Víctor Díaz Cardiel nace el 8 de agosto de 1936 en Fuensalida (Toledo). Terminada la Guerra Civil, con siete años se traslada su familia a Madrid. En 1950 ingresa a trabajar en la fábrica Euskalduna en Villaverde Bajo. En 1956 es detenido por primera vez junto a su padre. En 1960 ingresa en el PCE siendo el responsable del partido en la fábrica. En 1962, como consecuencia de las huelgas de abril y mayo en Asturias, organiza una huelga en su fábrica. Entre el 62 y el 65 se ocupa de organizar a los comunistas madrileños en el movimiento obrero. El 4 de abril de 1965 es detenido junto a otros militantes de las fábricas de Pegaso, Tafesa y Barreiros. Procesado en 1966, es condenado a 13 años de cárcel por un delito de asociación ilícita y propaganda ilegal. Cumpliendo condena en la cárcel de Carabanchel fue elegido miembro del Comité Central del PCE. Dos hechos relevantes de su historia de vida son su proximidad con Julián Grimau (se reúne con él el mismo día de su detención), y su participación en la reunión histórica celebrada de forma clandestina en Madrid en diciembre de 1976 del secretariado del PCE, con la asistencia de Santiago Carrillo, con la consiguiente detención de todos sus miembros.
¿Qué es para usted la política?
Es la vida misma, en los trabajadores, en la clase obrera son los salarios, el empleo, las condiciones de trabajo. Y gracias a la intervención política de las personas trabajadoras, las condiciones de vida han mejorado sustancialmente. Recomiendo la película Surcos para entender como era la vida en los años 50 de las personas que viniendo del mundo rural buscaban trabajo en Madrid.
¿Es necesaria la política en la sociedad?
Es imprescindible, no entiendo qué es lo que puede sustituir a la política. ¿Una administración ordenada, eficaz, que todo lo resuelve? Pues no, ni creo ni confío en esa concepción de la política. Creo en una política participada y democrática frente a los grandes poderes económicos, de los grandes monopolios. Siempre entendí así la política, también en los tiempos difíciles de la dictadura que, con otros compañeros, nos comprometimos en conseguir las libertades.
¿Se debe asociar la política al conflicto?
Nosotros paramos la fábrica en 1962 no solamente para pedir mejores salarios y condiciones de trabajo, sino en solidaridad con los huelguistas de los mineros asturianos. El conflicto entre la clase trabajadora y el capital es el que ha permitido avances sustanciales en la democracia y derechos civiles. Al día de hoy, las grandes concentraciones de fábricas han desaparecido. La zona entre Atocha y Legazpi, la zona más industrializada de Madrid fue fundamental en la lucha por las libertades, así como la de Villaverde y Getafe. En el llamado tren obrero íbamos aproximadamente entre 20 y 25.000 trabajadores todos los días a trabajar de Madrid a Getafe.
¿Debe estar ligada la honestidad a la política?
Sin honestidad no se puede hacer política ni nada en la vida.
¿Debe implicarse la ciudadanía a la política?
Es fundamental. Desgraciadamente, una parte importante de la sociedad entiende la participación política el ir a votar cada cuatro años. Yo pude votar por primera vez con 42 años, pero mucho antes participaba en política para luchar contra la dictadura.
¿Qué es la política para usted?
El trabajo de lograr que lo que produce un país, la estructura de un país y sus valores democráticos se pongan al servicio de la mayoría de la sociedad y no de las élites.
¿Cuál fue su primer recuerdo asociado a la política?
El principal, el de la huelga de mi fábrica Euskalduna en 1962 en solidaridad con los mineros de Asturias. Euskalduna era una fábrica especial. Sus responsables vascos fueron fieles a la República y había muchos vascos desplazados en la fábrica. No se me olvidará jamás. Los representantes del sindicato vertical del metal, en complicidad con la policía a caballo y la Brigada Político Social se enfrentó a los huelguistas y pretendió detenerme. Arropado por mis compañeros pude salir de la fábrica, aunque posteriormente me detuvieron.
¿Cuándo comenzó su implicación política?
Mis padres estaban organizados en el PCE y toda mi familia estuvo comprometida con la defensa de la República. Mi padre estuvo preso de 1939 a 1944. Un hermano de mi madre estaba exiliado en París. Mi casa era lo que se llamaba un depósito de propaganda clandestina y yo la distribuía en los buzones del barrio (Carabanchel). En enero de 1957, la policía llegó a mi casa para detener a Víctor Díaz Cardiel. Mi madre, al preguntar por cuál de los dos (yo me llamaba igual que mi padre, nombre y apellidos), la policía contestó: en ese caso nos llevamos a los dos. Así fue mi primera detención.
¿Cuáles han sido las circunstancias históricas que ha vivido y que han afectado a su conciencia política?
