamientos en masa con cómo cuenta, por ejemplo, el reconocido Amenábar lo mismo en Salamanca en Mientras dure la guerra, y empezarán a entender por qué hay partes de nuestra historia que los poderes mediáticos prefieren mantener en la oscuridad. Quizá por eso seguimos teniendo cadáveres tirados por las cunetas.

Tener una opinión que contradiga la opinión oficial es algo que ya no se tolera. Esta sociedad, cada vez más manipulada, puede mantenerse siempre y cuando se proscriba cualquier opinión que contradiga la línea oficial. El totalitarismo mediático es imprescindible. Cuando no hay otra idea, la Idea es la que rula. Y aquí va mi tesis: en el negocio del cine, por extensión el audiovisual, coloquialmente el show business, ser comunista y manifestarlo es un lastre difícil de superar.

Al contrario, manifestar explícita o tácitamente cualquier forma de anticomunismo o anticastrismo, por extensión abre puertas. Es condición sine qua non para que la alameda del mainstream se abra y recibas los parabienes de los medios y con ellos, de la opinión pública.

OLVIDO ANULACIÓN SISTEMÁTICA NO INOCENTE, PERO EFECTIVA

La URSS se hundió. Pero la guerra fría continúa mucho más virulenta que antes. Los ejemplos que me vienen a la memoria, por recientes, tienen que ver con Cuba y su Revolución. Para que una película triunfe y pueda hacerse o tenga una buena distribución debe de llevar explícito su dosis de anticastrismo. La más reciente, la última que he visto, Ser los Ricardos, donde Javier Bardem hace un gran papel, pero también ‘Antes de que anochezca’, también con Bardem y Chico y Rita, de Trueba, por citar las que me asaltan la memoria. Entiéndanme, además de ese salvoconducto político son magníficas y bellas películas. Pero no es la excelencia lo único que cuenta.

Después de Lorca, muerte de un poeta, se embarcó en otra serie, esta vez para la FORTA, Unión de Televisiones Autonómicas. El Joven Picasso, a pesar de haber recibido premios importantes (Medalla de oro del Festival de New York de 1994) continúa bien guardada en un cajón y apenas se ha visto. Seguro que ahora con la nueva normativa y dirección política de Telemadrid se lo replantean y la podemos ver de nuevo. Es broma. Del resto de las televisiones autonómicas no tengo información.

Y llegamos al final. A Resultado final, profético título. ¿Sabría Juan Antonio que sería su última película? Imposible de saberlo a ciencia cierta. Las hizo todas con la misma ilusión y abnegación. De la 1ª a la última. Le costó mucho sacarla adelante. Como le pasó con muchísimos otros proyectos, de las brillantes expectativas iniciales pasó a tener que enfrentarse a las opacas realidades de la escasa financiación. Pero contar los primeros veinte años de la Transición, a través de los ojos de una mujer que recibe su sentencia de muerte en forma de análisis médico, era una necesidad ineludible para él.

Contar cómo el ir rebajando tus convicciones y arrimándote al abrigo de la izquierda descafeinada e inocua te ofrecía un futuro al sol. Por el contrario, si no te rindes, acepta tu sacrificio. Esa fue, sin duda, su forma de quedarse a gusto y feliz con su conciencia.

Esclavo de su pasado, intentó que fuera Gwyneth Paltrow su María José. Tuvo que aceptar a Mar Flores, y lo hizo bien. Pero ya, solo con eso, perdió la bendición de los esnobs de izquierdas, que empezaron a considerar la película más un producto de prensa rosa que algo serio. La polémica con Manuel Vicent, en la que no entro por falta de datos, fue otro peldaño al cadalso.

Este país es asombroso. La mejor crítica (si no la única buena) sobre esa película la escuché de nada mas y nada menos que Rafael Ansón, fundador del periódico La Razón y franquista de la vieja, aunque leída, escuela. Aún pueden verla en el programa de Pablo Iglesias ‘Otra vuelta de tuerca’. A la pregunta, “dígame una película española de los últimos años”, Ansón contesta sin dudar ‘Resultado final’, de Bardem, y la pone como el mejor retrato de los años del PSOE de González.

Por contraposición, fue definida como “espantosa” por algún crítico militante de su propio y querido PCE. Las opiniones son libres y siempre la verdad por encima de todo, pero ¿no deberíamos cuidar a nuestra gente? Es más difícil ser valiente y defender tu posición y a los tuyos, pero si no lo hacemos, ya hemos perdido.

Por eso confieso que me duele mucho la tibieza con que una y otra vez se deja de reivindicar su memoria y su aportación a nuestra cultura. Como siempre, el fuego amigo es el que más escuece. Me duele que, por ejemplo, 7 días de enero, que relata con precisión lo sucedido en la matanza, ni se vea ni se mencione. Y eso que sale haciendo de sí mismo el mismísimo líder sindical Navarro.

Me duele que, en otro ámbito generalmente bendecido por la izquierda, el programa de Jordi Évole, se haga uno sobre el famoso colegio del Pilar de Madrid, escuela de muchos cuadros del franquismo y de la Transición, y ni se le mencione. Sí, estudió el bachillerato allí. Lo cuenta sutilmente en Jarabo. ¿Se les pasó o fue intencionado? Lo preguntaré si alguna vez tengo ocasión.

Paradojas de la vida, yo hoy no puedo dar mi nombre y apellido sin que me pregunten ¿familia de los Bardem? Pero es, más bien, por la merecidísima y no buscada celebridad de mis amados y admirados primos Javier, Carlos y Mónica y mi muy amada y añorada Madrina Pilar Bardem.

Así que los que prefieren guardar a J.A. en un cajón se han encontrado con un obstáculo inesperado.

Permitidme acabar estas letras igual que mi padre acabó su autobiografía, Y todavía sigue. Memorias de un hombre de Cine, que han reeditado Carlos F. Heredero y Cátedra y cuya lectura les recomiendo.

“La función ha terminado, perdonen sus muchos errores”.