Como ya dije, la de la fábrica una. La otra, en el mismo año de 1962, la detención de Julián Grimau. Me fui a trabajar a Inglaterra a un campo de trabajo, pidiendo la excedencia en la Euskalduna de 1960 a 1961. De allí me fui a conocer a mis tíos en París, me presentan a Julián Grimau y quedo con él en Madrid para tareas del Partido, incorporado de nuevo a Euskalduna.
Es el momento de organizar todo el sector del metal y superar al sindicato vertical (después vendría la creación de las Comisiones Obreras). En ese momento, a Marcelino Camacho lo considerábamos el responsable de “la superficie” (la parte visible de la lucha sindical) y yo formaba parte de la oculta, la clandestina. Utilizábamos el sindicato vertical franquista para, desde dentro, y a través de comisiones elegidas en las fábricas, superarlo. A esa tarea me dedico y Julián es mi contacto. De ese trabajo clandestino surgen las huelgas de Babcock&Wilcox, Tafesa, Euskalduna, Marconi y Boeticher Navarro en 1962. Por esas huelgas me despiden de Euskalduna.
A Julián lo detienen después de participar en una reunión de la que formé parte, en la calle Pez Volador nº5, el 7 de noviembre de 1962. Al enterarme, el mundo se me vino abajo. Inmediatamente contacté con el máximo responsable del Partido, Francisco Romero Marín para organizar la campaña de solidaridad con Julián en España en coordinación con el exterior.
Cuando conocimos de las torturas a la que fue sometido en la Dirección General de Seguridad y posteriormente del fallo del tribunal de pena de muerte, todo el PCE se movilizó internacionalmente pero el dictador no cedió y Julián fue fusilado en la madrugada del 20 de abril de 1963. Aquel día lloré desconsoladamente. Para nosotros, el crimen de Grimau y su comportamiento ante los policías, jueces y pelotón de ejecución (se negó a que le vendaran los ojos) nos dio más fuerza para seguir luchando contra la dictadura criminal.
A mí me detienen el 4 de abril de 1965 junto a compañeros de Pegaso, Tafesa y Barreiros. Mientras la policía llamaba a la puerta pudimos quemar parte de la documentación en la cocina de carbón. En la DGS pasé cerca de 80 horas (el límite legal era de 72) y fui torturado con el fin de arrancarme alguna confesión que delatase a compañeros. Fui acusado de asociación ilícita y propaganda ilegal, condenado a 13 años e ingresado a prisión.
Estando en la prisión de Carabanchel, me informaron que en 1965 fui elegido miembro del Comité Central del PCE. Estuve preso itinerante en las cárceles de Calatayud, Soria y Segovia. En las cárceles seguíamos teniendo una actividad política y cultural muy intensa y manteníamos una información regular con la dirección del Partido en el exterior.
Al salir me contrataron en el despacho de abogados de María Luisa Suárez. En septiembre de 1973, fui detenido a la salida del despacho acusado de preparar las movilizaciones en solidaridad con los compañeros del “Juicio 1001”. Me juzgan en el 74 en julio quedando absuelto.
En 1974 fui elegido secretario del Comité Provincial del PCE (clandestino).
El 11 de noviembre de 1975 nos detienen a Simón Sánchez Montero, Armando López Salinas, Pepe Cabo, Salvador Soler, Timoteo Ruiz, Narciso Rafael y a Pedro Martínez acusados de terrorismo en la víspera de la muerte del dictador en una operación llamada por la BPS “Lucero” (prevención ante la inminente muerte del dictador). Nos excarcelaron el 2 de diciembre.
Mi última detención, con Santiago Carrillo y a varios miembros de la Comisión Permanente del PCE fue el 22 de diciembre de 1976. Estábamos reunidos para forzar la legalización del PCE: Carrillo, Julio Aristizábal, Jaime Ballesteros, Manuel Azcárate, Pilar Bravo, Simón Sánchez Montero y Santiago Álvarez. El 30 de diciembre fuimos puestos en libertad y a los pocos meses, tras el espantoso crimen de los abogados de Atocha, el PCE era legalizado el 9 de abril de 1977.
¿Si tuviera que definirse, como se definiría?
Como comunista, trabajando para que, en todo el mundo, las personas vivan en igualdad real, sin guerras, con el pleno ejercicio y disfrute de todos los derechos humanos, en sociedades feministas y ecológicas.
ANÁLISIS Y CONCLUSIONES
La ventana que nos abre Díaz Cardiel nos permite aproximarnos al mundo del trabajo en la zona más industrializada de Madrid a partir de los años 50 y cómo, a partir de reivindicaciones locales de mejoras laborales, éstas se convertían en reivindicaciones solidarias y también en reivindicaciones políticas.
Esa politización del conflicto fue la que le permitió a Díaz Cardiel y al PCE, convertirse en organizadores del descontento laboral, generalizarlo en todo el sector del metal de Madrid y coordinarlo con otros conflictos como el de la huelga de Asturias de 1962.
Con el estudio del caso Díaz Cardiel, se comprende mejor una parte de la realidad social-histórica, la historia del tramo final de la dictadura, el papel jugado por los y las trabajadoras en ese periodo.